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Mensajes para pintar una realidad

Santiago Niño Becerra - Martes, 23 de Febrero

Los períodos de transición se hallan caracterizados por una serie de elementos, uno de ellos es que ‘lo antiguo’ aún está vivo al menos en las memorias de mucha de la ciudadanía, y ‘lo nuevo’ se halla en periodo de aceptación. Ello hace que se produzcan intercambios de pareceres curiosos entre quienes denuncian los problemas que los cambios están trayendo y quienes defienden que los cambios son buenos per se y por encima de todo. (Lo que es curioso es que en esos momentos nadie defiende los antiguos modos de hacer ni los critican, los unos porque ya los consideran perdidos y los otros porque saben que no van a volver).

Actualmente el planeta se halla en una transición de modelo que es lo que una crisis sistémica es, una transición, recordemos, dentro del sistema económico en el que llevamos instalados desde principios del siglo XIX, un sistema al que le quedan aún bastantes décadas, y aquí es donde aparecen los intercambios de pareceres antes apuntados, intercambios que en los actuales momentos se centran en una serie de temas, entre ellos la desigualdad, la pobreza y el papel reequilibrador desempeñado por el modelo de protección social. Ese debate actualmente se halla en el punto siguiente.

Por un lado quienes dicen que nada ha cambiado con respecto a hace treinta años y que las oportunidades que hace años existían continúan existiendo ahora, para países, comunidades, trabajadores, jóvenes y colectivos. Argumentan, quienes esto dicen, que la libertad de acción y la no introducción de limitaciones es lo mejor que puede hacerse porque se demuestra que en ausencia de las mismas se avanza y que la Historia lo confirma. Y también que cuando un cambio tecnológico se presenta hay quienes aparecen diciendo que ya se ha llegado al fin de las posibilidades de mejora social y que nunca ha sucedido tal cosa.

Por el otro están los que hablan de desigualdad en los países, entre los países y a nivel planetario y constatan que entre los países y a nivel planetario la desigualdad ha aumentado en las últimas décadas y que en muchos países ha crecido en los últimos años, como en España. También que el Sistema Capitalista, por principio, tiende al oligopolio, a la concentración de los medios de producción, lo que mejora la productividad, uno de los objetivos actuales, implicando una reducción en el consumo de factores productivos, entre ellos en trabajo. Y que las oportunidades tienden a disminuir porque la demanda de trabajo ya lo está haciendo debido a que jamás en la Historia han sido tan enormes las posibilidades de sustituir factor trabajo por tecnología, razón por la cual las expectativas de los jóvenes son, en general, hoy limitadísimas y en nada comparables con las de hace treinta años.

Los segundos defienden algún tipo de intervención por parte de quien sea a fin de mitigar la creciente precariedad laboral y el desempleo estructural en aumento que se traduce en el enquistamiento de la pobreza. Reclaman la reducción de la desigualdad, aunque dentro de este grupo hay quienes dicen que el mayor problema no es la diferencia entre las rentas más elevadas y las más reducidas sino el insuficiente importe de las más bajas. Y añaden que las oportunidades profesionales para la mayoría de los integrantes de enormes colectivos son decrecientes porque lo es la necesidad de factor trabajo debido a la robotización y, en consecuencia, lo son sus expectativas de remuneración, recurriendo a lo que la realdad muestra en todas partes: el crecimiento de la economía informal, del subempleo, del empleo temporal y la práctica congelación de los salarios.

Los primeros defienden que la política económica que se está tomado es la correcta y no hablan del modelo de protección social a no ser para argumentar que frena la iniciativa privada y que limita el crecimiento. Los segundos dicen que vamos hacia una sociedad escindida en tres partes, algunos incluso hablan de dos, e intentan mantener el modelo de protección ahora en vigencia, aunque sea reduciéndolo a una renta básica y a pocas prestaciones más; dentro de este colectivo algunos defienden agresivas medidas fiscales para aumentar la recaudación procedente de los más ricos, medidas que, obviamente, los primeros rechazan.

Pienso, ya saben, que tendemos hacia un mundo crecientemente polarizado entre quienes-si y quienes-no; que revertir tal cosa es imposible porque la dinámica histórica tiende hacia eso del mismo modo que en su momento se tendió hacia la eliminación de la esclavitud, pero que, sin embargo, es posible mediante un acto de voluntad limitar, reorientar y suavizar ese escenario. Y lo que realmente me sorprende es que los del primer grupo no quieren oír hablar de eso ni como posibilidad teórica. Me sorprende que no lo asuman aunque sólo sea por un mero tema de orden público. Las revoluciones ya no están de moda, pero el peor enemigo es quien no tiene nada que perder, y hay personas que ya están llegando ahí.

(Comentario. Muchos integrantes del primer grupo argumentan, para decir que las cosas están bien, que la pobreza está descendiendo en el mundo. Ojo con eso porque se parece demasiado a lo de los pollos: yo me como dos, Ud. ninguno, y cada uno nos comemos uno. La pobreza ha descendido, si, fundamentalmente en China que con 1.200 M de habitantes tiene un peso enorme a nivel mundial; y también en zonas de Latinoamérica y África debido al reciente megaboom de las commodities (veremos que sucede ahora que el boom ha finalizado), pero en el resto … En España, por ejemplo, no cesa de subir. Luego está la definición de pobreza: decir que en los países subdesarrollados si se supera una renta de 1,5 o 2 $ diarios se está por encima de la línea de pobreza cuando la mayoría de la renta la acumula un escasísimo número de familias … pues como que no. Ojo con las estadísticas; ojo con ellas).

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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