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Cuando el bosque no deja ver el árbol: Sea más intuitivo!!

Carlos Montero - Viernes, 13 de Enero ¿Qué ciudad de Estados Unidos tiene más habitantes: San Antonio o San Diego? Los alemanes aciertan más que los estadounidenses (la respuesta correcta es San Diego). ¿Y entre Hanover y Bielefeld? En este caso son los estadounidenses los que saben más (Hanover). En ambas instancias, los extranjeros escogen la respuesta correcta al mencionar la ciudad de la que más han escuchado, asumiendo que es más grande. Los nativos, en cambio, saben más y dejan que un exceso de información estropee su decisión. Se trata de un ejemplo de heurística, un nombre rimbombante que alude a decisiones que se hacen por intuición más que por un método riguroso de razonamiento, que señala Matt Ridley en un artículo en Wall Street Journal.

Internet nos ha proporcionado la posibilidad de acceder a prácticamente todo el conocimiento, y acontecimientos en tiempo real. En el plano económico la información ha llegado a ser abrumadora. En ocasiones es difícil tener una idea clara de la situación actual y qué decir de intentar pronosticar un escenario válido. Así, a veces es mejor guiarse por la intuición que por la razón.
Rydley apunta que la mayoría de los empresarios y los médicos reconocen, en privado, que buena parte de sus decisiones se basa en la intuición y no un sesudo análisis de costos y beneficios. En público, por cierto, otro gallo canta; señalar en un tribunal que una decisión se basó en el instinto es dejar la puerta abierta para una querella.
Gerd Gigerenzer, director del Instituto Max Planck para el Desarrollo Humano, en Berlín, cree que debieran proclamar el uso de la heurística a los cuatro vientos. En los últimos cinco años, el profesor ha difundido en libros y revistas un mensaje asombroso: la intuición no sólo acelera nuestras decisiones, sino que las mejora.
Para él, los complejos problemas humanos no requieren, necesariamente, de soluciones complicadas y un análisis más detallado no siempre mejora una decisión y a veces la empeora. Gigerenzer es de los que creen que menos es más. La información extra distrae a la persona y la hace perder de vista los pocos y sencillos aspectos esenciales de un problema.
Cuando Jeffrey Skiles, el copiloto del avión que acuatizó de emergencia en el Río Hudson, entre Nueva York y Nueva Jersey, en enero de 2009, explicó cómo él y su capitán habían decidido que era imposible aterrizar en el aeropuerto más cercano, describió una decisión heurística.
El economista Harry Markowitz obtuvo el premio Nobel al diseñar una compleja fórmula matemática para elegir gestores de fondos. Cuando se jubiló, sin embargo, prefirió, al igual que la mayoría de las personas, dividir sus fondos en forma equitativa entre un grupo de gestores de fondos.
Hace unos años, un hospital de Michigan constató que los médicos, preocupados por posibles demandas judiciales, enviaban a demasiados pacientes con dolores en el pecho a la unidad de cuidados coronarios, donde se disparaban los costos y aumentaba el riesgo de infección para quienes no padecían un ataque al corazón. El hospital impuso un complicado modelo logístico para evaluar a los pacientes de forma más eficiente, pero los doctores lo detestaron y pronto volvieron a su antiguo proceder.
Gigerenzer y sus colegas propusieron un sistema que les hace a los médicos tres preguntas acerca de los electrocardiogramas y otra información. Cada pregunta es contestada con un simple sí o no. El cuestionario heurístico ayudó a enviar a la unidad coronaria sólo a los que lo necesitaban.
En la última crisis financiera los complicados algoritmos que otorgaron calificaciones AAA a deudas tóxicas dejan en evidencia la esterilidad de saber demasiado.

Fuente: Matt Ridley




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