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EL NASDAQ HA MUERTO, VIVA EL NASDAQ

Moisés Romero - Jueves, 19 de Mayo
{mosimage}Ideólogos de medio mundo han paseado el cadáver momificado del Nasdaq por todas las plazas públicas para escarnio de especuladores y gentes ávidas de enriquecerse con las cosas de la Bolsa. Filósofos de pacotillla y profesores de viejo y nuevo cuño enterraron el mercado tecnológico por antonomasia cuando en marzo de 2000 estalló la crisis. El Nasdaq, empero, ha abierto de la tapa del ataúd, porque según los mejores especialistas del momento, fue mal enterrado en su dí­a. El Nasdaq aparece, así­, como mercado de moda entre los grandes profesionales del mercado. Argumentan que los valores clásicos resultan aburridos y que ofrecen recorridos pobres. Vuelve la fiebre de la tecnologí­a y con ella, el reto a los agitadores que apuestan por la caí­da de la actividad económica en el mundo durante los próximos meses. La apuesta por el Nasdaq es, entre otras cosas, la apuesta por el crecimiento económico.

Las Bolsas, en lo que los teóricos denominan ley del sentimiento contrario, suelen hacer con frecuencia, lo contrario de lo que considera la mayorí­a. Basta que un alto porcentaje de participantes en el mercado apueste por el alza para que ésta no se produzca, y al revés. El Nasdaq ha sido paseado desde marzo de 2000 por foros de medio mundo como ejemplo del dispendio y de la exuberancia irracional. El Nasdaq ha sido momificado, para evitar malos olores y paseado como cadáver por escuelas, universidades y medios de comunicación. Por eso, entre otras razones, hace un corte de mangas que a muchos se les antoja obsceno, y sale del féretro en el que habí­a sido mal enterrado.

Además de la ley del sentimiento contrario hay razones del propio mercado que seducen a los especialistas, generalmente los más ágiles a la hora de anticiparse a los movimientos de futuro, como son los cambios drásticos que se producen en la composición del mercado. O dicho de otra manera, muchos de los valores que hicieron ricos a otros tantos inversores antes de 2000 y otras tantas compañí­as que arruinaron a un gran puñado de ahorradores ávidos por enriquecerse de manera rápida, ya no están en el mercado tecnológico por antonomasia. La rapidez con la que el Nasdaq muda de camisa satisface a los mejores gestores, a esos que no están acostumbrados a sentarse en la poltrona por los siglos de los siglos y que, como todo el mundo sabe, son muy pocos.

El Nasdaq, decimos, está de moda en cí­rculos muy restringidos del mercado, porque los valores tradicionales, representados en í­ndices como el Dow Jones y el S&P 500, cuya traducción española es el Ibex, están cansados, faltos de ideas, aburridos. Desde que estalló la crisis de los valores tecnológicos, las empresas de la vieja economí­a se han dedicado, casi en exclusiva, a aprobar programas de recompras de acciones y a mejorar los pagos al accionista a través de alzas en el dividendo y ampliaciones de capital gratis, entre otras fórmulas. Cinco años después, este desarrollo deja de seducir a los más inquietos. Por eso buscan empresas con nuevos destellos y capacidad de crecimiento.

La apuesta en ciernes por el Nasdaq se nos antoja interesante porque, además, supone contrariar a los expertos que apuestan por una caí­da de los principales indicadores económicos internacionales durante los próximos meses. Si cuaja la apuesta y lo que es más importante, si los aciertos se consiguen, la economí­a, en efecto, habrá seguido a buen ritmo, que es una de las mejores garantí­as para que las Bolsas desarrollen una actividad ordenada y al alza.

 

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Moisés Romero




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