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¿Cómo detectar un cambio de ciclo mayor? (Parte II)

Carlos Montero - Jueves, 15 de Agosto

Ayer recogíamos las 10 primeras reflexiones recogidas por ST50 sobre el estudio que Maggie Mahar realizó del último gran mercado alcista de ciclo (1982-1999), y su posterior declive. El interesante libro donde Mahar recoge todas sus conclusiones es: “Bull: A history of the boom and bust, 1982-2004”.

Hay patrones cíclicos que se repiten en todas las fases alcistas y bajistas seculares. Comportamientos emocionales que sufren los inversores tanto en el mercado de la década de los 60, como del 2010. La codicia, la incertidumbre, el pánico…se repite secuencialmente, y generan los mismos comportamientos. Es por eso que es de gran utilidad estudiarlos históricamente y detectarlos en el presente. Aquí recogemos las siguientes 10 reflexiones de Maggie Mahar, y comentarios propios y de otros analistas al respecto.

1. El problema de detectar un cambio de tendencia mayor después de una larga fase bajista, es que los gestores se han acostumbrado durante tanto tiempo a operar a la defensiva, que olvidan jugar a ganador. Es habitual escuchar la frase, “es una trampa bajista”, para definir a los rebotes que se producen en el mercado antes de un nuevo tramo bajista en tendencia. Y para ser honestos, es totalmente lógica esta forma de pensar. La probabilidad de que ese inicio de fase alcista sea nada más que un rebote como los anteriores, es muy elevada.

2. Cada mercado alcista encuentra a un nuevo comprador. En los cincuenta, el inversor particular predominaba en el mercado. En los sesenta eran los fondos de pensiones, los fondos de inversión y los inversores institucionales los que suministraban el efectivo. Los compradores extranjeros tuvieron un papel importante en los ochenta, pero el más importante lo desempeñaba la recompra de acciones de las propias empresas. De 1984 hasta 1987, las fusiones, absorciones, recompras de acciones y compras apalancadas, redujeron el suministro de acciones disponibles en más de 250.000 millones de dólares.

3. En Wall Street, a mediados de los años ochenta, los traders dominaban el mercado, mientras los cortos miraban con recelo. Los inversores individuales, en general, se quedaron en casa. Es comprensible que se resistieran a abandonar las lecciones duramente aprendidas durante los años sesenta y setenta. La mayoría de los pequeños inversores se mostraban cautelosos de invertir el dinero en acciones. Todo el mundo hablaba de Wall Street, pero pocos participaban.

4. “En 1987, no había muchos novatos en el mercado, era un mercado dirigido por profesionales y al comienzo del año, muchos de nosotros sabíamos que estaba demasiado caro", dijo Steve Leuthold, gestor monetario desde mediados de los años sesenta. "Pero en la primavera el mercado estalló, y los inversores institucionales tuvieron miedo de quedarse en un segundo plano. Se dieron compras de pánico.” Cuando se produjo el crash de octubre, sólo el 16% de la cartera de Leuthold estaba en acciones. Sin embargo, otros gestores de fondos tenían una participación mucho mayor. En las subidas tuvieron miedo de que el mercado se les escapara, y presentar unos resultados peores que sus competidores. Prefirieron el riesgo de mercado al riesgo profesional.

Este es un patrón que se repite en la actualidad. Aunque la mayoría de inversores creen que los ratios actuales del mercado son demasiado exigentes, nadie quiere ser el primero en vender. De hecho, muchos gestores están “promoviendo” una cierta corrección en el mercado, para tomar posiciones en bolsa. Nadie quiere estar fuera del consenso, porque su puesto de trabajo depende de ello.

5. De 1971 a 1981 la inflación promedió un 8,3 por ciento al año, mientras que el retorno total de las acciones, incluso después de la reinversión de dividendos, fue de sólo el 5,8 por ciento. En otras palabras, un inversor posicionado en acciones habría perdido un 2,5% anual. Durante los siguientes 10 años, sin embargo, el S&P 500 batió a la inflación. A partir de 1991 el rendimiento real promedió un 13,7% al año durante una década. Comprensiblemente, los pequeños inversores quisieron aprovecharse de estas subidas, empezando a sospechar que los gestores que administraban sus fondos de pensiones no tenían el suficiente valor para montarse en el nuevo mercado alcista.

