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Los bancos centrales se enriquecen con el QE y los rescates financieros

/ http://www.invertia.com - Sabado, 08 de Octubre

La banca ha sido criticados en mil ocasiones por salir a flote gracias al dinero público. Pero los rescates financieros y los programas de compras de activos han sido un negocio extremadamente lucrativo para los bancos centrales, que el pasado año ganaron dinero suficiente como para comprarse todas las entidades del Ibex 35.

Desde el estallido de la crisis los bancos centrales se han convertido en los caballeros de brillante armadura que han evitado el colapso del sistema financiero, solventado la crisis del euro y, en general, mantenido a flote a los mercados. Pero estas ayudas billonarias, lejos de empobrecer a los Gobiernos de todo el mundo, ha supuesto una oportunidad de lucro sin precedentes.

Según The Wall Street Journal, el pasado año las ocho mayores instituciones monetarias del mundo registraron un beneficio de 149.000 millones de dólares (133.000 millones de euros), una cifra más que suficiente para comprarse todos los bancos del Ibex 35. Comparativamente, los beneficios alcanzados en 2005 apenas rondaban los 40.000 millones de dólares. Este espectacular aumento de las ganancias se debe casi en exclusiva a los rescates.

En esencia, los bancos centrales no regalan el dinero, sino que operan como cualquier otra entidad, concediendo créditos y cobrando por ellos. Aunque en este caso los préstamos son baratos y se destinan a la banca, para garantizar la liquidez del sistema financiero. Las instituciones también adquieren deuda pública (en el caso de Alemania, el Bundesbank tiene la obligación de cubrir las subastas si no se genera suficiente demanda) y cobran el interés. Estos beneficios posteriormente acaban en manos de los gobiernos por lo que, a efectos prácticos, los Estados se pagan a sí mismos para obtener financiación.

Por eso, no es de extrañar que en los últimos años los bancos centrales se hayan enriquecido a base de realizar préstamos a empresas y gobiernos. Las primeras intervenciones se produjeron al inicio de la crisis, cuando la quiebra de Lehman Brothers desató un tsunami que a punto estuvo de engullir el sistema financiero. Esto llevó a la Reserva Federal a inundar de liquidez los mercados con un gigantesco programa de compra de activos tóxicos, el primer QE, que en la práctica supuso la creación de un banco malo. Esta medida no solo evitó el desastre: según estimaciones del think tankAmerican Enterprise Institute, los beneficios para la Fed ascendieron al medio billón de dólares.

En Europa, la sequía del mercado interbancario forzó a las autoridades monetarias a poner en marcha subastas de liquidez multimillonarias, ya que la reticencia de las entidades a prestarse dinero entre sí ponía en peligro todo el sistema financiero. El Banco Popular de China emprendió medidas similares. Los intereses obtenidos por estos préstamos a corto plazo llenaron las arcas públicas.

Posteriormente, el estallido de la crisis del euro forzó la mano del BCE, que acabó poniendo en marcha su propio QE, interviniendo los mercados de renta fija y tumbando los costes de financiación de empresas y Gobiernos. Y aquí podrían comenzar los problemas de Draghi, que se está viendo obligado a adquirir montañas de deuda con rentabilidad negativa, un negocio muy poco lucrativo para el banco central.

El motivo por el que los bancos centrales pueden acumular montañas de activos tóxicos que pierden valor y aun así enriquecerse es que este tipo de instituciones no pueden descapitalizarse o quebrar, ya que tienen la capacidad de imprimir dinero. Esto implica que pueden mantener cualquier activo hasta su vencimiento, lo que en renta fija ha sido tradicionalmente una garantía de que no se obtendrían pérdidas. Al menos, hasta que gobiernos y empresas empezaron a financiarse con intereses negativos.

Por otra parte, el riesgo de estas operaciones es prácticamente nulo. Por una parte, porque el BCE deja de comprar deuda de un emisor o de ofrecerle liquidez en cuanto se produce un impago. Esto explica por qué Atenas hizo lo imposible por cumplir con sus vencimientos de julio y agosto de 2015, ya que perder las inyecciones del banco central habría supuesto la ruina de sus bancos y podría haber llevado al país al borde del default.

Asimismo, las autoridades monetarias suelen ser los reguladores del sistema bancario, por lo que las entidades se han cuidado mucho durante los últimos años de no provocar la ira de las personas encargadas de investigarles por su papel durante la crisis.

El enriquecimiento de los bancos centrales también es una buena noticia para muchos inversores, ya que algunas de estas instituciones cotizan en los mercados. Este es el caso del Banco Nacional de Suiza, el Banco de Japón, el Banco de Grecia y el Banco Nacional de Bélgica.




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