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Se inicia una nueva etapa en la crisis global iniciada en 2008.

Carlos Montero - Lunes, 27 de Junio

Se han realizado cientos de análisis tras la decisión del pasado viernes del Reino Unido de salir de la Unión Europea. El Brexit por fin se materializó, y el miedo inundó el mercado ante lo imprevisto de esa decisión. Los sondeos de la última semana apuntaban a que la opción de permanencia se impondría con cuatro o cinco puntos de ventaja. Los inversores y analistas creyeron los sondeos y el mercado reaccionó fuertemente al alza. Pero no todos. 

Publicamos la semana pasada un artículo del economista Guillermo Barba en el que advertía de las grandes compras que se estaban produciendo en el mercado del oro por parte de ciudadanos británicos. Los sondeos apuntaban una cosa, la compra de activos refugio otra muy diferente. Tras la victoria del Brexit, Guillermo Barba hace esta interesante reflexión sobre lo acontecido, y sobre lo que a su juicio es el inicio de una nueva etapa en la crisis global iniciada en 2008:

El Reino Unido ha votado por salir de la Unión Europea (UE). Aunque la mayoría ve como “sorpresiva” la decisión de los ciudadanos británicos, lo cierto es que desde semanas antes había indicios de que esto sí podría suceder. ¿Hubo un intento de manipulación de la opinión pública por medio de encuestas y probabilidades en apuestas? Así parece.

Zerohedge hace un par de días hizo notar cómo las apuestas en el sitio de Ladbrokes se inclinaban en su gran mayoría (62%) por el “leave” (salir de UE), pero paradójicamente la probabilidad de salida permanecía en solo 24 %. La razón fue que la apuesta promedio por el “leave” era de sólo 72 libras esterlinas (£) mientras que por el “remain” (permanencia en la UE) era mucho más alta, £376.

¿Será que los grandes capitales y/o el gobierno estaban metiéndole dinero a las probabilidades para disfrazar una realidad que los aterrorizaba? 

Lo bueno es que en países democráticos el voto del rico y del pobre valen igual a la hora de emitir el sufragio y los británicos decidieron darle la espalda al continente. Tienen ahora la oportunidad en sus manos de convertirse en un país abierto y libre, en un paraíso para las inversiones y el comercio sin obstrucciones, o en un infierno económico intervencionista. Ojalá no se equivoquen.

Como quiera, la señal más importante de que la salida era inminente se la hicimos notar aquí el miércoles en el artículo ‘Fiebre del oro’ en Reino Unido por ‘Brexit’. Ahí le contamos cómo los británicos habían disparado las ventas de la Royal Mint (Casa de Moneda) en 32 por cierto durante el mes pasado y la búsqueda de cajas de seguridad domésticas. Sus clientes estaban llevándose por montones barras y monedas de oro a casa, en especial las muy famosas y bellísimas sovereigns y britannias.

Por si a alguien le quedaba alguna duda, el oro fue el GRAN gigante de pie en un mar de pánico que se vivió en la madrugada y que continúa tumbando en cadena a los mercados financieros del todo el mundo.

El metal precioso se disparó casi 100 dólares (7.5 por ciento) en cuestión de minutos. El escándalo fue que la libra se hundió casi 15 por ciento frente al dinero real, lo que significó el mayor desplome de la divisa británica frente al oro en 42 años.

Al cierre de este artículo lo peor de la tormenta del día ha pasado… por el momento. Sin embargo, el Brexit es un hito tan importante que tenga la seguridad de que marcará el inicio de una nueva etapa en la actual crisis global que inició en 2008.

Lo que es un hecho es que las autoridades financieras y monetarias del mundo están, de nuevo, cometiendo su típico error de subestimar los efectos de los acontecimientos más graves.

En su comunicado oficial, los ministros de finanzas y gobernadores de bancos centrales del G-7 reconocieron lo obvio: que la “excesiva volatilidad y los movimientos desordenados” en los tipos de cambio pueden tener consecuencias negativas para la estabilidad financiera y económica. Prometieron –en especial la Fed estadounidense- asegurar la liquidez y el funcionamiento de los mercados usando todos los instrumentos a su alcance.

Como aquí hemos advertido en múltiples ocasiones, la economía global sólo necesita un detonante del pánico para pasar al colapso total. ¿Lo será el Brexit? Puede ser. Lo importante es que la burbuja se ha inflado hasta un punto en el que solo basta el alfiler que la haga estallar para desencadenar la nueva debacle que, le puedo asegurar, va a llegar.

Contra eso nada podrá hacer la buena voluntad política, los instrumentos de política monetaria, fiscal y menos aún los supuestos sólidos cimientos macroeconómicos que tiene el país.

Lo que nos queda a los ciudadanos es esperar la oportunidad de compra en activos refugio, o sea, que bajen de precio, pues la gran mayoría cae en el absurdo de adquirirlos justo cuando  están más caros como ahora y venderlos cuando se abaratan.

No cometa ese error pero manténgase atento. Que el Brexit le sirva de recordatorio de que cuando se ponen feas las cosas, nada lo hará más feliz que –como los británicos que guardaron oro- haber protegido a tiempo su patrimonio contra el desplome.




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