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2015, más aún

Santiago Niño Becerra - Jueves, 29 de Enero

La primera semana del año es la de los sueños, fundamentalmente los de los Gobiernos que se hallan en año electoral. Y lo que el Gobierno de España está diciendo es que en este año que ahora comienza España, definitivamente, va a volver a ir bien. A la vez se está dando otro fenómeno que ya empezó a mediados del pasado año: la ciudadanía, las ciudadanías de todos los países, quieren creer que ya-se-está-empezando-a-salir-de-verdad.

Lo que dice el Gobierno de España, su optimismo, no tiene justificación ninguna: la deuda pública supera 1 B €; la deuda externa 1,7 B €; la de las familias los 0,75 B €; la deuda de las empresas los 1,3 B €; la capacidad de ahorro media de las familias españolas es del 0%; a uña de caballo se está sustituyendo empleo fijo a tiempo completo, con salarios nominales crecientes, por empleo temporal y a tiempo parcial, subremunerado y del que se puede prescindir a coste simbólico; un empleo que se crea, fundamentalmente, en el turismo y en el comercio, un turismo en el que los ingresos reales por turista y día están estancados y un comercio que está vendiendo a base del desahorro de las familias. Las exportaciones, si: prácticamente ya han llegado a su máximo, y de ellas, mayoritariamente, se benefician actividades muy concretas que han obtenido casi toda su competitividad de la ‘devaluación salarial’ que las sucesivas reformas laborales han ido posibilitando. Más de uno de cada dos jóvenes españoles está desempleado, casi uno de cada cuatro españoles es pobre y lo es más de uno de cada tres niños. Y con este decorado y con el anuncio del bocadillo de pan y tu te imaginas lo de en medio, como fondo, el Presidente del Gobierno dice que la crisis ya es historia.

España lleva ya tiempo deslizándose hacia la sociedad 1/3: 1/3 de la sociedad excluido y sin casi posibilidades de salir de su situación; 1/3 de personas que tras siete años de recortes de rentas, de disminuciones en el modelo de protección social, y de limado de plantillas quieren creer que ya están a salvo y desahorran; y 1/3 que se mueven en actividades y en compañías que tienen campo para correr y que incluso, sus integrantes, piensan que son necesarios. En este último tercio estarían los empleados públicos con sus remuneraciones recortadas, los profesionales libres que han sobrevivido, los directivos que se han adaptado y cuyos bonus han podido caer, los pequeños comerciantes que han resistido, … Cuando el Sr. Ministro de Economía dice eso de que ‘Los españoles ocupados han perdido el miedo a perder el trabajo’ se refiere a esos 2/3, pero pienso que retuerce el razonamiento que efectúan esos ciudadanos: esos 2/3 quieren creer que su situación personal se está normalizando y desean creer que van a ir a más, pero absolutamente nada garantiza que eso vaya a ser así: recordemos las ‘alegrías’ del 2009 y medio 2010 que trajeron el Plan E. El Sr. De Guindos utiliza esa querencia de los españoles como razonamiento político. Y aún hay otra cosa.

La economía española es una economía dependiente: de-pen-dien-te. Depende que venga turismo; de las importaciones de petróleo; de que el resto del mundo compre lo que aquí se fabrica, especialmente Europa; de que le compren la deuda, de que le vaya bien a Alemania. ¿Por qué? Pues porque España no tiene protagonismo alguno en el escenario en el que juega.

Los problemas del planeta, de Europa, de España siguen siendo, en el 2015, los mismos que  años atrás, pero acrecentados porque nada se ha hecho para revertirlos: 1) el total de lo que se debe es impagable; da igual lo que digan políticos y banqueros, expertos y no expertos: no se puede pagar todo lo que se debe y seguir sosteniendo eso supone negar la realidad y seguir alimentando las falsas creencias de una ciudadanía harta de crisis; 2) existe un exceso de capacidad productiva inabsorbible e inutilizable porque no hay ni renta ni capacidad de endeudamiento para absorberlo; 3) la necesidad de factor trabajo es decreciente, y esa tendencia va a ir aumentando a medida que se vaya abordando 2) y a medida que la productividad vaya creciendo a fin de reducir costes; y 4) hay un follón financiero: estado de la banca, futuros y derivados, morosidad e impagadosidad, a nivel planetario que nadie se atreve a tocar porque está cogido con pinzas.

España, ni está bien, ni nada apunta que vaya a estarlo, al margen de lo que la ciudadanía española desee y de lo que el Gobierno diga explotando ese deseo. Y eso sin entrar en la particular problemática regional española: ¿qué regiones son sostenibles, qué competencias autonómicas son financiables?, que ningún Gobierno ha querido abordar.

¿El 2015?. Pues pienso que se continuará profundizando en la construcción de la Nueva normalidad, a lo que ayudará el deseo de que las cosas dejen de ir mal.

Yo sigo sugiriendo (que no aconsejando ni recomendando) lo mismo: ahorren lo que puedan; reduzcan o mejor aún cancelen deudas; antes de realizar un gasto piensen tres veces si lo necesiten; colaboren con otros compartiendo bienes y servicios. Y no escuchen cantos de sirena: Uds. son más listos de lo que quieren hacerles creer esos que entonan tales cantos y en su fuero interno saben que pasa en la calle; ¿o me van a decir que no es así?.

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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