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BURBUJAS, SÑ“LO BURBUJAS

Moisés Romero - Jueves, 02 de Junio
{mosimage}Ahora que la Europa comunitaria se tira los trastos a la cabeza y genera indecisión en los principales í­ndices bursátiles, estallan las voces de quienes mantienen la tesis de que el mundo financiero está inmerso en tres grandes burbujas, todas ellas de efectos impredecibles, pero perniciosos, si llegan a estallar de un solo golpe. A la burbuja inmobiliaria se une la de los bonos y también, la de algunos activos-acciones bursátiles sobrevalorados. Los recelos polí­ticos en Europa y el contencioso grave entre China y el resto del mundo empeora la situación y lo que es más negativo, agranda los desequilibrios entre las diferentes áreas económicas en el mundo. Hemos oí­do en las últimas horas aquello de "que se pare el mundo, que me quiero bajar". Es entonces cuando más suben las Bolsas, porque se ponen el mundo por montera envalentonadas por las expectativas de que los tipos de interés seguirán muy bajos por los siglos de los siglos. Amén.

Los desajustes monetarios, fiscales, presupuestarios, inflacionistas y económicos, en general suben de tono conforme pasa el tiempo. O, si se prefiere, nada ha cambiado en el entorno bursátil en los últimos meses y lo que es peor, no hay indicios suficientes que hagan creer que las cosas van a mejorar. Estados Unidos, que mañana gozará o llorará con las siempre esperadas cifras de empleo, del mismo modo que ayer atendió con alzas cifras económicas endebles (ahora se dice que no subirán los tipos de interés) mantiene los déficits gemelos a punto de estallar; China insiste en que las cosas de la vida económica no van con ella y que allá cada uno con su conciencia; Japón no sabe, no contesta y la Europa comunitaria se tira los trastos a la cabeza. Descalabrado el euro saltan las Bolsas, porque se abaratan los multiplicadores, aunque este aserto es incompleto e incierto, porque ayer también subió Wall Street con un dólar fuerte. Osea, que falla el razonamiento.

El encuadre actual no es, precisamente, el más favorable para las Bolsas. Los í­ndices, sin embargo, mantienen el tipo. La razón está en lo que algunos teóricos definen como cuota de exclusión, es decir, en la sobrevaloración del resto de los activos respecto a las acciones. Por eso, a la conformación de una gran burbuja, como la de los bonos, se suma la de los inmuebles y a continuación la de muchas acciones cotizadas, principalmente las referidas a los sectores tradicionales, con el de la construcción muy bien representado en este caso en la Bolsa española. A la creación de las tres grandes burbujas se llega por la exclusión de unas y otras y claro está, por la certeza de que ninguna ha estallado.

La Fed es la que más insiste en la hinchazón de precios inmobiliarios. Por algo será, aunque el mercado mira para otra parte. Ferguson señaló hace unos dí­as que si estalla su impacto puede ser mayor sobre la economí­a y otros mercados que la burbuja en los mercados financieros. El miembro del Comité de la Fed ha destacado que el origen del asunto está en la elevada liquidez, aunque no supo responder por qué este exceso de liquidez, que continúa, no ha afectado por igual al resto de los mercados financieros.

Si el exceso de liquidez es el que genera las burbujas, sólo burbujas, la solución es fácil: quitar liquidez al sistema de manera progresiva. Pero como en la fábula ¿quién le pone al cascabel al gato? ¿Cómo, cuánto, dónde con el fin de que el estallido de las burbujas sea controlado y sus efectos sean menos perniciosos? ¿Cómo subir los tipos de interés en la eurozona con media Europa descompuesta y sin ritmo vital? Es esta falta de ritmo, estos movimientos dispares, los que mayores desequilibrios provocan. Para España, por ejemplo, un recorte de tipos de interés, si llegara a producirse, significarí­a un aumento mayor de la burbuja inmobiliaria y un fuerte crecimiento de una inflación ya descontrolada ¿Es esto globalización?

twitter.com/moisesssromero @MoisesssRomero

Moisés Romero




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