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Cosas que pasan

Santiago Niño Becerra - Jueves, 01 de Marzo

Lean: C'est la vie!.

Un amigo, ingeniero él, me contó, hace unos días, algo que, por su interés, paso a relatarles. (Importante: antes de comenzar su historia, absolutamente verídica, mi amigo calificó de ‘anécdota' el hecho; ya verán el motivo de que diga que esta puntualización es importante).

Mi amigo está desempeñando sus funciones en una compañía multinacional que, se lo aseguro, es muy, pero que muy multinacional. Recientísimamente, su superior en el organigrama le comunicó que debían -él y su equipo- empezar a trabajar en un proyecto, un proyecto que era parte de un superevento que tendrá lugar en los próximos años en un país del mundo mundial y para el que, desde hace tiempo, varias compañías multinacionales, entre las que se encuentra ‘la suya', llevan realizando diversos proyectos.

Bien. La adjudicación de ese proyecto, cuyo importe asciende a varios millones de dólares, tendrá lugar dentro de dos semanas y la realización del mismo deberá estar totalmente concluida en otras dos semanas a contar desde el mismo momento en que la adjudicación haya sido hecha pública. Mi amigo, un profesional con años de experiencia, fue lacónico: manifestó a su superior que no debían presentar oferta alguna debido a que, en base a las condiciones, a las características y al tipo de tareas a realizar, el riesgo de no concluir en el plazo fijado era muy elevado. (Fíjense en que mi amigo nada dijo en relación al trabajón que supondría preparar la oferta, trabajón del que él sería responsable).

La reacción de su superior fue de sorpresa. ¡Evidentemente que la oferta debía ser presentada!. Quienes debían hacerlo, ya tocarían las teclas necesarias para obtener la adjudicación. ¿Una pasta como esa por quince días de trabajo más la publicidad derivada de haber aportado ese desarrollo a ese evento?, ¿cómo iba a despreciarse algo así?. El y su equipo ya se ocuparían de que la entrega se realizase dentro de plazo.

Mi amigo, cuando me narró el hecho, me hizo varias observaciones que yo ya había deducido mientras me lo iba narrando. La tensión a vivir durante los quince días en los que debía preparar la oferta, el ritmo más que frenético en el que debería estar inmerso para cumplimentarla, las horas ‘de más' que debería meter para entregar el pliego, todo eso, su superior lo dio por asumido. (¿Qué es eso, que ahora está tan de moda, de conciliar la vida profesional con la familiar?).

El ¡ay! permanente en el que iban a vivir durante los quince días de montaje y comprobación del sistema ante el riesgo de no finalizar a tiempo, las tropecientas horas de trabajo continuado que el equipo iba a tener que meter para acabar en plazo, el superior ni las contempló; ¿debiera haberlo hecho?. (¿Qué es eso, de lo que ahora tanto se habla, de que es imprescindible desconectar y relajarse?).

Evidentemente, mi amigo no va a dedicarse full time a ese proyecto, claro que no; mi amigo ya es responsable de otros proyectos y a ellos está dedicando un tiempo muy superior al que marca la ‘jornada legal', ¡como tiene que ser!; pero, ahora, además de a esos proyectos, mi amigo tendrá que dedicarse a otro, a ese tan suculento, sin descuidar ni un ápice los proyectos en los que ahora está metido, ¡faltaría más!, y sin una ayuda adicional, ¡cómo si no!. Para esa multinacional tan multinacional, las horas que mi amigo meta en las tareas que ha de llevar a cabo es cosa suya; el objetivo es la realización de las tareas, no las horas que se empleen en realizarlas. (¿Qué es eso de lo que algunas y algunos expertas y expertos hablan por ahí y que denominan ‘exceso de stress' y que, según dicen, puede ser causa fundamental de un montonazo de enfermedades?).

Mi amigo, cuando me contó lo que acabo de relatarles, no estaba triste, que va; eso que a él le sucede es lo normal, le pasa a él y a muchas/os más; son cosas que pasan. C'est la vie!. Y ese nuevo proyecto del que mi amigo me habló no es más que una anécdota, ¿no?.

Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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