Esa presión de la que habla la autora provocó que en la última parte de la década de 1990 se incrementara notablemente la participación de los particulares en el mercado de valores. Para cuando el mercado alcista finalizó, en el año 2000, los inversores particulares tenían una elevada ponderación en bolsa.

6. Los inversores más exitosos a largo plazo son aquellos que evitan ser hipnotizados por el día a día, el semana a semana, o el mes a mes. Son aquellos que dan un paso atrás y se fijan en ciclos más grandes que impulsan una economía global multifacética. Cuando un ciclo alcista está finalizando en un activo o mercado, otro está empezando en otro lado. Siempre hay un lugar en el mundo para hacer dinero.

7. Después de que una burbuja haya estallado, el modelo clásico señala que los mercados cotizarán lateral durante años.

En un mercado bajista clásico, los inversores pasan por tres etapas de acuerdo con Russell: "La primera etapa se caracteriza por la negación, el aumento de la ansiedad y el miedo. La segunda etapa es el pánico. La gente de repente dice: 'Tengo que vender.' La tercera fase es la desesperación”.

En el mercado bajista que se desarrolló desde 1968 a 1982, los inversores no llegaron a esa tercera fase hasta después de la segunda caída que terminó en 1974. Para entonces, la acción promedio había perdido el 70% de su valor. Unos años antes los inversores estaban dispuestos a comprar a cualquier precio. Ahora los inversores no querían escuchar nada de comprar acciones a ningún precio. Por ello, en enero de 1975, cuando Richard Russell trató de decir a los inversores que el mercado finalmente había alcanzado un suelo, recibió cientos de cartas insultándole. Se necesitaron otros siete años para que las cicatrices comenzaran a sanar. Y se necesitó una nueva generación de inversores para poner en marcha un mercado alcista a gran escala.

8. Las subidas del 30% son más comunes en los mercados bajistas de ciclo. Japón ha tenido 9 rallys de más del 25% desde 1990, y 3 que fueron más del 25% desde 1990. Los EE.UU. experimentaron 13 mercados al alza de más del 30% durante los mercados bajistas seculares de 1902-1921, 1929-1949 y 1966-1982. Los medios de comunicación a menudo no distinguen entre mercados alcistas o bajistas de ciclo, y rebotes cíclicos. Así, durante un rally de mercado bajista, es fácil escuchar a muchos analistas afirmar que ha comenzado un nuevo mercado alcista.

Es difícil distinguirlo, y únicamente se puede asegurar que se ha iniciado una nueva fase alcista de ciclo, una vez que el mercado ya ha recorrido un largo camino al alza o a la baja.

9. Los mercados alcistas recompensan el riesgo, mientras que los bajistas no. “En los últimos años, los inversores han sentido la necesidad de estar siempre participando en el mercado, incluso cuando los riesgos fueran altos”, afirma Marc Faber. “Aprendieron a pensar que deben invertir como George Soros, pero el inversor medio no es Soros. Cuando uno juega al tenis, no trata de jugar como Agassi”, afirmaba Faber. “Tiene que jugar diferente. Hay que jugar para no cometer ningún error”. En un mercado a la baja esto es lo más importante. No cometer errores. El objetivo es conservar el capital. Cuando el mercado bajista finalice, y haya preservado el capital, tendrá la posibilidad de invertir en verdaderas gangas.

10. “En un mercado alcista la tendencia es tu amiga, pero en un mercado bajista la regla es completamente diferente”, afirma Ralph Wanger. “En un mercado al alza la regla es que debe estar invertido el 100% de su cartera en acciones y durante todo el tiempo. Compre con fuerza. Haga caso omiso a los riesgos. Sólo vea los resultados”, añade. “Pero en un mercado bajista todo cambia. No hay que comprar con fuerza, sino vender con fuerza. No hay que ver los resultados, sino los balances”.




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