Mensajes
Santiago Niño Becerra - Martes, 09 de FebreroEl pasado día 20 El País, en su página 39, publicaba unas declaraciones de Sr. Ministro de Economía (en funciones) de España. Decía el Sr. Ministro que “La recuperación en España es robusta”.
Esta y otras declaraciones en la misma línea de políticos y algunos presidentes de grandes compañías me llevan a la conclusión de que desde hace algún tiempo se están lanzando dos tipos de mensajes en dos tipos de idiomas diferentes. Por un lado un tipo de mensaje difundido por Los Mercados y por los Gobiernos (donde pienso pueden añadirse la mayoría de los políticos y muchos cargos de sindicatos), y por otro una tipología de mensajes que pueden oírse en la calle y que son pronunciados por personas corrientes que se mueven en su mundo particular. Y a la conclusión que se llega es que se trata de mensajes que no tienen nada que ver los unos con los otros.
Por un lado si se pagan los intereses de la deuda, si los beneficios de las grandes empresas crecen, si disminuye la presión fiscal real que pesa sobre esas grandes empresas, si hay tranquilidad en las calles, si se van cumpliendo los compromisos internacionales aunque sea teniendo que solicitar algún ajuste en tiempo y la confianza en el país no decae, las cosas van bien.
Por otro los niveles de parámetros como la pobreza, la exclusión social, el desempleo estructural y el subempleo, la precariedad laboral, las carencias sociales, la desigualdad, la insuficiencia de ingresos, dibujan, a nivel de la calle, un decorado muy particular.
Los intentos de casar estos dos escenarios ponen sobre la mesa un hecho que aunque no contrastado es difícilmente negable: los Gobiernos, independientemente de su color, muestran y representan un deseo y no una realidad.
Paralelamente a esto –y por esto e influyendo e influido por esto– el FMI da un voto de confianza a España (¿lógico teniendo en cuenta como se halla el planeta y el enorme nivel de dependencia de España del resto del mundo?). Un voto de confianza en el que pesan factores favorables, tanto externos como internos.
Entre los primeros las compras de deuda por parte del BCE, un petróleo ultrabarato, unos tipos de interés reales casi negativos, un euro depreciado, un turismo al alza por la inseguridad de otros destinos turísticos aunque con un gasto medio diario decreciente. Entre los segundos, la facilitación y el abaratamiento del despido por parte de las empresas, unos salarios decrecientes o prácticamente congelados, el miedo de la población a perder lo que se tiene, el deseo de esa misma población a querer creer que ‘las cosas van a volver a ir bien’.
Y delante de todo esto me pregunto qué puede motivar a alegrarse al ciudadano de a pie ante esta realidad.
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.
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