Condiciones de trabajo, más
Santiago Niño Becerra - Miercoles, 15 de JulioYa lo he sugerido en más de una ocasión pero parece ser que nadie ha estado por la labor. Vuelvo a sugerirlo a raíz de la pregunta retórica que ayer se formuló el Presidente de Cepyme:
Veamos. Parece ser que bastantes empresarios (en pura lógica deberían ser todos) quisieran una mayor facilidad para despedir trabajadores y, aunque no es el caso del Sr. Garamendi, muchos también quisieran que el coste de tal despido fuese muy, muy reducido, casi inexistente.
Pues bien, lo que yo he propuesto en varias ocasiones es que se haga un estudio que partiese de un único supuesto: en el caso de que se instaurase un despido automático, de ahora para luego, sin preaviso y sin indemnización, ¿cuántos puestos de trabajo se crearían?. Entiendo que debería realizarse una encuesta entre diferentes muestras de empresas por sectores y subsectores a fin de contar con una información completa.
Una vez se dispusiese de este estudio, propondría otro. Preguntar a los empresarios si, manteniendo ese despido libre y sin indemnización, además se desagregasen los salarios en una parte fija –que podría ser el salario mínimo e irlo multiplicando por un coeficiente según categorías– y otra variable vinculada a los beneficios de la empresa, cuántos puestos de trabajo crearían. Estudio que también, pienso, debería realizarse por subsectores.
Bien. ¿Saben lo que yo creo que saldría de ambos estudios? Pues que la demanda de trabajo nueva que se crearía sería mínima, insignificante, porque la cantidad de trabajo necesario es la que es y no es función de leyes.
Probablemente aumentaría el número de contratos que se realizasen, es decir, probablemente sería mayor el número de personas que en un instante dado se hallarían ocupadas, pero el número de horas efectivamente trabajadas crecería muy poco o no aumentaría en absoluto. (Claro que podría suceder que si tan fácil era el despido y tan barato era el trabajo, se desenchufasen inversiones ya realizadas y se sustituyesen por trabajo debido a lo intensivo que es en factor trabajo el modelo productivo español y al bajo valor que este genera).
Y cuando estuviesen publicados estos dos estudios, realizaría un tercero. Preguntaría al empresariado español y al afincado en España qué creen que sucedería con el nivel de población activa que ahora ocupan si el fraude fiscal se persiguiese a sangre y fuego. Pienso que saldría una cosa muy fea: que bastantes empresarios dirían que deberían prescindir de parte del trabajo que demandan porque parte del trabajo que utilizan –de forma directa o indirecta como autónomos– es ‘irregular’.
Ahora la pregunta: ¿por qué nadie se atreve a realizar estos tres estudios? ¿Por qué saldrían cosas como que el desempleo estructural ya sería alucinante; cosas como que el subempleo alcanzaría cotas inimaginables; y cosas como que el poder adquisitivo del trabajo descendería a niveles de país subdesarrollado? Cosas que asustarían a todos los partidos políticos independientemente de su color.
Pienso que cuando un empresario precisa reducir los costes laborales y las condiciones de trabajo para ganar competitividad o simplemente para sobrevivir, algo muy malo está sucediendo en la empresa de ese empresario y, por extensión, en el país.
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.
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