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“Observa con calma; asegura nuestra posición; esconde nuestras capacidades y espera nuestro momento”

Carlos Montero - Lunes, 05 de Agosto

Si de algo se habla en los mercados, y fuera de ellos, en los últimos meses, es de la guerra comercial entre EE.UU. y China. En realidad, deberíamos llamarla guerra de liderazgo, porque no es únicamente en el plano comercial en el que se libra esta batalla, y no acabará con un acuerdo de última hora antes de que penalice a Trump en las elecciones. China está decidida a arrebatar a EE.UU. el liderazgo mundial en las próximas décadas, y EE.UU. luchará para que no lo consiga. 

Nos quedan muchos tweets de Trump, muchas declaraciones de las autoridades chinas, muchas llamadas a la calma por parte de la comunidad internacional todavía. Es sólo el comienzo de un largo proceso de ajuste estratégico, que no acabará con la salida de Trump del gobierno.

“Observa con calma; asegura nuestra posición; afronta las tareas con calma; esconde nuestras capacidades y espera nuestro momento; sé bueno manteniendo un perfil bajo; y nunca reclames el liderazgo”. China parece haber seguido desde hace mucho tiempo la estrategia articulada por su líder Deng Xiaoping en 1990, manteniendo un perfil relativamente bajo en la escena geopolítica mundial.

"Durante muchos años la gente se ha preguntado si, y en qué momento, China intentaría “tomar el mundo”, como la mayoría de las grandes potencias han hecho a lo largo de la historia. Las posiciones del nuevo líder Xi Jingping no muestran todavía una actitud abiertamente beligerante, pero sin duda muestran una desviación de la política de “perfil bajo”", se preguntaba el brillante analista Nicolás López de M&G Valores en un reciente artículo, contestándose:

El momento decisivo se produjo en octubre de 2017 cuando en un discurso ante la asamblea del Partido Comunista afirmó que Beijing ya no se escondería del liderazgo mundial e incluso buscaría promover su modelo económico alrededor del mundo. “Ha llegado la hora para nosotros de tomar el escenario central en el mundo y hacer una mayor contribución a la humanidad” afirmó Xi. Aunque la nueva misión de China en el mundo se proyecta en teoría hacia el liderazgo económico, no han faltado tampoco referencias al nuevo papel del ejército y amenazas latentes a Hong Kong y Taiwan, territorios que China siempre ha considerado parte de su nación. No es extraño que pocos meses después, en marzo de 2018, Donald Trump pusiera en marcha la “guerra comercial” con la implementación de aranceles sobre 50.000 millones de dólares de productos importados de China.

La guerra comercial entre China y EEUU es un síntoma más del cambio de status de china en el mundo y la consecuente reacción de EEUU al mismo. En las últimas décadas las relaciones entre China y el resto del mundo se han caracterizado por un desigual grado de apertura de unos y otros. Por un lado, los países desarrollados han permitido la llegada de bienes e inversiones de China sin apenas limitaciones, mientras que ésta restringía fuertemente la inversión exterior para proteger a sus empresas. En particular China ha favorecido el desarrollo de empresas tecnológicas propias vetando la entrada de las grandes compañías norteamericanas en su país. Durante décadas esta situación se ha permitido porque China era un país en vías de desarrollo que necesitaba proteger sus empresas para desarrollarse. Una vez convertida China en una gran potencia, EEUU ha decidido que es el momento de equilibrar las reglas de juego. Sin embargo, a la hora de reclamar una mayor liberalización en China, entran en colisión dos modelos económicos y políticos de difícil convivencia. Nos encontramos en una fase de transición hacia un nuevo equilibrio que está creando tensiones económicas con repercusiones en todo el mundo. La desaceleración económica que viene produciéndose en Europa y otras partes del mundo ha ido en paralelo al proceso de escalada de la guerra comercial entre EEUU y China. Es difícil saber si es la causa principal, pero seguro que es uno de los factores que la explican. Para una economía con marcado carácter exportador como la de la eurozona, la caída del comercio global ha sido sin duda un factor clave en la pérdida de dinamismo de los últimos trimestres.




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