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Argentina, el pique corto de la tortuga: ¿qué estamos festejando?

Germán Fermo - Martes, 22 de Mayo

Cuando a una tortuga se le exige un sprint, se corre el riesgo de que se le desgarre el gemelo. Perdimos dos años sin plan económico aplicando el “duranomics” entendido como aquel proceso de marketing comunicacional en donde nunca se le anuncia una mala noticia al electorado y en donde a los problemas económicos en vez de corregirlos, se los exacerba. Poner al marketing por encima de la economía resultó ser una ingenuidad carísima y el mercado tuvo que encargarse de hacer algo que nuestro Presidente venía esquivando: dejar de subestimar a los argentinos y contarles finalmente que estamos en estado de absoluta bancarrota. Ahora que en el corto plazo se está calmando el delirio del dólar de los últimos días, se debería venir la rendición de cuentas, esta torpeza fue carísima y sin embargo, sólo percibo una tibia autocrítica amarilla teñida del tono políticamente correcto que siempre ha caracterizado a un gobierno que solo semanas atrás nos relataba que lo peor había pasado. Noto incluso mucho optimismo en torno a una severa derrota y como están las cosas, me preocupa que en el próximo año y medio nuestra honorable clase política se patine también al préstamo del FMI y en eso, oposición y oficialismo, son socios. Lo único que no se ajusta en este país son los beneficios de los dirigentes. Ojalá esta vez me equivoque, pero perdí la capacidad de creerle a este gobierno y les advierto a los argentinos que seguramente ya se preparan para disfrutar de un irrelevante mundial de futbol que, si no corregimos ahora, corremos el severo y tangible riesgo de defaultear en un par de años.

Renta Financiera: el impuesto más caro de la historia. Sería útil que el gobierno aclare que ninguna de las medidas que nos esperan para los próximos años será libre de costo social y político, de ahí que no entiendo la euforia con la que se anunció la renovación de Lebacs, una bomba que crece al 40% anual y que requiere de un plan urgente de desactivación. Se perdieron dos largos años al ritmo de un marketing electoral que sólo agravó los desequilibrios originales y ahora con tasas internacionales en pleno proceso de suba, resulta mucho más difícil implementar cualquier tipo de corrección. Otra vez más, un experimento populista que sale pesimamente mal y esta vez el encargado de hacérnoslo saber fue un mercado internacional que nos pegó un sacudón violento para ver si nos despertábamos de esta siesta amarilla que no hizo otra cosa que adormecernos a pura fe y esperanza populista. El virtuoso gradualismo de Cambiemos no hizo otra cosa que conducirnos a una licuación devaluatoria con un préstamo del FMI como frutilla del enguizado. Quizá la infinita serie de torpezas de este gobierno se resuma en una frase: resulta imposible cambiar de verdad si no se opta por la carta de la sinceridad y la asunción de severos costos políticos.

El Banco Central enloqueció al mercado en 10 días. Desde el 2016 perdimos el tiempo intentando convencernos de que el gradualismo era la única opción, lo cual a la luz de los resultados recientes ha sido un formidable fracaso. El populismo blando mutó a un “gradualismo al revés” entendido como el proceso de lenta exacerbación de los problemas originales, en vez de corregirlos. El extremo y fracasado concepto de keynesianismo que domina la lógica de este “no plan económico” sigue suponiendo que la solución de todos nuestros males radica en la intensificación de un concepto que nos viene quebrando desde hace décadas: “aumento de gasto público”, el gran comprador de votos de cada movimiento político que queda al mando. Esta serie de fracasos consecutivos e impensados nos ocasionó una corrida cambiaria autogenerada y única en mercados emergentes. Ante el susto, el equipo al mando decidió improvisadamente recurrir al FMI para que diese una contención y frenase una corrida que superó ampliamente a cualquier intento de contención oficialista. Lo cierto es que el autodenominado “dream team” nos llevó a una pesadilla cambiaria innecesaria y ahora, volvimos al lugar que mejor nos sienta: la B con un FMI que intentará disciplinar a un gobierno que le ocultó a los argentinos el severo estado en el que se asumía y ahora con dos años perdidos les cuenta lo que debió advertir desde un inicio: venimos fundidos. De esta forma, parecería que el oficialismo intenta enviar un mensaje de aceleración de la corrección fiscal frente a una obviedad preocupante: si hay algo que este gobierno no sabe hacer es acelerar, a la tortuga se le puede romper el gemelo si la estresamos demasiado. La ironía de este episodio cambiario incomprensible, costosísimo e innecesario es que el plateísta más extremo terminó siendo aquél que estando en la función pública, no advirtió el problema, que por inacción lo convirtió en una crisis y culminó recurriendo a un prestamista de última instancia para que nos sirva de garante y frene una embestida que no pudimos parar con credibilidad propia. El fracaso de los intelectuales del gradualismo ha sido rotundo por una sencilla razón: le chingaron al signo, la idea era corregir lentamente, pero terminaron complicándolo todo al ritmo que mejor les sienta: en cámara lenta, siempre.

Buena noticia: la transición del caos cambiario a una lenta mediocridad. Celebro como argentino que se haya calmado la locura de los últimos días. Critico al mismo tiempo el triunfalismo con el que el gobierno se lo relata a los argentinos. Nos fuimos a la B como consecuencia de una serie de severos errores de estrategia política y juicio económico, es tiempo de una respetuosa reflexión, en donde el festejo de lugar a un sincero pedido de disculpas. Lo actuado por BCRA en la corrida fue bastante fuera de lo normal. Nunca vi a un central con política monetaria aleatoria. Es más, al día de hoy no sé cuál es la regla monetaria. ¿Por cuánto tiempo van a dejar el offer de USD 5.000 en 25? ¿Cuál es el plan para el mes próximo con las lebacs? De esta forma, lo mejor que puede pasarnos como país de caras a diciembre es que el mundo se olvide por un rato de nosotros, que dejemos de ser noticia por nuestras crisis cambiarias y si eso ocurre, que lentamente salgamos del caos y nos encaminemos a un sendero de mediocridad en donde el riesgo país comience a descender y a intentar recuperar los niveles previos al comienzo de todo esto: 26/4/18. Lejos están ya los días de Argentina convergiendo a Brasil en riesgo país, por el momento deberíamos conformarnos con quedar a mitad de camino entre lo que Argentina era en octubre de 2017 y lo que hoy es como consecuencia de la conferencia de prensa del 28/12/17. La gran moraleja de todo esto es que ser torpes y populistas terminó empobreciendo otra vez, a la nación entera. Es tiempo de Churchill, es tiempo de despertar a la tortuga, dejemos a Duran para cuando seamos ricos, en unos mil años.

Sherman
Director, MacroFinance
gf@germanfermo.com
Twitter: @germanfermo
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