La Carta de la Bolsa La Carta de la Bolsa

Didáctica

Santiago Niño Becerra - Miercoles, 30 de Enero Puede que piensen que me he tomado un whiskey de más.

Puede que lo piensen, pero, antes de pensarlo, mediten lo que viene a continuación.

Indicadores de aquíт­ y de allá, macroagregados de allá y de acullá, o están bajando, o muestran una diáfana tendencia decreciente y, sin embargo, las Bolsas no se derrumban, oscilan, síт­, bajan hoy y suben mañana, ¿no se han preguntado como es ello posible?.

Los manuales dicen que las Bolsas anticipan; hoy todo el mundo sabe que eso ya ha dejado de ser cierto: en un mundo postglobal e hiperconectado, las Bolsas muestran en tiempo real lo que pasa en la calle (bueno, antes muestran lo que sucede en algunos despachos). Entonces, si la tendencia es la que es, ¿por qué no se han derrumbado ya las Bolsas de todo el planeta?.

Pienso -pienso- que “alguien” ha planteado a la población (sobre todo de las economíт­as desarrolladas) un ejercicio de toma de contacto con la realidad. “Alguien”, unos “alguienes” que tienen muy claro lo que se nos está viniendo encima y que son quienes, díт­a a díт­a, hacen la economíт­a (hablar de la libertad del mercado está muy bien mientras charlamos sobre filosofíт­a de la economíт­a en el club de yates de Newport con un Lagavulin de 16 años en la mano, pero, aunque no quede bien decirlo, quienes, con un simple chasquido de sus dedos corazón y pulgar son capaces de mover 100.000 millones de dólares, son quienes, de verdad, hacen la economíт­a), parece, decíт­a, como si nos estuviesen queriendo advertir al resto de los mortales de que tenemos que dejar de estar acostumbrados a ciertas cosas y que tenemos que irnos acostumbrando a otras. Medíт­tenlo.

En la noche del 28 al 29, el Nikkei subió, y a las 11:42 h de NYT del díт­a 29, el DOW subíт­a. Un extraterrestre que nos estuviese observando y que no supiera nada de cómo funcionan aquíт­ las cosas no entenderíт­a nada de nada: “¿cómo es posible, se preguntaríт­a, que de un díт­a para otro las bolsas puedan subir si la economíт­a, en todo caso, está peor hoy de lo que lo estaba ayer?”. La explicación habríт­a que dársela: porque todo el mundo espera que la FED, hoy, baje los tipos.

“¡Vaya!, se diríт­a nuestro extraterrestre, entonces, si bajan los tipos, ¿se lanzará la gente sobre los bienes de consumo poseíт­da por tal fiebre compradora que provocará una necesidad de hiperinversión en las compañíт­as a fin de aumentar su oferta, lo que supondrá aumentos espectaculares en el PIB?”, preguntaríт­a. Y, si no quisiéramos mentirle, la respuesta deberíт­a ser negativa.

Hemos caíт­do en el absurdo de cotizar -al alza, claro, lo contrario no cotiza: se incorpora, de golpe, al valor- la falsa posibilidad de que algo pase aunque sepamos que no va a pasar, simplemente por el negocio que genera la suposición de que tal cosa que suponemos vaya a pasar, aunque no paqse.  Por favor, ¿alguien puede explicarme, por ejemplo, qué benéficos efectos REALES va a tener que los tipos bajen en USA, o los que va a tener el Plan Bush?. (Y en la UEM los tipos bajarán, ¡vaya si bajarán!).

Lo que decíт­a. Lo que yo percibo es como si “alguienes” nos estuviesen diciendo: “¡Hey, tíт­as/os!, que esto va en serio; que la cosa está jodida; que vamos a seguir inyectando pasta en el sistema pero solo durante unos meses más; que vale, bajamos los tipos, pero solo para que tengáis unos meses y os vayáis haciendo a la idea de que esto se acaba !; que tenéis que ir pensando en apretaros el cinturón; que los bancos, si, pero no; que tenéis que ir pensando en dejar de ir a comer fuera todos los domingos”.

Es como si se nos estuviese haciendo ver, por entregas, con subidas y con bajadas, que esto se está acabando y que tiene fecha de caducidad.

Y que el Lagavulin de 16 años está muy rico.

Nota al pie. Una amiga, ayer, me comentó algo que da que pensar. Su familia es originaria de Zaragoza, y su abuela reside en un pueblito de tal provincia; pues bien, hace un par de semanas, y como hacíт­a mucho tiempo que no la veíт­a, fue a visitarla. La abuela de mi amiga -85 años de edad y prácticamente nunca sin salir del pueblo- en un momento de la charla le dijo: “Yo he vivido mejor que mis padres y se que mis hijos han vivido mejor que yo, pero tengo muy claro que mis nietos van a vivir peor que sus padres”. Para meditar, ¿a qué si?. (¿Pensará esta señora que los nietos vivirán peor que los abuelos?, de eso nada dijo, y mi amiga no se atrevió a preguntárselo).

Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economíт­a IQS. Universidad Ramon Llull.

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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