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De Dinamarca a China: los tipos de cambio fijos de todo el mundo en el punto de mira

John J. Hardy, Responsable de estrategia de divisas de Saxo Bank - Martes, 03 de Febrero

Desde el terremoto que el 15 de enero sacudió a las divisas, día en que el Banco Nacional de Suiza (BNS) abandonó repentinamente el techo que había establecido para el franco, los tipos de cambio fijos de divisas de todo el mundo se han situado en el punto de mira. En Europa, los esfuerzos se han centrado en encontrar paralelismos con el franco suizo. Dos han sido las divisas que han copado una mayor atención: la corona danesa (DKK) y la corona checa (CZK). La presión a la que ha sido sometido el tipo de cambio fijo de la corona danesa respecto del euro ha llevado al Nationalbanken danés (Banco Central) a recortar los tipos en tres ocasiones, hasta el -0,50% actual, y a vender, según las estimaciones, 100.000 millones de coronas danesas (13.000 millones de euros, o lo que es lo mismo, en torno a un 5% del PIB de Dinamarca) en una intervención en el mercado en enero.


Pero Dinamarca no es Suiza; las operaciones con la corona danesa son escasas y, por tanto, la divisa no es considerada tradicionalmente un refugio seguro. Además, los daneses cuentan con enormes activos de fondos de pensiones en otras divisas y no van a dudar en luchar con uñas y dientes por conservar su valor a través del tipo de cambio fijo. El Nationalbanken ya se ha confabulado con el tesoro danés para detener la emisión de deuda estatal a largo plazo en un esfuerzo por obligar a los compradores de coronas danesas a mantener instrumentos a corto plazo poco atractivos y con rentabilidad negativa. Además, el tipo de cambio fijo danés es la última de las monedas del MTC II y su defensa compete incluso al propio BCE.


Puede que la corona checa sea un caso de estudio más interesante. Aunque no dispone de un tipo de cambio fijo con el euro, el Banco Nacional checo ha establecido un suelo en 27,00 para el tipo de cambio euro/corona checa como herramienta de política monetaria para evitar la deflación y estimular la industria en la República Checa tras ya haberse situado los tipos de acuerdo con la política del banco central en cero a finales de 2012. En parte, el suelo establecido por el Banco Nacional de Suiza para el euro/franco suizo ha servido de inspiración para este movimiento. Ya no resulta tan inspirador. Puede que los especuladores vean aquí un mejor blanco, pero tendrán que lidiar con una divisa con la que apenas se opera y con un banco central tenaz. Otra diferencia es que el Banco Central checo (CNB) ha establecido un marco temporal para el suelo de su divisa, algo que nunca hizo el Banco Nacional de Suiza. ¿Podría todo ello significar que la volatilidad de la corona checa se mantendrá a la espera hasta que el Banco Nacional checo abandone esta política el próximo año? A muy corto plazo, tenemos que ver si el tipo de cambio fijo estará sometido a una presión inmediata cuando el Banco Nacional checo publique el jueves los últimos datos sobre sus reservas.


Fuera de las fronteras europeas, vamos a detenernos en primer lugar en los exportadores de petróleo de la península arábiga, donde los tipos de cambio fijos con el dólar deben estar sometidos a una presión considerable ya que sus economías están padeciendo las consecuencias del desplome de los precios del petróleo en términos de dólares estadounidenses. No obstante, estos tipos de cambio fijos han sobrevivido en ocasiones previas a situaciones de enorme estrés y cuentan con el respaldo de unas reservas descomunales incluso si la solidez del dólar incrementa el riesgo de caída de la economía o agrava los excesos del rápido crecimiento de los años efervescentes que se vivieron entre 2010 y 2013, momento en que el precio del petróleo era alto y el dólar andaba debilitado.


Y siguiendo rumbo a oriente, encontramos la relación entre divisas más importante del planeta: el tipo de cambio fijo que gestiona China, o “crawling peg” frente al dólar estadounidense. En el último año, China ha comenzado por fin a hacer frente a la mayor burbuja crediticia de la historia y se ha puesto a ello en un momento en que el dólar estadounidense, que es la moneda a la que su divisa está más claramente vinculada, está en un gran mercado alcista mientras que las dos divisas que siguen en importancia, el yen japonés y el euro, se han devaluado de forma significativa.

¿Estamos a punto de ver una devaluación del yen? Ya se observan señales de presión: el tipo de cambio del dólar/yuan chino se sitúa a una fracción de uno por ciento de marcar un máximo de dos años, algo que nunca ha ocurrido desde la devaluación del yuan en 1994. El mundo tiene que prepararse para las consecuencias de una devaluación del yuan. ¿Qué supondría? La devaluación desataría una nueva oleada deflacionista sobre el planeta y añadiría en adelante un estrés insoportable a un sistema de divisas a escala mundial ya de por si estremecido. Lo más posible es que una devaluación del yuan suponga el principio del fin del sistema de divisas que nació en 1971 tras derogarse los acuerdos Bretton Woods, cuando Nikon acabó con la convertibilidad directa del dólar americano con respecto al oro.

Y no menos importante, supondría que Asia y, en particular China, tendrían que plantear un modelo económico post-mercantilista, incluso si intentan dar marcha atrás al reloj con una devaluación de la divisa al tratar desesperadamente de huir de la implosión de la burbuja crediticia deflacionaria.




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