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¿Cómo ven el proceso independentista catalán en Wall Street?

Carlos Montero - Martes, 15 de Septiembre

Hablemos hoy sobre el proceso de independencia en Cataluña. Pero dejemos a un lado a las partes implicadas, y tomemos una visión externa que aportará una visión enriquecedora de cómo ve la comunidad internacional este conflicto.

Wolf Street, un blog ampliamente seguido por Wall Street, publicó recientemente su opinión sobre este proceso.  Creo instructivo publicar lo más interesante de su análisis, ya que es el que leerán las más influyentes personalidades financieras en EE.UU. y Europa.

Para una nación que no existe oficialmente, Cataluña sabe cómo celebrar el día de la nación (refiriéndose a la pasada Diada). El evento fue ampliamente alabado por su perfecta organización, y una vez más, el ambiente fue pacífico, de jovialidad, y de esperanza colectiva (el autor estuvo presente en la celebración).

Pero ahora las fiestas han terminado y el duro trabajo de construir una nación comienza. La esperanza, los lemas pegadizos y las grandes manifestaciones, por sí mismas no son suficientes para crear una nación nueva.

Una nación necesita una economía viable, que Cataluña ya tiene. Necesita también la aceptación y el reconocimiento internacional, lo cual será una montaña mucho más alta de subir, especialmente teniendo en cuenta la amenaza planteada por los movimientos separatistas en otros países europeos como Francia, Italia, Reino Unido o Bélgica. Necesita los órganos e instituciones básicas, que según el premier catalán Artur Mas, ahora están en fase de desarrollo.

En otras palabras, parece que la coalición independentista de Cataluña se está moviendo inexorablemente desde el reino de las palabras de fantasía a la esfera de la acción determinada. Mas y sus socios creen que para que Cataluña sea un estado nacional soberano tiene que tener su propio banco central – lo que es probablemente cierto - pero preferiblemente uno afiliado al Banco Central Europeo (BCE).

Esta es quizás la última paradoja: los separatistas catalanes quieren separarse de Madrid en nombre de la autodeterminación, pero la mayoría de ellos quieren seguir siendo parte de la UE y la zona euro, a pesar del sacrificio obvio que esto requeriría en términos de desarrollo económico y soberanía política.

La UE puede tener otras ideas, de todos modos. El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, ya ha rechazado rotundamente una petición para convertir al Instituto Catalán de Finanzas en un banco central afiliado al BCE. Y de acuerdo con el gobernador del Banco de España, Luis María Linde, si Cataluña declarara la independencia, los bancos con sede en Cataluña como CaixaBank, Banco Sabadell y Catalunya Banc. enfrentarían serios problemas.

No hay posibilidad, de una manera sistemática y significativa, de que un banco de un territorio que no es miembro de la Unión Europea sea financiado por parte del BCE a través de sus filiales en territorios que son miembros de la UE. El BCE presta solamente contra una garantía emitida por un prestatario que es miembro del espacio económico europeo.

Sólo el tiempo nos dirá si Linde está en lo cierto. Después de todo, no hay precedencia histórica para lo que podría estar a punto de suceder. Aun así, las profecías de fatalidad y pesimismo ya no tienen el impacto que tenían, una vez que se ha implantado en el estado de ánimo colectivo la idea de independencia (el autor no menciona que una gran parte de la población catalana, quizás mayoritaria, se muestra en contra de esa misma independencia).

Tampoco parece hacerse caso a las severas amonestaciones de los líderes europeos como Angela Merkel o David Cameron sobre que una Cataluña independiente estaría automáticamente fuera de la UE. En Cataluña, al igual que en Madrid, la emoción y el instinto, en lugar de la lógica o la razón, ahora están anclados firmemente en el asiento del conductor.

Es por esto por lo que casi cualquier cosa puede suceder en las próximas semanas y meses. Si la lista electoral común de partidos independentistas recibe la mayoría de escaños en las elecciones regionales de este mes, un resultado probable a raíz de las encuestas, se ha comprometido a establecer en un plazo no superior a 18 meses los marcos institucionales necesarios para liderar la región hacia la independencia. Eso incluye un ejército catalán (afiliado a la OTAN, por supuesto).

Esto se ha convertido en un juego de extremadamente altas apuestas de póquer político –y no sólo para Cataluña y España, sino para el conjunto de Europa.




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