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“El único consuelo para las nuevas generaciones es que les vamos a dejar una casa”

Redacción - Jueves, 14 de Febrero

¿Están los mayores lastrando el futuro de las nuevas generaciones? El prestigioso economista británico John Kay, que dirige el grupo de asesores de David Cameron para reformar los mercados financieros, así lo cree. Es más, defiende en un crítico artículo que su generación (él nació en 1948) "debe devolver su buena suerte" a los más jóvenes.

Kay, que fue catedrático de la London Business School y la Universidad de Oxford y que actualmente es profesor visitante en la primera, comienza recordando las buenas condiciones en las que vino al mundo.

Y es que acabada la II Guerra Mundial y la austeridad de posguerra, el Gobierno pagó sus estudios, enseguida encontró un empleo del que prácticamente era imposible que le echaran y después contó con un generoso sistema de pensiones y otros beneficios. Además, recuerda que adquirió una vivienda mediante una hipoteca que desapareció por el efecto de la inflación al tiempo que los impuestos fueron bajando.

Kay, que también es columnista del Financial Times, compara esa situación con la de las nuevas generaciones: tasas universitarias y coste de la vida creciente junto con un mercado laboral mucho más competitivo, con mucha menor seguridad laboral para la clase media y con pensiones menos generosas. Además de impuestos que suben y suben "en parte para el cuidado y el tratamiento que yo demandaré", explica Kay, que añade que "el único consuelo financiero para las siguientes generaciones es que les dejaremos nuestras casas".

El economista defiende que los jóvenes están aceptando esto con pocas objeciones a pesar de las protestas que ha habido. Por el contrario, "en 1968 marchamos para cambiar el mundo. Pero fallamos. Mis contemporáneos cambiaron sus ropas y comenzaron a trabajar en banca de inversión. Entonces, presidieron y se beneficiaron del mayor mercado alcista de la historia".

Kay defiende que la gente joven puede preguntar razonablemente a sus padres y a sus abuelos por qué una sociedad mucho más rica no puede dar a sus miembros los beneficios que dio a generaciones anteriores.

"Y no tengo una respuesta buena", asegura. El número de universitarios ha aumentado, lo que también dificulta las oportunidades de empleo para los jóvenes. "Debería responder que cualesquiera que fueran los sacrificios que hicieron mis padres y abuelos por nosotros, nosotros no estamos dispuestos a mostrar la misma generosidad ahora que estamos a cargo".

"La realidad no es que no podamos pagar, sino que no queremos pagar. Mucha gente siente nostálgia de su experiencia universitaria, pero no quiere dar fondos a la universidad. Miembros de mi generación que tuvieron seguridad laboral para sí mismos les dicen ahora a sus sucesores que no pueden esperar esa seguridad ni en el empleo ni en la jubilación. Las compañías que controla mi generación no quieren asumir los riesgos asociados con determinados esquemas de beneficios sociales, en gran parte porque hicimos las normas para asegurar nuestras propias expectativas", ataca con tono crítico Kay.

Por ello señala que habría que hablar de "equidad intergeneracional", una expresión fea pero importante. "La mayoría de los padres quieren que sus hijos tengan la oportunidad de tener una vida mejor que la suya. Pero cuando actuamos en conjunto, perseguimos nuestros propios intereses a costa de los de nuestros hijos y nietos: una paradoja bizarra".

Para concluir, Kay critica las recientes protestas por la subida de impuestos a los pensionistas ("mi generación ha desencadenado una ola de ira injustificable"), que en el fondo solo implica que los jubilados paguen impuestos en línea con lo que hace el resto de la gente.




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