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La nueva guerra

DROBLO - Jueves, 19 de Mayo

¿Recordáis alguna de las películas rodadas en plena guerra fría entre la URSS y los EUA? Recuerdo un par en que las dos superpotencias debían, en una por una amenaza de un meteoro y en la otra por un problema en una nave espacial, olvidar sus diferencias y ponerse de acuerdo para trabajar unidas. En la primera para salvar al mundo debían unir sus misiles ilegales y nunca reconocidos que tenían en el espacio -apuntándose el uno al otro, claro- para dispararlos al unísono contra el meteoro y en la segunda debían utilizar la potencia de una nave y el combustible de la otra para poder salvar la vida de los tripulantes de ambos países por encima de las discordias de sus gobernantes. No las he citado como cinéfilo aficionado que soy sino porque son la prueba que nos muestra que la confrontación entre personas razonables, por muy distantes ideológicamente que sean, puede salvarse. Así pues, es más que probable que durante toda la guerra fría la consciencia del poder nuclear del rival llevara a inhibir las ganas de cada uno de iniciar un enfrentamiento armado con el otro. En la segunda mitad del siglo XX hubo varios momentos de gran tensión internacional entre ambas superpotencias que llevaron a popularizar el miedo a una hecatombe nuclear pues la población era consciente que, aunque hubiera un ganador oficial –caso improbable- el perdedor sería la Tierra como planeta y los humanos como raza; quizás por eso no ocurrió.

Nuestro instinto de supervivencia, pues, nos salvó y sigue funcionando en rivalidades enconadas como la de la India y Pakistán o entre las dos Coreas. Sin embargo, ese instinto de supervivencia, ese miedo a morir en muchos casos ha sido superado y en todas las facetas de la vida hemos encontrado héroes que han perdido la vida por causas nobles como salvar a otros en un incendio o en un naufragio. El problema es la concepción que se tiene de lo que es una causa noble. En la Segunda Guerra Mundial hubo kamikazes japoneses que se suicidaban estrellando sus cazas de combate contra los barcos americanos causando grandes destrozos y lo hacían por honor y hace años ya que nos estamos acostumbrando a ver kamikazes islámicos que mueren voluntariamente a cambio de hacer daño. Una vez leí una entrevista a la madre de una chica suicida palestina –que para colmo estaba orgullosa de ella- que reconocía que su hija se alistó como voluntaria tras saber que no era fértil para darle hijos a su marido; es decir, influyen otros factores pero al final lo que determina es el fervor religioso mal entendido.

Ahora mismo puede haber miles de personas que creen tener la salvación asegurada si mueren haciendo la Yihad (guerra santa) con lo que cualquiera al que le convenzan de que matar a supuestos enemigos de su versión del Islam es guerra santa, sabe que su recompensa será el paraíso. Si encima no tiene demasiado apego a lo que deja en la Tierra porque tiene poco (familia, amigos, dinero) o porque ha sufrido una gran decepción como la mujer de la que hablé antes, el cóctel está preparado. Si un hombre no tiene miedo a morir y cree que causando destrucción tiene a Dios de su parte, sólo es cuestión de tiempo que consiga un arma poderosa para convertir sus muertos en docenas, cientos o incluso millares. Eso ocurrió el 11-S, los que pilotaban eran igual de kamikazes que los que se hacen explotar unas pequeñas bombas que tienen adheridas al cuerpo en un aeropuerto europeo, sólo cambia el poder del arma, poder que en cualquier momento pueden volver a obtener. Quizás con algún líder de alguno de esos grupos se pueda negociar, se pueda colocar un teléfono rojo como el que instalaron Kennedy y Kruschev en 1962 tras la crisis de los misiles en Cuba para negociar sin intermediarios en momentos de crisis y explicarle que el “si tú me tiras la bomba a mi yo te la tiro a ti” no va a ninguna parte pero ¿y si no hay líderes, y si no quieren negociar nada? Pues ese es el gran problema que supone el ISIS.

