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Con QE o sin QE, con Banco Malo o sin él, España se dirige a la depresión deflacionaria

Carlos de Azaba - Sabado, 03 de Marzo

Me parece interesante empezar con palabras de Emilio Botín: "El banco malo no me gusta, creo que no es la solución. Sería hacer una cosa que le va a costar dinero al contribuyente y no soluciona que se den los créditos". Por otra parte, conviene recordar que entendemos por mercado el lugar en que asisten las fuerzas de la oferta y la demanda para realizar la transacción de bienes, servicios o dinero a un determinado precio o tipo de interés. La demanda sin la oferta es como un náufrago en una isla desierta que le apetece ir al cine. La oferta sin la demanda tres cuartos de lo mismo. Cada una de ellas es condición necesaria pero NO SUFICIENTE para la otra.

 

No nos cargamos la Ley de Say, pero toda buena Ley tiene sus excepciones. P.A. Samuelson nos recordaba que no todo es blanco o negro sino gris y con lunares.

  Supongamos que cualquiera de las dos opciones o ambas a la vez, QE o Banco malo, permite eliminar los dos grandes riesgos sistémicos a los que nos enfrentamos, la deuda pública insostenible que permita la viabilidad de los Estados y la toxicidad de los balances bancarios. Ambos problemas son parcialmente complementarios ya que los bancos son grandes tenedores de títulos de deuda pública. En última instancia consistiría en facilitar a los bancos la posibilidad de transformar en DINERO y SIN PÉRDIDAS títulos de deuda pública y activos inmobiliarios tóxicos. ¿Quién se comerá las pérdidas?. Pues todos los que tengan ahorros (QE) o paguen impuestos (banco malo). Esperemos que no se haga así.

 

  De esta manera, los bancos tendrían una situación saneada y volverían a nadar en montañas de liquidez. Estarían, por el lado de la oferta, en disposición de iniciar una nueva expansión crediticia o al menos tendrían el combustible monetario necesario, NO SUFICIENTE, para ello. Mucho me temo que los bancos que únicamente operen en España tengan que mirar a otros países o cambiar sus modelos de negocio para colocar esa hipotética liquidez. Se acabaron los riesgos sistémicos y continúa la crisis sistémica de la economía real. Lo de las deudas y el infinito se ha terminado, al menos durante un largo periodo de tiempo.

 

Un banco malo para los bancos malos…

 

  Esto me recuerda a los trileros de la bolita y los tres cubiletes. Lo del banco malo no es más que mover la bolita de un cubilete a otro, pero la bolita sigue escondida debajo de un cubilete. Esto únicamente resolverá el problema de los bancos malos que se libran de la bolita y nacionalizamos el banco malo resultante que se queda con la bolita. Otra vez lo de la socialización de pérdidas y a pagar la irresponsabilidad de otros. Espero de corazón que no nos dejemos tomar el pelo y apelemos a la DIGNIDAD ISLANDESA. Por cierto, a los islandeses no les va nada mal desde entonces, eso sí, a su economía real, a la economía que cada día construyen las familias y empresas de ese país.

 

Distinto sería financiar este banco malo resultante con el apoyo financiero parcial de los inversores extranjeros que erraron al prestar a los bancos malos españoles. Que todos los responsables de los activos tóxicos asuman su responsabilidad, nacionales o extranjeros, pero en ningún caso los ciudadanos que no tenemos ninguna responsabilidad. Los bancos españoles más saneados también tendrán que aportar ayudando a resolver el problema de la bolita de los bancos malos. Tendrán su premio cuando gestionen los activos no tóxicos de los bancos malos. Aquí queremos ver al nuevo gobierno.

 


La demanda de crédito…

 

  Los Bancos volverían a tener solvencia y sobre todo dinero y ya está todo arreglado. Nadie podrá volver a decir que los bancos no quieren prestar dinero. Está claro que lo que necesita este país es MAS CREDITO y se ve que no hemos tenido bastante. ¡Hay que joderse¡.¿Puede una economía privada brutalmente endeudada absorber más crédito?.Disculpen la insistencia pero la “V” y la demanda de crédito en España seguirán KO y da igual que la oferta monetaria tenga un hipotético vigor. Estamos en trampa de liquidez o como algunos prefieren llamarla, “trampa de la iliquidez”. 


No son tiempos de crédito, en realidad nunca debió ser así, son tiempos de ahorro que es condición necesaria para una economía sana y con futuro, la acción humana hará el resto. ¿Las medidas fiscales del gobierno?, dificultan tanto la generación de ahorro como la libre acción humana y únicamente conseguirán empeorar la situación.

 

La deflación en España es ya una realidad…

 

  Los índices, estadísticas y demás indicadores económicos oficiales nos aseguran que no hay deflación que valga. Pasemos de los números oficiales y acerquémonos a la realidad. Hablen con empresarios y trabajadores de múltiples sectores económicos españoles y pregúntenles por sus verdaderos márgenes de beneficios y por sus verdaderos salarios, pregunten a los empresarios que ha pasado con las ventas no oficiales y con los márgenes no oficiales, pregunten a miles de trabajadores que ha pasado con el “sobre” no oficial que cada mes recibían.


¿No les parece que si sumamos a la economía oficial la economía sumergida los datos serían completamente distintos?

 

Por cierto, un amigo empresario del sector del mueble me insiste en que comente las dificultades que empresarios productores españoles tienen para facturar de forma oficial, sobre todo en determinados territorios de este país. En fin, otro de los grandes problemas que la economía española tiene que afrontar con decisión.

 

  Millones de familias y miles de empresas en España estamos pagando duramente nuestros errores de excesivo apalancamiento y es natural que después de una expansión crediticia salvaje tengamos un periodo de ajuste deflacionario en nuestros ingresos y en el precio de nuestros activos.


Sin embargo, también tienen que asumir su responsabilidad las Administraciones Públicas, las Entidades financieras nacionales y los inversores extranjeros ya que si esto no es así tendremos que ser otra vez familias y empresas los que tengamos que pagar la cuenta, cuenta que no podremos pagar ni en décadas y que anulará cualquier posibilidad de recuperación que en cualquier caso no será nada fácil. Es como si nos queremos levantar y nos pisan el cuello. No podemos permitir que la irresponsabilidad de otros encadene el futuro de las próximas generaciones.

 

La sana deflación de precios, salarios y beneficios en España está en marcha pero si continuamos cargando todo el ajuste sobre familias y empresas estaremos encadenados de forma crónica a la depresión deflacionaria, que no es lo mismo.

 

 




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