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PLENO EMPLEO

Santiago Niño Becerra - Lunes, 18 de Julio

En 1999, cuando la Nueva Economí­a daba sus primeros pasos y su desconocimiento era mucho mayor de lo que hoy es -sobre todo en España-, fui invitado a dar una charla sobre lo que significaba esa ?nueva economí­a'.

Al final de la misma y ya en el turno abierto de palabra, uno de los asistentes me preguntó si era posible que, con el nuevo modo de hacer las cosas que caracterizaba a la Nueva Economí­a, se lograse un fuerte incremento del empleo. Yo, escogiendo muy bien las palabras, le dije que, expresado tal y como él lo habí­a dicho, la respuesta era afirmativa, más aún, era posible incluso, alcanzar una situación de pleno empleo, de pleno empleo real. El asistente se quedó muy satisfecho y yo continúe atendiendo preguntas, pero, visto en la distancia, su pregunta no fue formulada correctamente y mi respuesta fue parcial.

Años después -ahora- los ministros de Asuntos Exteriores y de Hacienda del paí­s que presidirá la UE en el actual semestre, parecen haberse añadido al debate con el que concluyó mi conferencia hace seis años al afirmar que "La UE tiene que adaptarse para sobrevivir" y "Un modelo social moderno debe llevar al pleno empleo". Para los cambios que han de venir, el Gobierno de su Majestad pone como ejemplo los logros que en materia de empleo ha obtenido la Tercera Ví­a británica.

La cuestión -y la respuesta exacta a la pregunta correctamente formulada que entonces se me hizo- es: ¿en qué clase de empleo estamos pensando?. Si nos referimos a un empleo en el cual la población ocupada se halle totalmente protegida ante cualquier tipo de eventualidad, pagada con salarios que garanticen en todo momento su poder adquisitivo, que disfruten de perí­odos de vacaciones suficientes y remunerados, con la seguridad de que su puesto de trabajo va a continuar estando mañana y dentro de veinte años donde se halla hoy y todo ello aderezado con una permanente convergencia en rentas ví­a gasto público y ví­a polí­tica fiscal, la Nueva Economí­a está fracasando en todo lo tocante al empleo, y va a continuar haciéndolo, del mismo modo que, atendiendo a estos parámetros, lo ha hecho el modelo británico.

Si, en cambio, pensamos en un empleo en el que la oferta de trabajo tenga que aceptar las condiciones que la demanda de trabajo le planté, en el que la flexibilidad será la norma, en el que los salarios se paguen con arreglo a la productividad y en el que la protección pública sea exclusivamente circunscrita a las rentas inferiores; si pensamos en una situación en la que el papel compensador del Estado casi desaparezca, en la que los perí­odos de vacaciones serán todo lo dilatados que la renta de los trabajadores lo permitan, en la que la productividad al alza fuerce a una permanente adaptabilidad del factor trabajo a las cambiantes circunstancias, la Nueva Economí­a -y el UK- están triunfando y van a seguir triunfando, y el pleno empleo -o casi-, y al menos en un horizonte de tiempo asumible, va a ser una realidad incuestionable.

Ya lo ven: todo depende de nuestro punto de referencia.

 
Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economí­a IQS. Universidad Ramon Llull.

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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