Por eso esta guerra puede ser peor que la de la Guerra Fría ya que movidos por ese afán de destruir -y yendo contra su propio instinto de supervivencia- es cuestión de tiempo que el arma que consigan sea lo bastante destructiva. ¿Cómo negociar cualquier tema con gente como la de Boko Haram que viola niñas en nombre de Dios? No nos engañemos, el terrorismo radical de los que, manipulados por la religión, no tienen miedo a la muerte, aún provocará mucho dolor porque no hay lógica que les valga y si bajamos la guardia, aún será peor. ¿Receta? Luchar contra todo tipo de fanatismo. Pero sería erróneo pensar que el Islam es una religión mala en comparación a otras, los valores cristianos de amor y bondad también están en el Islam, fuera de las interpretaciones extremistas que algunos hacen: una persona que cumple con los preceptos del Islam es una persona buena y quien piensa lo contrario jamás ha leído el Corán. Es la sociedad donde se ha desarrollado mayoritariamente el Islam la que se ha quedado anclada en el pasado y la gente del ISIS desconoce la separación iglesia-estado como no la conocíamos en Europa hace siglos, no olvidemos que el poder civil que durante siglos tuvo la iglesia católica tampoco lo perdió por voluntad propia, fue la propia sociedad occidental, en su evolución, la que fue relegándola; y ese camino lo deben recorrer ellos como lo hicimos nosotros, en España lo sabemos muy bien porque la separación iglesia-estado apenas tiene unas décadas. La única diferencia entre las cruzadas medievales –auspiciadas por los papas- para “reconquistar” Tierra Santa y los llamamientos que hacía Bin Laden para “reconquistar” Córdoba no está en los dogmas religiosos, está en que la sociedad occidental es varios siglos más moderna y tolerante y ellos deberían aprender esos valores de nosotros.

Pero entonces, ¿cómo se explica que occidentales educados en nuestra cultura se conviertan en soldados del ISIS? Muchos viven en Europa pero dentro de “ghettos” con un ambiente muy “radicalizado” (como Molenbeek en Bruselas o nuestro barrio del Príncipe en Ceuta) pero incluso los que no, no dejan de ser casos aislados dentro del total global. Hasta no hace tantos años había terrorismo autóctono en Alemania, Italia, Irlanda, España… y estaban educados en valores cristianos; chalados y mala gente hay en todas partes como el noruego que mató él sólo en 2011 a 77 personas e hirió a más de 100. Tampoco es que en la actualidad haya, en términos históricos, mucho terrorismo en Europa, como recuerda R. Senserrich “De 1973 a 1980, Europa sufrió entre 250 y 400 muertes en atentados terroristas –islamistas y no islamistas– cada año, sin excepción, con más de 10 atentados cada semana. La cifra de víctimas se mantuvo por encima de los 200 hasta 1990”. Lo podéis comprobar aquí: Muertes por terrorismo en Europa las últimas décadas

En cualquier caso, desde la masacre de París hasta la de Bruselas hubo ataques yihadistas en Níger, Mali, Turquía, los EUA, Chad, Siria, India, Nigeria, Indonesia, Kenia, Irak, Libia, Burkina, Afganistán, Pakistán, Somalia, Egipto, Camerún, Arabia Saudí y Costa de Marfil sumando más de 500 muertos. Con nuestro eurocentrismo, pensamos que el único objetivo somos nosotros pero como se puede apreciar no es así, el problema del terrorismo es mucho peor en Asia y África que en Occidente. Y la gente que dice que nosotros les hemos provocado no sólo me parece que desbarran éticamente al justificar la violencia (me recuerda a los que echan la culpa a la chica de haber sido violada por llevar minifalda e ir “provocando”), es que desconocen la Historia porque la violencia en el mundo musulmán existe desde mucho antes dee la Guerra de Siria y de la de Iraq y de la de Afganistán, y de la existencia de Israel, incluso del colonialismo occidental. Claro que Occidente ha cometido muchos errores en el mundo árabe, y los árabes consigo mismos también pero ¿eso les deja como única opción matar a pasajeros de un vagón de metro? ¿Dónde está la lógica de eso? ¿la misma de los que atentaban contra los que estaban comprando en un Hipercor de Barcelona porque no les gustaba el status político de Euskadi? Nunca se debe justificar el terrorismo indiscriminado. Y además, la mayor parte –la abrumadora mayoría- de sus víctimas son musulmanes que nada tienen que ver con la política exterior occidental.

En resumen, esta nueva guerra es peor que la guerra tradicional porque, al contrario de un conflicto entre países, no hay un enemigo definido ni hay nada que se pueda negociar para intentar rebajar la tensión. La única herramienta útil es más cultura y menos fanatismo pero ¿quién se va a encargar de eso, el dictador de Arabia Saudí que ningunea a su población femenina, el de Siria que usa armas químicas contra su pueblo, el gobierno de Irán que siempre ha apoyado a los terroristas de Hezbollah…? Hay motivos para ser pesimistas…

DROBLO




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