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Inteligencia Económica

Santiago Niño Becerra - Domingo, 31 de Agosto

Decíamos que España ha llegado tarde a la Inteligencia Económica. (España, en toda su historia sólo ha llegado pronto a un sitio: a América, y porque se equivocó; y a pesar de expoliar mucho se aprovechó muy poco).

Bien, decíamos que España ha llegado tarde a eso, pero yendo al fondo, al fondo, fondo, el mundo de la IE no es más que una nueva manifestación del exceso de capacidad productiva existente que embarca a los concurrentes en una dinámica de ‘o sé lo que haces y me protejo o me superas y me comes, por lo que antes intento comerte yo’.

Si lo piensan no es más que una evolución de aquel ‘sobrevive el más adaptado’ y de aquella ‘destrucción creativa’: darwinismo y shumpeterismo de toda la vida, y pienso que no, que los tiros ya no van por ahí.

Cuando Drawin y Schumpeter enunciaron sus principios todo estaba por hacer e infinita se creía la cantidad de recursos de que se iba a disponer para hacerlo, literalmente. Y entre 1870 y 1970, tragedias al margen, el capital y la producción fueron como un tiro. Pero eso ya no es así.

Pienso que alguna vez hay que empezar a decirlo: la competencia salvaje, a muerte, con el cuchillo en la boca; la competencia de el-ganador-se-lo-lleva-todo, la de ‘tonto el último’, la del pez grande, informado con mecanismos de protección y ataque, se come al chico, esa competencia que en los 1880 o 1950 podía tener sentido porque había campo para todo el mundo, pienso que ya está superada, y no por nada ético, sino por pura eficiencia.

Compartir, colaborar, intercambiar, construir conjuntamente –el concepto ya está inventado: coopetition– para crear clusters, ejes y redes transnacionales, transcontinentales, que incorporen la planificación estratégica necesaria para maximizar los recursos disponibles, ahí, pienso, está el punto.

Lo otro es pura lucha de supervivencia en un entorno de exceso de capacidad para fabricar de todo, es decir, desperdicio. En los 50 o 60 podía ser complicado, pero hoy se sabe qué es preciso y dónde lo es, y quienes pueden hacerlo y de qué modo a fin de que salga mejor en todos los aspectos. Y la I+D+i+d conjunta también. Y si alguien en algún garaje de Santa Monica o de Sant Cugat inventa algo, pues genial: también al saco.

Lo que pasa es que aún se arrastra la filosofía del modelo antiguo: el yo-yo-yo. Mis instalaciones, mis accionistas, mi financiación, mis subarrendadas, mis autónomos, … Un paso a superar, ya. Con el nuevo modelo. ¿Idealismo?, ya verán como no: pura necesidad.

http://politica.elpais.com/politica/2014/08/29/actualidad/1409322753_091871.html

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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