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Los trece problemas de la economía española y algunos posibles paliativos – 11

Santiago Niño Becerra - Viernes, 11 de Diciembre

10 – Una parte de la población que o bien ya se halla excluida, o tiende aceleradamente hacia la exclusión.

Actualmente en España la riqueza se distribuye así: el 10% de la población controla el 88% de la riqueza y el 90% de la población controla el 12%. Dejando por un momento a un lado lo llamativo de los números, no es una distribución extraordinariamente diferente de la que se da en otros países desarrollados. La cosa se complica cuando a los datos anteriores se suma la tasa de exclusión social, la tasa AROPE (At-Risk-Of Poverty and Exclusion) que en España alcanza un nivel del 29,2%, verdaderamente elevada y que sitúa el nivel de exclusión en un ratio cercano a un ciudadano o residente de cada tres.

Entre principios de los años 50 y finales de los 70 el objetivo fue el de redistribuir la renta, lo que se hacía por el lado de políticas fiscales que gravaban los altos ingresos y recaudación con la que los Estados nutrían un potente gasto público. España quedó al margen de esta operativa hasta principio de los años 80 cuando ya se hallaba en retroceso en la mayoría de los países capitalistas. Este modelo fiscal funcionó porque las desigualdades de rentas vigentes en los años 20 y 30 se redujeron, lo que era un objetivo en si mismo debido a la atmósfera de guerra fría reinante: era preciso mantener la paz social y el orden público y el consumo interior debía ser creciente.

El fin del Bloque del Este y la expansión de la globalización eliminaron la redistribución de la lista de objetivos importantes, de forma que la desigualdad comenzó a aumentar. En España, como llegó tarde al proceso redistributivo, mantuvo el tirón en las mejoras de las rentas bajas, aunque estando mucho más vinculada tal mejora a la reducción del desempleo y al aumento salarial que al aumento de la presión fiscal; recordemos: la de España es de las más reducidas de Europa.

El boom de los 2000 mejoró la renta media en España vía empleo aunque no redujo sustancialmente la tasa de pobreza: apenas dos puntos. La situación general fue a mejor porque el consumo aumentó, pero a ello contribuyó sustancialmente el acceso al crédito que se facilitó a la población en general que disparó el endeudamiento y que tapó el problema de base: lo reducido de las rentas reales: entre 1996 y el 2007 los salarios reales tan solo crecieron a una media del 0,7% anual, incremento que en absoluto justifica el aumento exponencial del consumo que se produjo.

Hoy, con un desempleo de récord, con un subempleo galopante, con unos salarios congelados tras las caídas experimentadas en los años pasados, y con una legislación fiscal que no favorece el aumento de la presión fiscal entre las rentas altas ni la persecución intensa del fraude fiscal, la situación de amplios colectivos es verdaderamente preocupante. 1/3 de la población se halla excluida y el número de trabajadores pobres, es decir, de personas con ocupación peo en situación de pobreza por sus reducidas rentas, se halla en aumento, pero nada indica que vaya a solventarse uno de los mayores problemas sociales de España: la insuficiencia de las rentas bajas y de muchas de las llamadas medias porque la demanda de trabajo es la que es y la oferta es muy superior.

Es decir, el problema no reside en los megamillonarios con patrimonios que ascienden a un número de millones de cinco cifras, sino en las personas que engrosan las colas de Cáritas y de otras organizaciones caritativas y en la insuficiencia de los salarios que no alcanzan para atender los mínimos vitales.

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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