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Reformas Laborales

Santiago Niño Becerra - Martes, 25 de Abril

Está en la calle: ¿hay que derogar las Reformas Laborales?. A ver si lo cuento con claridad.

España tiene un modelo productivo que se basa en la utilización de grandes cantidades de factor trabajo para producir los bienes y servicios que elabora.

Los bienes y servicios que España elabora son, en gran medida, de medio y bajo valor añadido.

Produciendo medio y bajo valor añadido sólo compensa la inversión en tecnología para ganar productividad si se controlan amplias y muy amplias cuotas de mercado, sino es más rentable continuar con el uso masivo de factor trabajo barato.

Una elevada productividad permite la reducción de costes, lo que posibilita la bajada de precios de venta y la ganancia de competitividad, tanto en el mercado interior como en los exteriores.

La tecnología cumple tres reglas básicas: cada vez es más sofisticada por lo que permita realizar un creciente número de tareas crecientemente más complejas; con el tiempo –cada vez menos tiempo– tiende a abaratarse por lo que una mayor cantidad de productores y actividades tienden a incorporarla a sus procesos productivos; y cada vez su uso es más sencillo por lo que su manejo requiere una menor cualificación. Por ello las actividades que no las incorporan pierden competitividad de forma imparable.

A la mayoría de empresas españolas no les sale e cuenta invertir en tecnología a fin de mejorar su productividad y ganar competitividad, por lo que la competitividad tienen que obtenerla a través de otro sistema.

El sistema elegido por España para ganar competitividad ha sido la precarización y el abaratamiento del factor trabajo porque, recuerden, en base a lo que España fabrica, a la mayoría de las empresas no les sale a cuenta ni invertir ni reorganizar para modificar su sistema productivo.

Es decir, la economía española precisa trabajo precario, condiciones laborales raquíticas, salarios reducidos, despidos fáciles y baratos, y mantener altas tasas de desempleo y subempleo a fin de que se acepten esas condiciones de trabajo y esas remuneraciones; sólo así puede ser competitiva.

La desgraciada conclusión a la que se llega es que España precisa de la vigencia de las reformas laborales del 2010 y del 2012 si quiere mantener su competitividad ya que, caso de derogarlas, la perdería y aún crecería menos.

Sabiendo que esa fórmula perversa es temporal: a medida que la tecnología se vaya sofisticando, abaratando y su manejo haciéndose más sencillo, la ventaja que España tiene manteniendo esas condiciones laborales y salariales precarias la irá perdiendo.

Si a ese escenario se añade un endeudamiento descomunal y una crónica insuficiencia recaudatoria tanto en el marco de las contribuciones fiscales como de las sociales, se dibuja que un panorama bastante sombrío para la economía española (con independencia, claro, de lo que los políticos digan).

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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