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Los españoles –los que pueden-se van de vacaciones este agosto sin saber lo que pasará a la vuelta

Sergio Farras - Jueves, 09 de Agosto

vacaciones¿España será intervenida? A lo lejos viene la gangrena. Decía F.G. Lorca que todos los relojes marcaban las cinco de la tarde cuando ocurrió la tragedia. Y cuando la herida estaba abierta, abierta como la llaga  económica que tenemos con la crisis actual del euro y sus  complejas interpretaciones, ahora parece que a lo lejos llega la gangrena. El pueblo padece un sacrificio social y económico con mucho dolor; con mucha aflicción, con mucha angustia escandalosamente palpable en las calles. De unas medidas de ajuste salvajes y punzadas hasta la medula de nuestras acotadas rentas y de la frustración del no poder llegar a fin de mes.

Analogía distorsionada del poema “la cogida y la muerte” (F.G. Lorca)
“…Ya se acerca prevenida la necrosis de la intervención. Unos políticos trajeron la negra sabana en forma de engaños y mentiras. Lo demás solo es ruina y solo ruina. El viento se llevó los  capitales y la mala gestión estructural sembró deuda pública y recesión. Ya luchan el españolito y el germano, y una economía  con un asta desolada agoniza. Ya comenzaron los sones de la intervención, ya redoblan las campanas del venidero  IVA  y el humo que confunde las economías. En las esquinas grupos de tecnócratas. ¡Y el especulador, solo corazón arriba!...”

Pero lejos de la línea del maestro Lorca, los españoles –los que pueden- ,  se van de vacaciones este agosto sin saber muy bien lo que se acontecerá en el cercano  septiembre, mes señalado en el calendario como el mes de la “dieta económica”. Una operación retorno de miedo y angustia se apodera de las almas que todavía cotizan, pero tasando los defectos que la rabia contiene. Y de un recelo y desconfianza de un futuro que roza el presente de los desempleados, que ya ven como un arraigo su porvenir. Una tensión social del ciudadano de a pie que  ya avista su destino por el horizonte difuso de la vieja Europa. Pues el mensaje cansado y fatigado  de crecer y crear empleo ya cansa y casi nadie cree. Pues toda política de austeridad hunde la competitividad. La credibilidad de los políticos, ahora más que nunca, se muestra  estéril como el placebo que engaña al enfermo cansado de su daño, dándole vanas esperanzas de su mal endémico como un adorno prorrogado a su letal destino.

Y a este paso, las Navidades más tristes se acercan  como difunto anunciador más que como nacimiento de algo. Y de momento, la estrella que nos ha de guiar se muestra deslucida y empañada de desconcierto. El último trimestre del año puede ser decisivo y  determinante para España. Y si la cosa no prospera con la gracia divina, -que no está muy clara que se manifieste porque el cielo está más lejos que el BCE-,  ni tampoco está claro que con el pragmatismo excesivamente utilitarista y que tanto confunde y desorienta, sea tampoco solución segura. –A conjugar ambas opciones-. Sin olvidarnos de esa especie deshumanizada: los banqueros, que nos han llevado camino de la bancarrota con sus malabares artificios de productos tóxicos y engaños continuados.  Pues si no se halla una formula de peso y de convicción que resuelva todo este tinglado,  no habrá antología ni Romancero Gitano que nos salve. Porque de momento, a lo lejos se acerca la gangrena. Y no sería cosa agradable ni de grato sentir, pararse a contemplar como corta el fino filo del cuchillo la economía infectada.

Ahora es una oportunidad histórica para los políticos de demostrar de qué de cualquier mal pueden salirse. Y no rendirse ante la adversidad de la que ellos mismos son responsables,  al habernos colocado en el lugar de la desconfianza de tan áspera realidad y en manos del especulador que se baña en la fuente de las miserias. Esperemos que los gobernantes no se detengan mucho en el camino andado con tanta confusión y desconcierto de un problema que no admite espera, para hallar la formula de que siga la hierba creciendo en verdes florestas para que infiltre oxígeno a las gentes más desdichadas. A lo que le llaman también sentido común y progreso.

Pues más palabras de barro y acciones descabelladas de los políticos que se mueven en las esferas más profanas de los templos del Consejo Europeo, nos hundirían en los lodos más profundos, arrastrándonos a la aislada montaña adonde nadie desea ser confinado. El corralito -que no es la canción del verano-, podría darse como alternativa terrible de restricción para evitar la salida de dinero del sistema bancario. Pues deflación  es peor que inflación. Sería el principio del fin del estado del bienestar y de tantos años de lucha, de derechos conseguidos, de un modelo social sostenible y perdurable, quedando el sistema desnudo y tan impío como falto de arreglo. Donde el sur de Europa sería el juguete roto de este revuelto mundo. ¡Ay qué terribles cinco de la tarde!

 

 




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