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¿Qué aprendí de la crisis? Para el corto plazo mucho, para el medio poco, para largo nada de nada.

Carlos Montero - Lunes, 22 de Septiembre

Una vez pasada la crisis financiera sería bueno preguntarse que hemos aprendido de ella. Cuándo se hizo esta pregunta al famoso inversor Jeremy Grantham contestó: “En el corto plazo un montón de cosas, en el medio plazo un poco, para el largo plazo, nada de nada”. Es probable que tenga razón.

El analista y gestor profesional Ben Carlson describe una relación de lecciones que deberíamos haber aprendido de la última crisis financiera:

- El pánico no es una estrategia: Una cartera sin un plan operativo disciplinado nos conduce a cometer ventas y compras de pánico en los momentos menos oportunos. Este fue un periodo muy doloroso para muchos inversores porque entraron en pánico.

- La envidia puede ser el peor enemigo de un inversor: No podemos permanecer con pérdidas cuando todo el mundo está haciendo dinero. Es casi imposible para un inversor comprar cuando todos los demás están vendiendo. La envidia nos hace buscar billetes de lotería en lugar de planes de inversión. Nos hace confundir nuestros horizontes temporales y perfiles de riesgo con otras personas. Nos hace asumir la deuda que no podemos pagar. Y provoca altibajos porque simplemente no podemos ayudarnos a nosotros mismos.

La manada siempre se junta en el momento equivocado: Estaba hablando con un hombre de unos 40 años hace unas semanas y compartió conmigo su experiencia con los mercados financieros. Se metió en algunos fondos de inversión a finales de la década de 1990. Cuando el resultado no fue bueno sacó todos sus ahorros y los metió en bolsa a mediados de la década de 2000. Cuando los mercados se vinieron abajo sacó lo que le quedaba y juró no volver a invertir de nuevo. Fue desafortunado, pero estoy seguro de que no está solo.

Si no lo entiende, no invierta en ello. Funciona como una buena regla de oro, no importa en qué parte del ciclo de mercado estemos.

Elija bien sus fuentes de asesoramiento financiero: Es fácil encontrar asesoramiento de casi todo el mundo en estos días. Pero la gran mayoría de las cosas que lee y escucha, no tendrá interés o no se ajustará a sus circunstancias personales. Muchas personas han tomado el consejo equivocado de la persona equivocada.

No hay tal cosa como una mala inversión, sólo un mal precio: No hay acción, sector, tipo de activo o mercado que esté a prueba de balas. La seguridad es una ilusión que a menudo es contraria a la intuición. Las acciones bancarias parecían seguras en 2007 porque tenían una alta rentabilidad por dividendo, pero arriesgadas en 2009 tras caer un 70-90%. Toda inversión puede ser atractiva a un precio justo, o poco atractiva a un precio incorrecto.

Main Street es diferente a Wall Street: Esperar que las cosas funcionen en la economía antes de invertir no funciona. Nunca habrá un momento perfecto para dar el paso. El mejor momento para invertir es cuando consigue su primer salario, y luego continuar invirtiendo una parte de cada paga después de eso.

El pesimismo es más fácil de comprar que el optimismo: El miedo vende y atrae los ojos de los espectadores, pero a largo plazo es una estrategia para los perdedores. Siempre hay una predicción que suena a audaz, como que el dólar se va a derrumbar, que tendremos hiperinflación o que el oro se va a 5.000 dólares la onza. Estas predicciones raramente están en lo cierto. No apueste a favor de ellas.

Es difícil cambiar de opinión después de haber hecho una previsión correcta: Hubo una serie de inteligentes inversores y economistas que predijeron correctamente la crisis financiera y las consecuencias de las caídas de los bienes inmuebles. Pero la mayoría de ellos se perdieron la consiguiente recuperación porque se enamoraron tanto de su previsión inicial que era imposible que cambiaran de opinión. El exceso de confianza se convierte en un enorme obstáculo para tomar decisiones acertadas.

Está bien equivocarse, si no se permanece en el error: La falta de humildad y conciencia de sí mismo ha hecho que muchos analistas de mercado pasen de expertos a charlatanes porque tienen miedo de admitir que estaban equivocados y reincidían en el error. Todo el mundo comete errores en los mercados financieros. Lo mejor es aprender de ellos y seguir adelante.

Invertir es duro: Parece fácil mirado con retrospectiva, pero en el momento no lo es porque nunca se sabe lo que va a suceder. Multimillonarios gestores de hedge funds han tenido que cerrar sus fondos, tras el crash de los mercados y la posterior recuperación, ya que no pudieron entender el mercado. Es acertado admitir que es difícil invertir. Llegar a esta conclusión es el primer paso para convertirse en un mejor inversor.




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