La Carta de la Bolsa La Carta de la Bolsa

Versión micro

Santiago Niño Becerra - Jueves, 03 de Septiembre Hace unos días percibí la versión microeconómica de la precrisis, y también la visión lógica de sus actores. En una tarde de Sábado infernal por el calor y la humedad (en Barcelona y su costa, sobre todo en Verano, la humedad es algo horrible: la combinación de calor y humedad crea, según que días, ambientes semitropicales) mi esposa y yo fuimos a recoger un par de cosas que teníamos encargadas en una tienda de la zona comercial de la localidad en la que ya les he comentado que resido.

De vuelta a casa pasamos por delante de la tienda-estudio de una diseñadora que, unos años atrás, nos había dado ideas para las reformas que realizamos en nuestro domicilio, una chica belga, de gusto exquisito y de profesionalidad a prueba de bombas. En el cristal del ventanal puerta un lacónico anuncio: “Liquidación por cierre”.

ilustraciónQuiso la casualidad que en el momento en que pasábamos por delante de su estudio ella saliese del mismo. Cruzamos la calle: hacía tiempo que no nos veíamos y tanto ella como nosotros supusimos que había cosas que teníamos que decirnos.

Nos explicó que iba a cerrar porque no era lógico que mantuviese abierto un negocio con el que ya nada ganaba, que era absurdo hacer lo que estaban haciendo otros colegas y conocidos suyos propietarios de pymes y de actividades comerciales al detall, que estaban viviendo de sus ahorros esperando el milagro reactivador que, decía, no iba a llegar. Mirándonos fijamente nos dijo: “Estamos entrando en una nueva era”.

Estuvimos un rato haciendo memoria. Nos contó sobre los años gloriosos, los años en que le llamaban para reformar un dormitorio y acababa orientando sobre las cortinas de toda la casa, cortinas que estando en perfecto eran eran cambiadas por capricho, nos contó sobre el no parar en que se había convertido su mundo -muchos otros más mundos, en realidad- debido al boom; nos contó sobre las magníficas ganancias que había tenido, sobre los proyectos que había realizado, y sobre la verdadera razón de su bonanza: el crédito, porque es perfectamente consciente de que sin el crédito el pasado boom no se hubiera producido. Ella misma lo dijo: “Eso ya nunca más volverá a ser así”.

Evidentemente había un tono de nostalgia en sus palabras, pienso que no de amargura, ni de tristeza; pasó algo excepcional, y ella se benefició mucho, mucho de esa excepción. Le ha quedado una casa preciosa y, prácticamente, ninguna deuda; y las experiencias: “Estos años he vivido muy bien”, afirmó con convencimiento.

¿Ahora?. Reorientar su carrera. Es una persona extraordinariamente profesional; como free lance, posiblemente. Tiene contactos, muchos: un activo muy valioso. Un rato después nos despedimos, y a mi me dio la sensación de que aquel estaba siendo el momento cero de algo. No porque sea una pequeña empresa que vaya a cerrar, casos como esos ya se han producido un montón; no porque no tenga contacto con el día a día: a cada minuto puede percibirse la precrisis en el aire; es porque era la primea vez que alguien completamente consciente de lo que está sucediendo toma la decisión de cancelar una actividad -que es su actividad- a fin de cambiar su rumbo; no de que al propietaria o propietario se la cierre la justicia por impagos y deberes, sino de cerrarla ella o él tras un proceso lógico en el que llega a la conclusión de que lo pasado no va a volver porque estamos entrando en una nueva era.

Y es que así va a ser.

(Les voy a contar una historia. Había una vez alguien que prometió cosas imposibles para mañana si le daban pasta hoy; como la cosa no estaba muy clara, un tercero garantizó los rendimientos de los que metían la pasta; y, como era previsible, el invento salió mal, y el garantizador cumplió y se volvió contra quien prometía esos imposible. “O me pagas o pasarán cosas”, le dijo, y el prometedor comprometió los futuros contenidos de las huchas de sus hijos para pagar el estropicio.

“Bueno, dice el del fondo, pero eso es una historia”, pues no, es un hecho real. Islandia, bajo la amenaza de cosas terribles se va a empeñar por no se sabe cuanto para pagar a los Estados de los Países Bajos y The UK las garantías que dieron a los inversores que se creyeron las fábulas que prometieron bancos islandeses, de tal modo que la ciudadanía islandesa va a tener que apechugar con unos riesgos absurdos asumidos por ciudadanas/os holandesas/es y británicas/os. ¿De dónde han venido las amenazas directas?, pues del primo de aquella marca de zumos: del mismísimo FMI. Así invierte cualquiera, ¿a qué si?).

(El desempleo -registrado- ha aumentado: ¿alguien lo dudaba?. Con los datos actuales y proyectando la tendencia actual, el reino alcanzará los 4 millones de personas desocupadas -registradas- en algún momento del próximo mes de Octubre, y los 5 millones en algún momento de Febrero del 2010).

Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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