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Los trece problemas de la economía española y algunos posibles paliativos – y 16

Santiago Niño Becerra - Viernes, 18 de Diciembre

Continuando con los posibles paliativos a aplicar para mejorar la situación económica de España.

- Decretar una amnistía fiscal sin peajes y con olvido del pasado a fin de que aflore actividad sumergida; posteriormente persecución del fraude.

Las amnistías fiscales han sido muy criticadas, el razonamiento por lo que lo han sido es simple: ¿cómo se puede considerar igual a alguien que ha cumplido con sus obligaciones fiscales que a quienes no han cumplido?. Pienso que debería tomarse una decisión final: perdonar y olvidar el pasado, y a partir de la conclusión para el perdón y el olvido perseguir el fraude a sangre y fuego, sin paliativos ni excepciones.

Y aquí sucede lo mismo: la capacidad de España en este ámbito en términos globales es prácticamente inexistente, por lo que su papel debería ser influir para que se avanzase en este sentido.

 

- Redefinición de la política fiscal.

La filosofía política fiscal que aún es de general aplicación en los países desarrollados y, conceptualmente, en muchos otros, nace tras la II GM y lo hace con un objetivo muy claro: recaudar lo máximo posible para que los Estados puedan alimentar el elevado y creciente gasto público que se decide afrontar y que abarca desde la financiación del modelo de protección social al cada vez más caro armamento que sostiene la Guerra Fría, pasando por los gastos y las inversiones civiles que ayudan y fomentan el crecimiento económico. Es decir: durante décadas el tándem ‘Estado potente – Gasto público abundante’ fue una constante. Pero eso ya no es así y el nuevo modelo pienso que no va a ir por ahí.

Ahora el ‘crecimiento continuado y permanente’ ya no se lleva porque es imposible debido a que los recursos son limitados y su oferta nos es infinita, pero es que además no existe capacidad de consumo –la inversión también lo es– para absorber todo lo que la oferta es capaz de fabricar. Paralelamente las grandes corporaciones se hallan ya por encima de los Estados porque disponen de elementos de presión que son mucho más efectivos que los resortes de los Estados, con la ventaja para ellas que su territorio es todo el planeta.

La redistribución de la riqueza ya no es necesaria porque ya no hay enemigos de los que apartar a poblaciones descontentas; con el modelo de protección social sucede lo mismo y, encima, ya no es financiable porque no se cumplen las premisas bajo las que se diseñó en los 50; y ya no es preciso que los Estados tengan los aparatos administrativos con los que contaban debido a que con Internet, por un lado, y las corporaciones, por otro, se pude y pueden realizar tareas que antes desempeñaba el Estado. Es decir, los Estados, en esta tendencia de responsabilizar a las ciudadanías de lo que les atañe, precisan de menos fondos y, en cualquier caso precisan de esos fondos de otra manera.

De ahí que piense que hoy debería eliminarse la fiscalidad sobre los ingresos para poner el acento de la imposición en el gasto atendiendo al tipo de bien o servicio en el que se gasta, y con impuestos negativos en los bienes definidos como básicos o de primera necesidad.

 

- Instauración de la Renta Básica.

La tendencia que está dibujando el nuevo modelo apunta a un desempleo estructural muy elevado por apuntar a la baja la demanda de trabajo, a un subempleo enorme porque el trabajo que se precise se necesitará de forma ultraflexible, y a un modelo de protección social insuficiente por infinanciable. Pero las necesidades básicas estarán ahí y ahí van a seguir.

La cuestión es si se desea eliminar la pobreza y garantizar unos mínimos esenciales a una parte muy numerosa de la población que no va ser necesaria en términos económicos; una cantidad adaptada al poder adquisitivo de la zona de referencia.  Por las razones que se quiera, incluido el mantenimiento del orden público. Y con una ventaja: sería conveniente que esta sistemática se aplicase en todos los países, pero cada país puede ponerla en marcha cuando lo crea conveniente; y también aquí las corporaciones podrían desempeñar un papel fundamental.

(La idea de Renta Básica que contemplo es el modelo que define el Dr. Daniel Raventós).

 

- Análisis de la capacidad real de pago de países, empresas y familias a fin de conocer qué volúmenes de deuda son pagables y cuáles no, para, posteriormente, realizar compensaciones y quitas.

No importa lo que digan los políticos –prácticamente todos– y los expertos –la inmensa mayoría–: la deuda total no se puede pagar en su totalidad. Se puede estar soñando que sí, y se pueden continuar contabilizando los bonos y los créditos con un valor que se sabe que nunca se va a poder recuperar, pero esa es una ficción que tiene fecha de caducidad: cuando un acreedor se pregunte en público cuándo y cuánto va a poder cobrar.

Tampoco abordar esta problemática está al alcance de una sola economía, por muy potente que sea, y menos puede hacerlo una economía pequeña como la española. Por ello debe ser el conjunto de acreedores o una mayoría significativa de los mismos quienes adopten la decisión de proponer compensaciones de deuda y quitas en las cantidades que no sean abordables. La justificación de esta propuesta es muy sencilla: más vale percibir el X% de algo que el 100% de nada. Y con esto hecho se podría pensar en afrontar otros menesteres; de hecho, posiblemente este punto debería figurar en primer lugar en esta lista.

 

Recuérdese, nuevamente, que España representa el 2% del PIB del planeta y el 10% del europeo. Muy poco no, absolutamente nada puede hacer España por sí sola, máxime teniendo en cuenta que la actividad económica, al igual de lo que sucede en otros países, se conentra en escasos lugares, escasas compañías y escasas personas.

 

Y ahora mediten cuanto de lo que hemos comentado hoy y en estos días pasados ha salido en la campaña de las elecciones del próximo Domingo y como ha sido abordado.

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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