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El Banco de España recorta el crecimiento del PIB para 2023 hasta el 1,4% frente al 2,1% del Gobierno

Redacción - Miercoles, 05 de Octubre

El Banco de España ha presentado sus estimaciones para un periodo de elevada incertidumbre como consecuencia de la guerra en Ucrania y cuyo mayor riesgo reside en un corte del suministro de gas por parte de Rusia, para el conjunto de las grandes economías europeas. Prevé que tras un crecimiento del PIB estimado del 4,5% para este año, la economía española se desacelerará hasta el 1,4% en 2023 para retomar un mayor dinamismo en 2024, avanzando un 2,9%. Esta tendencia provocará que los niveles de prepandemia se trasladen a primeros de 2024, en lugar de finales de 2023, como se esperaba.

Según el Banco de España, esta tendencia se ha producido, como consecuencia del debilitamiento de los indicadores de confianza que ha dañado las perspectivas a futuro de las empresas. En sentido postivo el empuje del sector turístico que pese a su vigor no ha contrarrestado las fuerzas negativas. De hecho el Banco de España estima un leve crecimiento del PIB del 0,1% en el tercer trimestre tras el registro conocido del 1,5% en el segundo, tendencia que se mantendrá en los meses siguientes hasta la primavera de 2023, donde podrían apreciarse signos de recuperación, según el director general de Economía y Estadística, Ángel Gavilán.

También modifica, en este caso al alza, el ritmo de avance de los precios a lo largo de todo el horizonte de proyección respecto a las presentadas en julio. Se contemplan tasas de inflación significativamente más elevadas y persistentes que las anticipadas unos meses atrás. En particular, se prevé una inflación media en 2022 del 8,7%, que se moderará gradualmente hasta el 5,6% y el 1,9% en 2023 y 2024, respectivamente.

Como es lógico, estas perspectivas acerca de la evolución de la inflación también están sometidas a una extraordinaria incertidumbre y dependerán, entre otros aspectos, de la trayectoria de los precios de las materias primas y de la reacción de los salarios y de los márgenes empresariales ante el aumento de los precios de consumo y los costes de producción, según Gavilán.

Estas cifras contrastan con las anunciadas ayer por el Gobierno, que bajó seis décimas la previsión de crecimiento para el próximo año, hasta el 2,1%, debido principalmente a la elevada inflación, ya que el deflactor del consumo privado, un indicador similar al índice de precios de consumo, se ha revisado al alza, del 2,9% al 4,1%.

Pese a que hasta ahora no se ha realizado un estudio profundo de las cuentas presentadas ayer, Gavilán quiso resaltar que el dinamismo de los ingresos publicos que se recogen en los presupuestos, están influenciados por la evolución de la inflación, "por lo que no serán permanentes", señala. Otro mensaje que quiso destacar Gavilán, es que a pesar de estos mayores ingresos no se aprecian efectos notables en la reducción del déficit.

Pacto de rentas implícito

A pesar de que considera que las tensiones inflacionistas siguen siendo elevadas en España, no se aprecia, por el momento, efectos de segunda vuelta significativos sobre la inflación vía salarios, si bien es cierto que se aprecian incrementos salariales pactados algo superiores en aquellas ramas de los servicios que presentan una mejor evolución del empleo desde el comienzo de la pandemia.

Por lo que se refiere a los márgenes empresariales, se mantienen relativamente contenidos en términos agregados, aunque muestran una notable heterogeneidad entre sectores y empresas. Según los datos de la autoridad monetaria, los margenes de muchas compañías están comportándose en línea a como lo viene realizando la demanda.

Como conclusión, puede afirmarse que de la evolución de salarios y márgenes se desprende que se está produciendo un "pacto de rentas implicito".

Otro de los mensajes lanzados por el Banco de España se refirió al menor ritmo de lo previsto en la filtración de los fondo europeos Next Generation al conjunto de la actividad económica, medidos en términos de contabilidad nacional, lo que sin duda tiene su reflejo en el crecimiento del PIB y una relativa pérdida de intensidad, que se trasladará en parte a 2024, según Gavilán.

Según se desprende del informe trimestral de la economía española del Banco de España, la actividad económica global ha perdido dinamismo en los meses de verano, como consecuencia de una serie de factores adversos que interactúan entre sí. El repunte de la inflación mundial “se ha intensificado hasta niveles inéditos en varias décadas” recoge el estudio, lo que está motivando una reacción contundente de los bancos centrales, que, a su vez, está dando lugar a un tensionamiento de las condiciones financieras.

Además, una porción muy elevada de la aceleración de los precios de consumo está viniendo determinada por el incremento del coste de muchas materias primas importadas, lo que está comprimiendo el poder de compra de las rentas de hogares y empresas no financieras.

También en España se han multiplicado en los últimos meses las señales de pérdida de dinamismo de la actividad económica. El levantamiento de la mayor parte de las restricciones frente a la pandemia, que ya había impulsado la actividad en el segundo trimestre, ha favorecido la continuación de la reactivación del turismo internacional en los meses de verano. Sin embargo, el ritmo de crecimiento de la afiliación a la Seguridad Social, cuyo vigor había sorprendido al alza durante la primera mitad del año, se desaceleró en el tercer trimestre.

El encarecimiento de la energía, que se ha ido extendiendo gradualmente a una proporción creciente de los bienes y servicios de la cesta de consumo de los hogares, ha reducido el poder de compra de estos agentes, lo que se ha traducido en un debilitamiento de los indicadores que miden su gasto. El elevado coste de las materias primas energéticas y la inseguridad con respecto al suministro están afectando a la producción de las industrias más electrointensivas.

El principal riesgo para la UEM es que se acentúen los problemas derivados de los cortes de suministro de gas. Ante la prolongación y escalada de la guerra en Ucrania, las proyecciones de septiembre del BCE plantean un escenario hipotético más adverso, en el que se, entre otros factores, la pérdida total de acceso al gas ruso, una intensificación de los problemas de suministro, por ejemplo, como consecuencia de un invierno más frío de lo habitual, y un aumento de la incertidumbre económica y financiera que daría lugar a una elevación de los costes de financiación bancaria. Bajo dichas condiciones, el PIB del área del euro podría llegar a contraerse un 0,9% en 2023.




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