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ARGENTINA Y LA ABOMINACIÑ“N DE LOS BONOS

Moisés Romero - Viernes, 11 de Febrero

{mosimage}La Bolsa española suele perder la memoria con mucha frecuencia, hasta el punto de no saber dónde se encuentra, qué dirección tomar, qué camino seguir para volver a casa. Este mal del nuevo siglo, el de la pérdida de memoria, no puede justificar que el Ibex mire hacia otro lado en lo que respecta a la última hora en Argentina. La Nación Argentina ha dicho a los acreedores que o aceptan las condiciones de la quita, o que no habrá más. Manu militari en 2005. Argentina revive así­ los fiascos con determinados bonos estatales en el siglo XIX, cuando determinados paí­ses los aborrecieron. Se quiebran, con ello, las garantí­as de Estado. Y el Ibex, exponiendo sus reales en la zona.

Ni suspensión de pagos, ni disciplinas presupuestarias y fiscales, ni controles, ni ingenierí­a financiera ni otras fórmulas con las que atender, o al menos escuchar, a los que confiaron su dinero en bonos de la Nación Argentina, porque los manuales más primarios dicen "que los bonos del Estado son seguros y que no admiten discusión en su pago". Lo que hace ya tiempo fue una amenaza velada se ha convertido en realidad. Argentina ha dicho a los acreedores o que lo toman o lo dejan, es decir, que o entran por el aro que ellos han dibujado a su imagen y semejanza o que vayan a pedirle peras al olmo.

Osea que eso de las garantí­as del Estado en Argentina es una farsa. Chinos, italianos, franceses, japoneses, alemanes, ingleses, estadounidenses, coreanos, africanos, españoles y demás pueblos compartieron sus ahorros con la Nación Argentina como con otras tantas Naciones. El pago a medias que Argentina ha instrumentado quiebra el principio de seguridad del mismo y allana el camino para que otros paí­ses llegado el caso, hagan lo mismo.

La historia no es nueva. En el siglo XIX hubo un momento clave caracterizado por la abominación de los bonos del Estado. Algunos paí­ses montaron campañas de difamación contra estos intrumentos al considerarlos pervesos (abominables), malditos, injustos y perjudiciales para las economí­as. Estos paí­ses antes habí­an engordado sus arcas, claro está, con el dinero de los incautos que habí­an comprado sus bonos de esos Estados. Luego se entregaron a Santa Rita.

Cuando leemos que el todopoderoso banco de inversión JP Morgan admite que usó esclavos negros como avales bancarios en el siglo XIX se nos abren las carnes, porque imaginamos el calvario y las penurias de los negros en esa época. Consideramos que hoy, aquí­ y ahora, es irrepetible, imposible una vuelta al siglo XIX y menos con esta fórmula de trueque. Argentina, a su manera, ha vuelto a ese siglo.

Para la Bolsa española, argumentos polí­ticos aparte, el asunto no es baladí­. Se trata del desprecio a las garantí­as constitucionales y por tanto, de abrir la puerta a la inseguridad jurí­dica, que conduce a la indefensión absoluta. Más del 60% del Ibex tiene sentados sus reales en Latinoamérica. El presente no es alentador. Tampoco para andarse con remilgos.

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Moisés Romero




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