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LA INCERTIDUMBRE FISCAL ATIZA EL FUEGO

Moisés Romero - Miercoles, 23 de Febrero

{mosimage}En el teatro de la Bolsa alguien gritó ¡fuego! y todo el mundo corrió despavorido. Sólo los más frí­os, los que rehúyen del pánico, siguen sentados en su butaca, porque el humo bajista no es denso, no presagia desastres, por ahora. Los archivos policiales están repletos de sospechosos. Unos dicen que la cerilla la ha arrojado el Banco de Korea al desestabilizar el mercado de cambios y presionar al dólar a la baja. Otros, que la ola de frí­o intensa que se registra en algunas regiones de Estados Unidos ha sido la causante de que el barril tipo Texas vuelva a superar esa cifra abominable de los 50 dólares. También se alude a la estampida de fondos de alto riesgo ante la expectativa de tipos de interés más altos. Los mejor informados asienten, pero recomiendan no perder de vista la gran cantidad de globos sonda lanzados por diversas estancias gubernamentales en materia fiscal.

La incertidumbre es la peor aliada de las Bolsas en general, y del ahorro en particular. Máxime cuando la planificación es imposible debido al cambio de color de las camisetas polí­ticas. En el mal de altura de las Bolsas confluyen, como siempre sucede en estos casos, un número de factores muy interesantes, que abarcan asuntos económicos, polí­ticos, empresariales y de confianza de los consumidores en el futuro. La renta variable está obligada todos los dí­as a ponderar todos ellos, aunque sean de í­ndole diversa. Así­, los precios de las acciones tienden a imitar a los mejores cohetes aeroespaciales cuando el entorno muestra su cara más dulce y a caer a plomo cuando el horizonte aparece lleno de nubarrones.

En esta renovada ola de frí­o, que muchos participantes en el mercado parecí­an haber desestimado para siempre, el petróleo rompe resistencias al alza; el dólar vuelve a postrarse, ahora que hay paí­ses, como Korea dispuestos a aliviar sus reservas de divisas del peso de esta moneda; resultados de empresas emblemáticas, caso de la hispano argentina Repsol, decepcionan y los más aguerridos fondos de capital riesgo deciden coger las de Villadiego. Son ingredientes de primera calidad para que la Bolsa sirva en bandeja toda una amplia gama de bajas.

Hay un punto de especial interés en esta historia de descalabros de última hora. La Bolsa española ha bajado más que el resto de sus homólogas europeas. Además de la consideración técnica que se desprende de la composición de los diferentes í­ndices, con más peso de los valores clásicos en el Ibex, la incertidumbre fiscal está generando movimientos bursátiles internos, que fomentan la volatilidad y enturbian las expectativas de futuro.

Los mejores gestores nacionales y extranjeros llevan semanas advirtiendo del lanzamiento de globos sonda, desde varias dependencias gubernamentales, respecto a la fiscalidad que viene. Algunos han vuelto a releer el programa electoral del PSOE y les tiemblan las piernas. Si inciertas eran las pláticas electorales, hasta el punto de que provocaron enfrentamientos entre miembros que en la actualidad tienen cargos de máxima responsabilidad, más inciertas son las pretensiones de unos y otros en materia fiscal.

¿Adiós a la tributación fiscal por minusvalí­as y plusvalí­as bursátiles, con la fijación de otras directrices? ¿Adiós a las periodificaciones y a las exenciones totales cumplido cierto plazo de tiempo? ¿A quiénes favorecerí­an los tramos y las escalas que algunos anuncian? Son algunos de los interrogantes que se ciernen sobre las Bolsas desde hace tiempo. Al parecer, aunque esto nunca se puede asegurar, la primera gran actuación fiscal se va a centrar en el sector inmobiliario. Quizá por eso las constructoras han perdido los trastos, aunque el asunto no sea para ellas una cuestión de vida o muerte. La Bolsa, no obstante, suele confundir los términos.

Sí­ está constatado que hay inversores y gestores muy precavidos que desde enero han proyectado su propia estrategia fiscal. Abundan las aplicaciones en valores con plusvalí­as históricas, como fórmula de hacer frente a algunos desafí­os. Por eso, el volumen de negocio es más irreal de lo que parece.

twitter.com/moisesssromero @MoisesssRomero

Moisés Romero




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