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Las cosas se van diciendo

Santiago Niño Becerra - Miercoles, 20 de Septiembre

Aunque lentamente, las cosas se van diciendo:  Hasta hace diez años, hasta la manifestación de esta crisis, las cosas del trabajo estaban muy claras independientemente de que realmente lo estuvieran: el trabajo es un factor productivo imprescindible, y aunque su demanda pueda puntualmente oscilar, con la suficiente flexibilidad y adaptabilidad siempre oferta y demanda se acabarán encontrando, máxime si crece la movilidad de la oferta de trabajo. Eso ya está superadmitido que no es así ahora ni lo va ser en el futuro.

El mensaje que se va configurando cada vez es más nítido: Ni hay ni va a haber trabajo para todos, por lo que tienes que buscarte la vida. Si eres listo y espabilado y si cuentas con una serie de herramientas que deberás hacer evolucionar a partir de la autoformación, conseguirás detectar necesidades y problemas de entes, empresas y organizaciones y podrás dirigirte a ellas y decirles que tu puedes solventar sus necesidades y evitar que les aparezcan esos problemas o resolvérselos.

Será durante un tiempo, durante el período que dure la puesta en marcha de una instalación, el lanzamiento de un nuevo producto, la apertura de un nuevo centro, la reorganización de un proceso, … y hoy será aquí y mañana allá; pero tendrá principio y fin y se hallará vinculado a una localización de forma temporal.

Nada será fijo ni será inmutable. El lema será ‘que cada palo aguante su vela’. El contrato de trabajo estará vinculado al proyecto y al hecho concreto y por lo que el profesional aporte. Luego adiós y a otra cosa.

¿Qué habrán personas que ese entorno se moverán muy bien?, segurísimo. ¿Qué habrá profesionales que perciban remuneraciones estratosféricas por su aportación?, por descontado. Pero la inmensa mayoría de las personas no saben moverse en ese escenario porque no tienen capacidades para moverse en él. Saben entrar a una hora y salir cuando se acaba su jornada, hoy, mañana y el año que viene; realizando tareas que se muevan en un entorno semejante y utilizando siempre herramientas parecidas. A esto añadan la caída que se está produciendo en la demanda de trabajo provocada por la tecnología y los procesos reorganizativos que acarrea la implementación de la tecnología.

Se sigue diciendo que no, pero cada vez de forma más suave y con más peros: el futuro –que ya es hoy– pinta muy mal para el trabajo y para la mayoría de los trabajadores a no ser que tengan una capacidad enorme de generar valor y de adelantarse a las necesidades y problemas de quienes podrán contratarles. Por tanto, desempleo estructural y subempleo serán la norma y no la excepción como hasta hace poco todos los políticos decían.

Y en línea con esto, esto: http://www.viaempresa.cat/economia/feina-autonoms-projectes_51202_102.html?utm_source=butlleti&utm_medium=butlleti-tarda&utm_campaign=butlleti-tarda-2017-09-18 . Trocitos de trabajo que unidos formen un trabajo o lo que antes se denominaba un trabajo, una jornada, tal vez un salario. Es otra cosa.

(Nuevamente, otra vez: lean ‘El fin del trabajo’ de Jeremy Rifkin, publicado en España en 1996 por Paidós y por primera vez en 1994 con el sugerente título de ‘El fin del trabajo. El declive de la fuerza de trabajo global y la aurora de la era postmercado’).

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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