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Los trece problemas de la economía española y algunos posibles paliativos – 9

Santiago Niño Becerra - Miercoles, 09 de Diciembre

8 – Unos compromisos de déficit que incluso suponiendo el cumplimiento de las muy optimistas previsiones de crecimiento del Gobierno, se demuestras incompatibles con la realidad.

Da igual el color del Gobierno, en las últimas décadas España no ha tenido déficit fiscal sólo cuatro años, bueno, tres: el 2004 cerró las cuentas públicas con un saldo del 0%. En el 2005 se obtuvo un superávit fiscal equivalente al 1,2% del PIB, del 2,2% en el 2006 y del 2,0% en el 2007. Eran los años del ‘España va más que bien’ y de ‘La economía española juega en la Champions League de las economías mundiales’, y tuvo esos superávits fiscales sin tener en cuenta las muchas carencias crónicas que España arrastraba desde siempre; pero los tuvo porque la recaudación fiscal aumentó gracias a la bonanza, lo que permitió mantener una deuda pública del 35% del PIB. Luego todo cambió y se volvió a déficit crónico.

Lo que pasó es que, con la crisis, las cosas ya no fueron como antes y los miembros de la UE tuvieron que adoptar compromisos … y llegaron los incumplimientos. España se comprometió a cerrar el 2012 con un saldo público del -6,3%, cerró con el -10,6%. En el 2013 tenía que haber cerrado con el -6,5% y cerró con el -7,1%. El 2014 el compromiso era del -5,8 pero cerró con el -5,7%, pero fue el segundo déficit más elevado de Europa. El -4,2% es el acuerdo para el 2015 y el -2,8% el del 2016, y todo apunta que va a rondar el -4,5% y el -3,5% respectivamente. Y ojo: el horizonte del compromiso es el 0% de déficit en el 2020: veintiséis miembros de la UE firmaron eso en el año 2011.

¿Qué sucede con las cuentas públicas de España? Pues algo tan sencillo como que los ingresos son menores que los gastos. ¿Aumentar ingresos?. Eso se consigue, bien con una mayor recaudación proveniente de una mayor actividad, bien aumentando tipos impositivos, bien persiguiendo el fraude fiscal, bien con una combinación de las tres vías anteriores.

Margen hay: España tiene una de las presiones fiscales más reducidas de Europa, pero hay un problema: España genera poco valor por unidad de factor utilizado, por lo que las contribuciones fiscales adquieren un peso relativo elevado sobre el bien o servicio fabricado y mucho mayor que si el valor de ese bien o servicio fuese de alto valor; la consecuencia es la pérdida de competitividad y la deriva hacia la economía sumergida y el fraude fiscal; que no se persiguen como se podría porque aún incidiría en una menor actividad al hacer no rentables un creciente número de actividades a medida que ese fraude se persiguiese.

En consecuencia reducir el gasto público –los gastos públicos al contar las tres Administraciones Públicas existentes en España– se convierte en la vía idónea para el caso español. Pero claro, el gasto público español es ya uno de los más reducidos de Europa tomando como referencia el PIB, por lo que menos gasto público significa el empeoramiento de los servicios públicos, degradación de la red de carreteras del Estado, menos recursos en sanidad y educación, …

¿Hacia dónde apunta la tendencia?. España, al igual que los otros firmantes del acuerdo, alcanzará la meta del 0% en el 2020: eso está fuera de toda discusión: más de 45.000 millones de reducción en su déficit en cinco años. Pero lo conseguirá a pesar de los españoles porque el crecimiento que en estos años se produzca pienso que ni remotamente va a dar para generar ingresos por esa cantidad, luego será a partir de aumentos de impuestos –IVA e IBI, fundamentalmente, pienso– junto a recortes de gasto público e introducción de copagos como conseguirá alcanza esa meta. 

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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