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Hacia el colapso del modelo social actual, en una Economía de demanda o de oferta

Joaquín Almendros - Lunes, 01 de Julio

Una economía de demanda es aquella en la que la demanda supera a la oferta. Es la que había hasta los años 90 aproximadamente (aunque el momento admite muchas matizaciones, y es diferente según áreas geográficas y sectores económicos, no afecta al argumento). En la naturaleza intrínseca de estas condiciones está el crecimiento porque, mientras no llegue a satisfacerse la demanda, hace falta seguir creando capacidad de producción y, con ello, empleo. Esa economía funciona perfectamente porque la presión que ejerce la demanda sobre el mercado imposibilita perder dinero con los productos que se fabrican o los servicios que se prestan. Una fuerte demanda permite amplios márgenes que, aún descontando el coste de las ineficiencias, arrojan una cuenta de resultados positiva. Aquí la economía capitalista nada como pez en el agua: los negocios funcionan, los trabajadores prosperan, y el crecimiento es constante.

El avance tecnológico que se viene produciendo desde los años 70 (valen las mismas consideraciones mencionadas arriba para los 90), con la introducción de la electrónica, la informática, la automatización y la robótica, ha cambiado sustancialmente el equilibrio demanda-oferta, a favor de esta última, lo que está suponiendo un problema enorme, que se agravará rápidamente con el tiempo, porque el modelo de libre mercado es disfuncional en una economía con exceso de oferta.

Cuando la capacidad de producción supera a la de consumo, la competencia aumenta y el margen tiende, primero a desaparecer y luego a hacerse negativo, lo que provoca la destrucción neta de empresas y empleos.

El remedio aparente consiste en intentar reducir el coste aumentando la productividad, para mantener el beneficio en positivo, solución que se vuelve inútil a corto plazo porque en un escenario de avance tecnológico imparable, y capacidad de consumo limitada, el incremento de competencia empuja el precio constantemente a la baja de manera que, en el límite, para mantener el margen positivo, el coste tendría que tender a cero e implicaría, entre otras cosas, que los salarios también tendiesen a cero. En estas condiciones la economía de libre mercado colapsa. Tres ejemplos de esta dinámica se encuentran hoy en plena evolución:

  • Tendencia a la desaparición de las PYME y al crecimiento de las multinacionales, buscando mayor competitividad en la economía de escala.
  • Sub-empleo, precariedad, paro en aumento, y salarios a la baja.
  • Polarización de la riqueza.

El exceso de capacidad de producción lleva, irremediablemente, a una alteración drástica del modelo social, que va a desplazarse hacia una concentración del poder económico en cada vez menos manos, con todo lo que ello supone: un neo-feudalismo, o una neo-esclavitud, según se mire, una distopía en cualquier caso. La naturaleza, la sociedad, la economía, así como cualquier otro sistema complejo, vistos desde una cierta altura, obedecen a sencillas leyes en las que la alteración de una sola variable, desencadena un cúmulo de efectos a nivel inferior, al igual que el viento, los truenos y relámpagos se deben a una sola cosa: el cambio en la presión atmosférica.

El fenómeno es la consecuencia necesaria de la concatenación de causas y efectos que, en condiciones normales, solo podría alterarse por mecanismos políticos, cambiando el sistema de distribución de riqueza, lo que no va a ocurrir porque quienes tendrían que promoverlo son los mismos que poseen el poder actualmente y, a la vez, serían los que más perderían con ello. Por tanto, mal pronóstico.

Joaquín Almendros

 

El mundo que viene (1)




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