La Carta de la Bolsa La Carta de la Bolsa

UNA ALTERNATIVA TÉCNICA

Moisés Romero - Martes, 01 de Marzo

{mosimage}El estudio de los informes de situación y estrategia que han presentado las principales firmas del mercado respecto al posible comportamiento de las Bolsas en 2005 arroja proyecciones de alzas, que estarán, como promedio entre el 7% y el 10%. Coinciden los especialistas en que el dinero, cada vez menos receloso a la hora de invertir en acciones, cuenta con pocas alternativas a la Bolsa debido a la sobrevaloración de otros activos, entre los que destacan el inmobiliario y los bonos. O lo que es lo mismo, la Bolsa está condenada a ser la gran referencia inversora en los próximos meses, pero más por asuntos técnicos, como los descritos, que por fundamentales o valoración real.

En este enunciado de intenciones buenas sobre el devenir de la Bolsa, algo que a los más escépticos ha cogido por sorpresa, dada la rapidez con que se han producido los cambios en el estado de ánimo de los grandes gestores, la pregunta que se hace la mayorí­a es si, de verdad, ha vuelto la confianza de los inversores hacia las Bolsas. La mayor parte de los profesionales está de acuerdo en la tendencia alcista de fondo, pero el dinero, especialmente el del inversor final,  el dinero del menudeo que tanto calor da a los mercados, tantas pasiones desata, tantas ilusiones desvela, sigue cauto, con miedo, aunque cada vez se suelta más la melena y, como siempre, actúa en valores de capitalización escasa al confundir bajo con barato.

Contaba hace unos dí­as un asiduo a la Bolsa de Madrid, que cualquiera que tenga la buena y recomendable costumbre de leer los periódicos, revistas y otros medios escritos, además de entretenerse con la escucha de las charlas frecuentes en emisoras especializadas en la información económica, se ha percatado de que los agitadores jalean a su público poniéndo el énfasis en que las acciones, como norma, son ahora los únicos instrumentos de inversión que ofrecen valoraciones correctas. Es lo mismo que decir, que el resto de los activos que reúnen dinero, como los inmuebles y renta fija, están sobrevalorados.

Lo peor del discurso que más se escucha desde hace unos dí­as es la coincidencia de los especialistas en el recorrido de los mercados y la asunción, en este caso, de que las Bolsas subirán un promedio del 10%. Es lo peor, decimos, porque las Bolsas tienden con frecuencia a comportarse de manera contraria al sentimiento general (ley del sentimiento contrario) de tal modo que lo normal es que en 2005 las Bolsas suban más del 10% o en su defecto, bajen, que es la hipótesis que muy pocos contemplan conforme avanza el tiempo. 

Negar ahora que algo ha cambiado, a mejor, en la proyección de fondo de las estrategias inversoras que afectan a la Bolsa es un sinsentido. No ha lugar. En la capa externa de la Bolsa hay señales evidentes, como los cazadores que siguen a sus presas a través de las huellas que dejan en la nieve. Huellas indelebles, pruebas irrefutables, las encontramos en la frialdad de las cifras. Durante 2004 los fondos de renta variable mundiales acumularon entradas de dinero de 89.000 millones de dólares, cifra que supuso un incremento del 100% sobre el año anterior.

Otro asunto de interés. Los mercados emergentes globales, que en tantas ocasiones han actuado de verdugos de las Bolsas más capitalizadas, registraron entradas en renta variable por valor de 5.000 millones de dólares frente a los 4.200 millones de dólares de 2003. Hay más. En lo que va de año, los í­ndices bursátiles han superado niveles máximos históricos en muchos casos.

Evidente, por tanto, que el dinero ha girado la cabeza y situado su centro de visión más al Norte, que es el punto cardinal que más gusta a las Bolsas. Huellas indelebles, pero ojo avizor si es que, como algunos señalan, la subida en ciernes de la renta variable es pura actuación técnica, lejos de los fundamentos, por la sobrevaloración de otras alternativas.

twitter.com/moisesssromero @MoisesssRomero

Moisés Romero




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