La Carta de la Bolsa La Carta de la Bolsa

ALAN GREENSPAN Y EL JOVEN CONSTRUCTOR

Moisés Romero - Jueves, 26 de Mayo
{mosimage}Conocí­ a E. E., treintañero curtido, hace unos dí­as. Ágil como una pluma describió las visicitudes de su negocio y la comparación, por sentimiento contrario, con la Bolsa. O lo que es lo mismo, nuestro protagonista de hoy tiene claro que cuando los ladrillos se resquebrajan, que es lo que él siente en su propia carne desde hace unos meses, la Bolsa está condenada a subir. Uno más maduro, escucha y recuerda la veracidad de los ciclos económicos y bursátiles. El secreto está, no obstante, en el tiempo y en la duración de los diversos procesos inversores. O dicho de otro modo, la anticipación, el olfato fino, puede jugar malas pasadas. La Bolsa subirá y los inmuebles caerán, eso parece estar demostrado históricamente. La cuestión está en saber cuándo, cómo y cuánto. Como saberlo con exactitud es cuestión de dioses y profetas, los profesionales del mercado se conforman, llegados a este punto, con buscar la mejor aproximación al ciclo, que a veces tanta anticipación no es buena.
A final del año pasado se puso de moda en cí­rculos muy concretos del mercado la vieja teorí­a de los vasos comunicantes y en concreto, el trasvase de fluidos de unos mercados a otros cuando los flujos de dinero rebosan, que es lo que sucede en la actualidad debido a los bajos tipos de interés. Se dijo entonces que las inmobiliarias no tení­an recorrido, entendido el caso como la especulación o inversión en ladrillos. Desde hace años se viene repitiendo la misma cantinela y los precios de los activos inmobiliarios, lejos de caer suben sin denuedo.

Conforme avanza 2005 parece que el cansacio es evidente. El joven constructor, nuestro protagonista de hoy, se ha criado desde niño en el sector y reconoce haber vivido ya varios ciclos diferentes. Apuesta, desde hace tiempo, por la Bolsa, ya que dice que el dinero más ágil ya ha tomado las de Villadiego en cuestiones inmobiliarias para enfilar la recta que conduce a la renta variable. Nuestro interlocutor sostiene que siempre que los inmueble flojean, y ahora parece que va en serio, la Bolsa se entona.

Alarmas y sentimientos como los de este pequeño constructor, pero gran conocedor del mercado inmobiliario a nivel nacional, son más frecuentes en las últimas semanas en Estados Unidos. Como suele suceder casi siempre, el primero en ponerse al frente a de la manifestación ha sido Alan Greenspan. La semana pasada volvió a advertir del riesgo excesivo que han contraí­do las principales firmas hipotecarias estadounidenses que, además, cotizan en Bolsa. Es la penúltima vez, en lo que va de año, que el presidente de la Reserva Federal pone el dedo en esta llaga tan dolorosa para una amplia mayorí­a dedicada en los últimos años a invertir y especular con ladrillos. Las actas de la última reunión de la Fed insisten en el fenómeno, entre otras variables, como que continúa el crecimiento (pierden fuerza las tesis estanflacionistas) y que hay que prestar mucha atención a los brotes inflacionistas.

Greenspan, con todo, nada y guarda la ropa al señalar que no hay riesgo de una burbuja generalizada en el mercado de la vivienda, aunque sí­ existe el peligro de burbujas locales; que es muy alta la demanda de construcción, porque está apoyada en condiciones financieras favorables; que la potencial caí­da de los precios (¿por tipos de interés más altos?) sólo afectarí­a a aquéllos que han comprado casas de forma reciente. Suficientes mensajes para analizar.

La semana pasada Thel Wall Street Journal titulaba "El auge inmobiliario empieza a preocupar a la FED". Destacaba que los estadounidenses están comprando segundas, y hasta terceras viviendas para venderlas rápidamente con fuertes ganancias. Algo así­, como el nuevo maná caí­do del cielo. Además (esto no lo cita el periódico) parece que se ha entrado en un juego similar al de la pirámide: unos a otros se animan hasta que al final hay uno que se queda con la brocha en la mano, pero sin pintura ni pared que pintar.

Hay más. La Asociación Nacional de Empresas de Bienes Raí­ces de Estados Unidos señala que, según sus encuestas, un 23% de todas las viviendas estadounidenses compradas en 2004 fueron adquiridas como una inversión y otro 13% fueron viviendas para pasar las vacaciones. Como escribí­a Cárpatos hace unos dí­as "ahora ya no se especula con la sobrevalorada Google, ahora se especula con la compra venta rápida de casas. La cifra de que un 23 % de todas las viviendas estén siendo compradas como inversión no puede dejar a nadie indiferente. Y si no que se lo digan a España, llena de sus casas hucha, que se compran como se compran acciones de Endesa o sellos o lingotes de oro y se dejan cerradas, mientras nuestros hijos se van a vivir al Villacogorcio de abajo a 200 kilómetros de la ciudad donde vive su familia porque un apartamento en la ciudad de 70 metros cuadrados, sin ninguna calidad de construcción, le cuesta 300.000 euros."

Lo que uno se pregunta es si ante este enorme despropósito la Bolsa va a permanecer insensible. E. E., nuestro protagonista de hoy, considera que lo mejor en Bolsa es, siempre, seleccionar. Por si acaso.

twitter.com/moisesssromero @MoisesssRomero

Moisés Romero




[Volver]