Es un mero ejemplo
Santiago Niño Becerra - Viernes, 15 de AbrilHace uno días la prensa publicó que el Banco de Santander, S.A. estaba considerando reducir su plantilla en un cierto número de personas como consecuencia del cierre de varias de sus oficinas y de la reorganización de ciertos elementos de sus servicios centrales. La noticia ha tenido impacto y ha sido comentada profusamente: http://economia.elpais.com/economia/2016/04/06/actualidad/1459961153_034095.html , http://www.publico.es/economia/santander-plantea-despedir-200-empleados.html , http://www.expansion.com/empresas/banca/2016/03/31/56fd92c522601d73758b461f.html , http://cincodias.com/cincodias/2016/04/01/mercados/1459462594_013940.html , solo por citar algunos de los medios que la publicaron.
Bien, vayamos al final: ¿saben por qué esta entidad bancaria va a prescindir se esas personas?, pues por una razón muy simple: porque no las necesita ahora ni prevé que vaya a hacerlo en el corto plazo. Luego eso se puede argumentar de treinta y seis maneras distintas, pero en el fondo es así de simple: no-las-necesita. Ahora extrapolen esto a otras entidades financieras que han apuntado la posibilidad de que pueden acometer nuevos y más cierres de oficinas y despidos de personal.
‘Claro, dirán, es que esto se veía venir porque el sector bancario está en evolución y la tecnología posibilita una relación nueva entre banco y cliente, y los millenials han nacido con la tecnología y la tienen integrada en sus vidas’. Si, por descontado, pero pienso que el tema es más complejo.
No es una cuestión de este sector o de aquel otro, ni siquiera de que las TICs formen parte del ADN de los jóvenes. El protagonismo de esta revolución lo tiene la tecnología de tal modo que TODO lo demás ha tenido, tiene, va a tener la obligación de adaptar su marcha al ritmo de aquella. Es decir, la tecnología, en la banca, en los vuelos sin motor y en la fabricación de caramelos de menta toca la música, y todo lo demás baila a su son. Pero lo malo es la derivada de esta situación.
En menor medida cosas así han pasado en el pasado, lo que sucedía es que para esas personas desplazadas había alternativas: horrorosas en el siglo XVIII, simplemente molestas en la década de 1960 y muy duras en la de los 80. Lo terrible hoy es: ¿qué alternativas tienen esas personas que desde hace cinco años están siendo desplazadas masivamente por la tecnología, las que hoy lo son y las que van a seguir siéndolo en el futuro?. ¿El subempleo? ¿La precariedad? ¿El paro estructural? ¿Una renta básica que eluda la pobreza pero sin expectativas?. Y de esto no se habla.
Para meditar.
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.
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