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QUIÉNES PROVOCARON EL INCENDIO

Moisés Romero - Viernes, 25 de Febrero

{mosimage}El rescoldo del incendio voraz que arrasó el lunes las cotizaciones de las principales constructoras y de las utilities se reavivó luego hasta extenderse a otros sectores cotizados. Muchos se preguntan porqué la Bolsa española ha enseñado sus vergí¼enzas cuando sus homólogas europeas han sido más recatadas. La razón está en la composición de los mercados y su reflejo en los í­ndices. Aquí­ pesan los valores de la vieja economí­a, los clásicos, y allí­ los tecnológicos. Con el paso del tiempo, parece que el incendio fue provocado por algunas instituciones muy apalancadas, que padecen del mal de altura. Lo importante es determinar si la retirada va a continuar. Lo demás es contagio, miedo al incendio declarado.

El aumento del volumen de negocio en la Bolsa española durante los últimos meses ha estado fundamentado más en operaciones especiales y en aplicaciones que en entradas netas de capitales. O lo que es lo mismo, el mercado nacional mantiene ratios comparativos muy pobres con sus homólogos europeos en términos de actividad. Por eso, aquí­ es más fácil seguir la pista a éste o aquél participante. Por eso, las sacudidas son más fuertes en nuestro mercado. La estrechez hace que las fluctuaciones, en uno u otro sentido, sean más pronunciadas.

Para situarnos en el momento bursátil hay que mirar atrás. A mediados de agosto de 2004 el mercado nacional inició una carrera alcista que aún continúa, pese a los quebrantos de última hora. El desarrollo fue aquí­ más pronunciado que en el resto de los mercados; es decir, la misma orientación que ahora, pero en sentido contrario. La presencia de fondos de alto riesgo y de instituciones extranjeras, que actúan con niveles muy altos de apalancamiento, explicó entonces la situación. El fenómeno cogió desprevenidos a la mayor parte de los inversores finales. En aquella época los í­ndices acumulaban pérdidas en tasa anual, el petróleo se encaramaba a lo más alto y las incertidumbres sobre los resultados empresariales y el crecimiento económico eran muy altas. Pero los mercados se dirigieron al norte.

Cuando se observan situaciones como las de los dos últimos dí­as, con golpes de viento muy fuertes, que hacen tambalearse a valores de mucho peso, rápidamente se ve la sombra alargada de estos fondos de alto riesgo. Su forma de actuar en Bolsa y en otros mercados financieros es siempre la misma. Deciden irse y se van. No escuchan estrategias ni esperan oportunidades. Liquidan por lo mejor y hacen caja de manera automática. En momentos como los actuales, caracterizados por volúmenes de negocio muy cortos, el estruendo es mayor.

¿Por qué se van? Los fondos de alto riesgo nacen, creen y mueren con la evolución de los tipos de interés de tal modo que a niveles más bajos de los intereses mayores y más rápidas actuaciones especulativas se suceden, y al revés. Rentabilizar posiciones con tasas de endeudamiento, en el caso de estos fondos, muy bajas, casi gratis, es más fácil que hacerlo con una progresión alcista de los tipos. La expectativa de que la tendencia alcista de los intereses continuará en Estados Unidos durante todo el año y que en Europa se seguirá el mismo modelo para el verano, provoca que muchos gestores de estos fondos decidan hacer un alto en el camino y realizar beneficios.

Además, el precio de los bonos ha caí­do el 10% en apenas una semana (rentabilidades al alza), que a estos fondos les recuerda las barbas del vecino rasuradas. O dicho de otro modo, que apalancarse será más costoso y difí­cil en el futuro y por derivación, mayor será la prima de riesgo de la renta variable. Este porcentaje hay que multiplicarlo varias veces, incluso más de 10, porque el apalancamiento en futuros así­ lo permite. Con esta operación matemática se puede comprobar la magnitud del desastre que para algunos especuladores ha supuesto la caí­da de los bonos. Se explica, también, la mayor dificultad con que se enfrentan los fondos apalancados a la hora de pedir nuevos creditos.

El varapalo inicial a constructoras y eléctricas no significa, por lo demás, que ambos sectores se conviertan a partir de ahora en las cenicientas de la Bolsa española. Han sido los más agredidos en una primera fase, porque son los que mayores plusvalí­as acumulan desde agosto de 2004. Hay quienes consideran, es más, que mantienen intactos sus niveles de visibilidad, óptimos frente a otros sectores del mercado. Ahí­ está el reto, en cualquier caso. Por lo pronto, la especulación más atrevida huye de la Bolsa, porque en un rincón de la sala se ha detectado fuego. Unos pocos provocaron el incendio. El pánico ha hecho lo demás.

twitter.com/moisesssromero @MoisesssRomero

Moisés Romero




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