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NIC, NO TOCAR PELIGRO DE MUERTE

Moisés Romero - Lunes, 04 de Abril

{mosimage}Uno de los grandes asuntos que planean sobre la Bolsa española, pero al que apenas se le presta atención, es la puesta en libros de las nuevas normas contables (NIC). La adaptación de la contabilidad empresarial española a lo generalmente aceptado en el resto del mundo supone, desde hace meses, auténticos quebraderos de cabeza para los directores financieros mejor preparados. Hay un pacto de silencio entre los que más influyen en el mercado, que es sinónimo en este caso, de pesadumbre. Muchas empresas van a quedar con sus vergí¼enzas al aire, como el Emperador. Los expertos vaticinan reacciones violentas de los inversores a las sorpresas mayúsculas que este fenómeno va a reportar. Las más capitalizadas, con el grupo Telefónica a la cabeza, ya han adelantado, no obstante, que están muy bien colocadas.

El Emperador estaba desnudo y ello provocó la exclamación del público. En multitud de empresas españolas cotizadas va a suceder lo mismo muy pronto. La mayorí­a de los participantes en el mercado creen que ésta o aquella empresa va vestida con sus mejores galas, pero la realidad es diferente. Como el Emperador, muy bien puede suceder que exhiban sus carnes desnudas, sin nada que las arrope. Las nuevas normas de contabilidad van a provocar un giro de dimensiones imprevisibles en la Bolsa española. Al menos, esa es la impresión que abunda en los cí­rculos mejor informados del mercado nacional.

Hasta ahora, lo poco y malo que se ha publicado han sido simulaciones, puros artificios contables, que no tienen validez alguna. Es más, las pretensiones de sensibilizar a la parroquia, con el lanzamiento sucesivo de globos sonda, no han servido para nada. Dado que los esfuerzos de las autoridades, de los reguladores y de las propias empresas han sido pocos y en todo caso, insuficientes, la insensibilidad del momento se antoja lógica, pero no por ello el asunto deja de ser menos inquietante.

Cuando pasado el verano de 2004 los mejores analistas advertí­an de este fenómeno, las empresas miraron para otro lado y la Bolsa siguió enfrascada en su dinámica de aupar posiciones tras el movimiento de recuperación de precios y volúmenes iniciado a mediados de agosto. Cuando en el estreno de 2005 estos mismos analistas han vuelto a la carga, las empresas se han tapado los oí­dos. Cuenta uno de los mejores analistas de la Bolsa española que las normas NIC es mentar la bicha para compañí­as cotizadas de gran calado. Están muy asustadas con lo que se les viene encima.

Las primeras impresiones son que aquellas empresas que han abusado de la periodificación de intereses y del manejo de los diferentes criterios de amortización van a ver seriamente dañados sus balances. También, las que han regulado a su libre albedrí­o los fondos de pensiones de sus empleados y por supuesto, las que tienen intereses demostrados en el exterior, que para el grueso del Ibex es Latinoamérica. La impresión es que algunos balances de otras tantas empresas no se van a tener en pie.

Hay miedo, en este escenario que comienza a erigirse, a la reacción de los inversores, incrédulos ante lo que habrán de ver. La capacidad de persuasión de las empresas y de las autoridades va a ser determinante. No obstante, en muchos casos las pócimas valdrán para poco. Sólo el grupo Telefónica ya ha advertido de que está bien preparado mientras Repsol cruza las lí­neas a trompicones.

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Moisés Romero




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