La Carta de la Bolsa La Carta de la Bolsa

LATINOAMÉRICA

Santiago Niño Becerra - Martes, 23 de Agosto

Hace tres años, levantó bastante polvareda la publicación por The Wall Street Journal de un artí­culo en el que se constataba el retroceso del sentimiento democrático en Latinoamérica. Hace escasas semanas, un profesor de esta Facultad ha regresado de Latinoamérica tras impartir un maratón de cursillos en diferentes universidades de varios paí­ses de la zona.

El artí­culo de la publicación USA se hací­a eco de un hecho que a nosotros se nos puede antojar increí­ble: de forma constante y generalizada, un creciente porcentaje de ciudadanos de todos los paí­ses latinoamericanos manifiestan su desafección por la democracia ante la situación de postración económica y social que, aunque con manifestaciones distintas, se está reproduciendo en todos los paí­ses del área; este hecho, insisto, extraño, ha sido posteriormente confirmado por posteriores trabajos y estudios.

El profesor a que antes hací­a referencia ha estado impartiendo sus cursos en Honduras, El Salvador, Guatemala, Panamá y Costa Rica. A su llegada estuvimos charlando -mejor dicho, él charló y yo, embobado, escuché-; me contó cosas imposibles de creer, como que en El Salvador la dirección de la universidad le puso, como si de su sombra se tratase, a un indí­gena ataviado con un revolver al cinto y un AK-47 en bandolera con el cometido de que le acompañase a donde quiera que se dirigiese a fin de proteger su vida (la del profesor, se entiende).

Me contó que, en Guatemala, unos amigos que le llevaron a dar una vuelta por la ciudad -en automóvil, naturalmente-, ni se detuvieron en ningún semáforo, ni se apearon en ningún momento del vehí­culo, debido a la absoluta inseguridad que se ha enseñoreado de sus calles y avenidas. Me narró como, en Honduras, niños de diez años, y menos, se arremolinan a las puertas de los hoteles a fin de tratar de limpiar los zapatos de los extranjeros que se aventuran en el marasmo urbano. ¿Panamá y Costa Rica?, requetemal, pero no tan pésimamente mal.

Me habló de la miseria inimaginable en la que están inmersos esos paí­ses, de atracos a mano armada, de secuestros express, pero también de los Lamborghinis y Ferraris -poquí­simos- que vio y de los Rolex tachonados de diamantes que algunas y algunos -el mismo numero que antes- ciudadanas y ciudadanos lucí­an en sus muñecas.

Pregunté al profesor lo que siempre pregunto en estos casos: ¿qué expectativas tienen estos paí­ses?. Sin pestañear me respondió raudo: ninguna, ni a través de los programas del Banco Mundial, ni de la Ayuda Oficial al Desarrollo, ya que sus problemas no han nacido ayer y son fruto de siglos de degradación, de corrupción y de dependencia; para que esos programas y esa ayuda cumplan su cometido es indispensable algo que en esos paí­ses brilla por su ausencia: la estabilidad.

¿Y nos extraña que el sentimiento democrático esté descendiendo en Latinoamérica?. El problema es que lo contrario, la dictadura, tampoco garantiza el abandono de esa situación. Esos paí­ses también saben mucho de eso.

 
Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economí­a IQS. Universidad Ramon Llull.

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




[Volver]