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?P? DE PETROLEO, ?F? DE FRANCIA

Santiago Niño Becerra - Lunes, 19 de Septiembre

En otras ocasiones lo hemos comentado en lacartadelabolsa: ¡ojo con Francia!, lo que sucede es que, ahora, a todas las cosas involucradas en ese ¡ojo! se añade una cosa nueva: el petróleo.

El primer ministro de la República Francesa ha tenido ¿el coraje?, ¿el atrevimiento?, ¿la osadíт­a?, de decir alto y claro lo que estudios profusos y complejos estaban diciendo desde hace unos años: que tan sólo queda oro negro hasta el 2030, y lo ha dicho flanqueado por sus ministros de Trabajo y Economíт­a. Cierto es que tras este anuncio subyace la nunca olvidada intención francesa de lograr la suficiencia energética, pero quedémonos con lo del 2030.

En los paíт­ses desarrollados, es decir, en donde el consumo energético por valor añadido unitario producido es mayor, es donde se consume la mayor cantidad de aceite de roca producido en el planeta: sin contar a China y a Japón, América del Norte y Europa Occidental van a absorber, en 2005, más del 41% de la producción planetaria. Si la demanda de los denominados ?paíт­ses emergentes' crece, y aunque el aumento de la productividad energética de los desarrollados compense en parte ese crecimiento, está claro que el final de esta historia se encuentra en el agotamiento de las reservas.

En las condiciones actuales, a medida que nos vayamos aproximando al 2030 (al margen de caíт­das puntuales debidas a crisis varias) el precio del crudo irá aumentando, lo que ocasionará el aumento de los costes de producción de todo. Paralelamente, el fomento forzado del ahorro energético a base de incrementos de las contribuciones que gravan los carburantes, generará malestar social. Y el aumento de los tipos de interés a fin de frenar la ?inflación', ocasionará pérdida de competitividad; y la mejora de la productividad -de todo tipo de productividad- dirigida a paliar los aumentos de costes, degenerará en colapsos del empleo, es decir, del consumo.

Al margen de las implicaciones sociales del asunto, Francia, si cabe, es más vulnerable que otros paíт­ses a un escenario como el descrito, debido a su modelo socioeconómico, por lo que el objetivo buscado por el general De Gaulle: conseguir para la República la suficiencia energética, cobra un mayor sentido; pero la energíт­a de origen nuclear ocasiona rechazo -de momento, veremos que diríт­an muchos ecologistas cuando sus gobiernos les digan que, en Invierno, la temperatura en el interior de sus casas no puede superar los 15 grados-, y la gestión de sus residuos ocasiona unos costes elevados que se trasladan en el tiempo (si es que esa gestión quiere hacerse de forma correcta).

La solución es otra forma de energíт­a, sea la obtenida a través de una variante artificial de la fotosíт­ntesis orientada a generar hidrógeno, o sea la energíт­a de fusión, el remedio definitivo a los problemas energéticos; en cualquier caso, estamos -todos, pero Francia uno de los que más- ante un problema gordo, muy gordo; máxime si debemos creer a los expertos que dicen que esta solución definitiva no se alcanzará antes del 2050.

 
Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economíт­a IQS. Universidad Ramon Llull.


@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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