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Industria 4.0, continuación

Santiago Niño Becerra - Viernes, 15 de Mayo

No es la primera vez que hablamos sobre esto, ni será la última. En gran medida, y de momento, toda esta temática no es más que un conjunto de piezas, de desarrollos, de elementos dispersos que aún no han conformado el mosaico que será el sector productivo del próximo modelo: una producción automatizada, concebida y comandada por sistemas expertos, que customizará bienes y servicios, que llevará al límite de lo hoy imaginable el concepto de eficiencia, que reducirá precios de venta y que, evidentemente, prescindirá de cantidades enormes de factor trabajo.

El desempleo superestructural o postestructural –ya ni siquiera será propio del modelo, sino del sistema– estará embebido en el proceso: hoy nos sorprendemos / indignamos / alucinamos con tasas de desempleo estacional del 25% y nos horrorizamos cuando se plantean paros estructurales del 18% o del 20% para cuando la crisis finalice; pero mañana, pienso, estará asumido que a cada día que pase trabajen menos personas porque a cada día que pase menos horas de trabajo van a ser necesarias. Y el problema no estará en los desarrollos que vaya trayendo la Industria 4.0, sino en el excedente de población que se está formando, de tal modo que no sobrará tecnología, sino sobrará población activa.

Todos esos desarrollos que ya está trayendo la Industria 4.0, desde la producción agregativa hasta la comunicación entre cosas, pasando por la telemetría de procesos de todo tipo a distancia con autocorrección de parámetros, es imprescindible debido a que los recursos son escasos; el problema es que la humanidad no está preparada para asumir que no es posible que cada persona tenga un empleo y que no sean necesarias las tareas que las personas son capaces de desempeñar en tales empleos; y no lo está no tanto por la aceleración con que la tecnología está avanzando, que también, claro, si no porque nunca ha sido así: nunca hasta ahora había sido posible que mañana fuesen a precisarse menos horas de trabajo no ya para hacer más, sino para hacer la cantidad y el tipo de bienes que en cada momento sea necesario.

Pero claro, asumir eso supone asumir que las rentas de la mayoría no van a estar aumentando constante y permanentemente porque lo que esas personas son susceptiblemente capaces de hacer ya no es necesario de una forma reglada, y eso tampoco nunca antes de ahora había sucedido. Quedará la imaginación de cada cual, el trueque, la economía colaborativa: la de verdad, pero muy escasas altas remuneraciones que sean equiparables a las actuales rentas del trabajo.

Y no, no es lo de los luditas: entonces bastantes creyeron que las nuevas máquinas eran sustituibles por personas; hoy se sabe que es inevitable que la tecnología sustituya personas.

En mi último libro: ‘La Economía. Una Historia muy personal’ analizo una frase que el sociólogo y experto en comunicación Manuel Castells pronunció en el 2007: “En realidad lo que la gente llama futuro es el presente, lo que ocurre es que lo ignora”. Pues eso.

http://economia.elpais.com/economia/2015/04/01/actualidad/1427906310_261375.html

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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