La Carta de la Bolsa La Carta de la Bolsa

“Los bancos centrales, empeñados en resucitar el efecto riqueza. Realidad vs psicología, de la mano”

Moisés Romero - Viernes, 25 de Octubre

"Los que seguimos desde hace años el deambular de las Bolsas y el diferente desarrollo de los ciclos económicos hemos comprobado la enorme importancia que tiene la psicología y el estado de ánimo de los participantes en los mercados en el proceso de formación de los precios de las acciones y en el día a día de la economía. Por eso, los bancos centrales están empeñados en resucitar el efecto riqueza, ahora que sucede justo lo contrario en una sociedad global atrapada en la inmensa tela de araña del paro y en el empobrecimiento paulatino al que han conducido los excesos de deuda contraídos por unos (los particulares y familias) y otros (empresas y Estados). Los bancos centrales siguen pedaleando y no se sienten amenazados por la inflación de activos que se han generado ya en algunas zonas de gran peso, como Wall Street. Y no sólo no se sienten amenazados sino que siguen los pasos de la primera potencia económica global", me dice el analista jefe de un banco de inversión que me envía las siguientes referencias, escrita por Enrique Gallego:

El fenómeno de la inflación de activos y sus causas es descrito muy bien en 'Psicología del mercado bursátil' de Lars Tvede, un excelente libro de ambiguo título porque no habla sólo de psicología:

'En la vida económica un flujo de dinero puede irradiar placenteras vibraciones económicas en forma de bienes producidos y empleos generados.

Pues vaya qué bien, ha dicho más de un dirigente político, lo que tenemos que hacer es crear más liquidez.

Pero más liquidez no es necesariamente una buena cosa por sí misma.

La liquidez se puede crear de muchas formas, pero la fuente más importante es el banco central. Para aislar esta poderosa herramienta de las manos irresponsables de los gobiernos, la mayoría de los bancos centrales son instituciones independientes que compran y venden valores de renta fija y establecen los tipos diarios de interés que la banca privada ha de aplicar a sus operaciones de activo y pasivo. A corto plazo el gobierno central también es importante, porque mantiene sus cuentas en el banco central. Cuando el gobierno central realiza pagos, los fondos salen del banco central y se ponen en circulación.

[...] Cuando aumenta la liquidez nacional debido, por ejemplo, a que el banco central baja los tipos de interés o compra valores de renta fija, [...] esto puede tener tres consecuencias diferentes:

- un aumento de la actividad económica,

-inflación de precios,

-inflación financiera.

La experiencia de Japón

A finales de los ochenta se vivió un fenómeno de inflación de activos especialmente virulento en Japón. En el ámbito bursátil llevó al Nikkei a las cercanías de los 40.000 puntos, sin la menor justificación racional, simplemente porque mucha gente metió dinero en algo que se cuadriplicó de valor en cinco años. En la bolsa japonesa era norma cotizar con un PER superior a 100, incluso en los valores más inestables o de perspectivas de crecimiento limitadas.

Pero la inflación bursátil era poco menos que moderada frente a la inmobiliaria. En un país caracterizado por la escasez de terreno, los activos inmobiliarios llegaron a límites casi inimaginables. Es famosa la anécdota de que en el momento álgido de la euforia, se calculó que los terrenos del Palacio Imperial valían, en teoría, más que los de toda California. El valor total de los terrenos japoneses cuadruplicaba a los estadounidenses, mucho más extensos y mucho más ricos, todo un insulto a la inteligencia y un ejemplo de ineficiencia extrema de un mercado en su misión de proporcionar una fijación adecuada de precios.

Al mismo tiempo, en un mundo que todavía sufría duramente las secuelas de la gran crisis inflacionista de los setenta, Japón no sufría apenas inflación de precios, toda la inflación se concentraba en los activos. La ausencia de tensiones inflacionistas, en la acepción convencional de la palabra, permitía al Banco del Japón una política monetaria brutalmente expansiva que alimentaba el crecimiento pero también las burbujas inmobiliaria y bursátil. En un mundo obsesionado por la inflación de precios, Japón era considerado como un ejemplo envidiable de crecimiento sin inflación. No había ninguna conciencia de las nefastas consecuencias de la inflación de activos.

El desenlace de la historia en el mercado bursátil tuvo su correlato paralelo en el inmobiliario. Una razón fundamental en el implacable declive del mercado japonés y también de su economía, es la quiebra de facto de su sistema financiero, prestamista con la garantía de los activos devaluados. Pero, aunque ya a finales de los noventa, las lecciones de la experiencia de Japón eran bastante claras, las autoridades y los inversores norteamericanas las ignoraron, agarrándose al argumento, en parte cierto pero sólo en parte, de que las circunstancias eran distintas...

***

Y, mientras, las Bolsas atrincheradas considerando que:

1. más tarde o más temprano se materializará la deseada recuperación;

2. la liquidez pesa como una losa en las carteras en un mundo de tipos de interés oficiales casi nulos en los países desarrollados;

3. los bancos centrales prometen mantener estas condiciones financieras laxas (en teoría, dejemos la fragmentación de los mercados al margen) todo el tiempo que sea preciso. Un mundo complicado desde el punto de vista económico, pero no tanto para los mercados financieros, aunque esto suponga tanto el decoupling de precios con su valor como también distorsionar la gestión del riesgo por los inversores.

twitter.com/moisesssromero @MoisesssRomero

Moisés Romero




[Volver]