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Formalismos, formalidades, formalización

Santiago Niño Becerra - Lunes, 06 de Julio Ley Omnibus: no digo que no sea ni obvia, ni necesaria, ni siquiera que no sea lógica, lo que sí digo es que es conveniente, y su madre europea también: en una atmósfera de precrisis, con el empleo claramente a la baja (en todas partes, aquí más: sí), con una crisis sistémica llamando a la puerta, álguienes han pensado que habría que convertir en legales prácticas que no lo eran, que habría que permitir cosas que no estaban permitidas; ¿para qué?, pues para posibilitar que tal vez se ocupen gentes que se habían quedado desocupadas; que se ocupen como autónomas, claro

¿Arbitrar unos instrumentos legales para permitir una posible economía informal?, no, pero ... Con esta legislación (aquí y en toda la UE) se facilitará el “¡sálvense quien pueda!” que se pondrá en marcha desde que la crisis empiece a ser olida en Octubre; no sé, tal vez ese sea el camino, pero no lo veo, ¿por qué?.

.ilustración¿Quién controlará la calidad?. Ya sé, ya sé, un colegio profesional, un permiso, un sello estampado en un documento, en el fondo, fondo es garantía de poco, pero en el imaginario popular es algo, aún. Insisto, puede que lo esté viendo anticuadamente y esta ley sea el golpe de gracia definitivo a los gremios medievales, aunque en países como España, no sé, no sé ...

Aunque también pude ser que mientras dure lo que está llegando la calidad pase a ser algo marginal: lo que importaría sería dinamizar en lo posible lo que fuese posible, pero algo malo también significa desperdicio de recursos. Lo dicho: no sé.

Otra cosa. Hasta 120 Km. es la distancia a la que el Banco de Sabadell ha pensado que puede mover a su factor trabajo a fin de reordenar sus efectivos humanos; más o menos, residir en Ávila y trabajar en Madrid, o al revés. La idea es que los costes del desplazamiento los pague la entidad (el estrés de, ¿cuánto rato de caravana?, es otra cuestión). Esta iniciativa, con otro enfoque, se halla en la línea de lo que está estudiando el BBVA y de lo que ya hablamos otro día. Y ambas, y lo que va a ir viniendo, no es más que la manifestación de un fenómeno al que nadie, aún, se atreve a poner nombre y apellidos: exceso de factor trabajo o, dicho de otro modo, excedente de población activa.

Hay una historia que se cuenta por los rincones obscuros de los bares a los que acuden los empleados de las entidades financieras cuando salen de sus oficinas; una historia que, cuando se cuenta, se cuenta después del tercer whiskey. La historia dice lo siguiente. A principios de los 80, José Ángel Sánchez Asiaín, a la sazón presidente del Banco de Bilbao, se preguntó un buen día que impacto podría tener en la dimensión de la plantilla del banco la informatización de todo lo que fuese susceptible de ser informatizado utilizando la tecnología informática en aquellos momentos disponible. Tanto le interesó al Dr. Sánchez Asiaín el tema que encargó un estudio, estudio que le fue entregado unos meses después.

El entonces presidente del banco vasco recibió el informe, lo leyó, lo metió en un cajón de su mesa, y ahí quedó por los años de los años. ¿Cuál era la conclusión del informe?, pues una muy simple: si el Banco de Bilbao informatizase todo lo que podía entonces ser informatizado con la tecnología existente a principios de los años 80, hubiera podido prescindir del 10% de su plantilla, algo políticamente incorrecto y económicamente no deseable. (Si se preguntan si yo he leído el informe, la respuesta es negativa; si la pregunta es si conozco a alguien que lo haya visto, un no es la respuesta. Ya se lo he dicho: es una historia, posiblemente una leyenda, seguramente un mito).

Bien, obviemos si el informe existe, o no, y partamos de la base de que la tecnología informática disponible a principios de los 80 permitía a una entidad financiera prescindir de todo ese personal; ¿se imaginan de todo el personal del que podría prescindir hoy estirando las posibilidades que hoy brindan las TICs?, a eso añadan los aumentos de eficiencia que en toda situación crítica se buscan, y sumen el aumento de productividad que a partir de ya se va buscar, por principio, en todas partes.

¿Las iniciativas del BBVA y del Banco de Sabadell?, la pregunta es que vendrá después. (¿Se imaginan que en un rincón de un anticuario, mezclado con un par de incunables, apareciese el estudio encargado por Don José Ángel Sánchez Asiaín?).

Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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