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Muchas cosas Ѣ€“ 4

Santiago Niño Becerra - Martes, 23 de Junio ilustración274 Ѣ€" En mi libro "El crash del 2010" expongo un prototipo de economía bluf de estos años de "el mundo va bien": Irlanda, y aquí al país celta le hemos dedicado, también, unas cuantas líneas. La economía Irlandesa tenía la ventaja de que es bastante grande y bastante completita, pero a nivel de bluf no ha sido el único caso ni será el antepenúltimo: Islandia y Letonia son ejemplos de ello, lo que sucede es que en ambos casos -más en el del primero- el componente financiero ha sido archifundamental.

Con los países, mucho más con los pequeños con posibilidades limitadas y fuera de las estrategias a largo plazo, pasa como con las familias: si estiran más el brazo que la manga, llegan los problemas; si alguno de sus miembros se queda sin trabajo, llegan los problemas; si les toca la lotería y se emborrachan con los efluvios de su nueva situación y se convierten en nuevos ricos, llegan los problemas. (Claro, claro: hay familias indestructibles que generación tras generación saben donde están y lo que hay que hacer, al igual que hay países pequeños que, durante décadas, entran en los planes a largo plazo de quienes-hacen-la-economía, como Singapur).

Ahora ha estallado el caso de Letonia, pero vendrán más, muchos más. Países sin base y con todo por hacer en los que el capital exterior vio posibilidades de obtener unas rentabilidades espectaculares y los lugareños de lo mismo yendo a su rebufo, y todo ello con la bendición de las instituciones internacionales y con la garantía que da no ser una Banana Republic. Para esos países parece especialmente diseñado el título de una de los filmes de James Bond: “El mundo nunca es suficiente”. Lo malo es que sí lo es.

Cuando las burbujas empezaron a bajar, el capital buscó otras posiciones (o se fue a Costa Esmeralda) y dejó con el culo al aire a toda la economía de esos países y a sus lugareños. Un dato ultrasignificativo referente a Letonia: el pasado día 3 el Estado letón no pudo colocar una emisión de duda pública de 70 millones de euros, es decir, nadie quiso el papel de Letonia, ¿por qué?, pues porque no vale nada. Bien, ya hemos llegado a esa situación: Uds. lo leyeron aquí, lo recordarán.

Ahora ese efecto no-quiero-tu-papel se irá extendiendo a otros países. Empezará por los bálticos y seguirá por los eslavos, luego .... Eso causará un cataclismo en las entidades financieras que tengan algún tipo de inversión vinculada a activos de esas economías ya que afecta a su solvencia, es decir, a su confianza; se habla de las suecas y de las austríacas, y se murmura de algunas alemanas, ¿serán más?. Pero eso tendrá un efecto derivado en el comercio internacional, lo que a su vez ..............

Todo esto no va a causar la crisis: la crisis ya está llamando a la puerta; esto es parte de la precrisis que estamos viviendo desde Septiembre del 2007 porque el asunto de las economías bluf empezó a manifestarse cuando salió a la luz la caca que las subprimes llevaban adherida. Lo de Letonia & Co. será un clavo más en el ataúd de la crisis.

Y de nuevo alguien volverá a preguntar: “Y, ¿quién tuvo la culpa?”, y otra vez, algunas voces, muy pocas, diremos: “Nadie: o esos países hacían lo que hicieron o no crecían lo que les dijeron que podían crecer. Y, ¿quién se conforma con un cochecito si se le ofrece un Modena?”. (Si alguien pregunta si hubieran crecido sin hacer lo que hicieron, la respuesta sería afirmativa, pero hubieran crecido muy, muy poquito, lo que hubiera generado otro tipo de problemas, por ejemplo, una emigración masiva, ¿queríamos eso?).

274 Ѣ€” La New Ley de Comercio que aquí se está estudiando / elaborando / cociendo. EL problema: hoy sobran puntos de venta. España, para bien y para mal, es un país mediterráneo, latino, y en los países así, en los barrios populares -y no tan populares- siempre han habido tiendas de barrio en las que la gente hacía sus compras diarias, y cuando tenía que hacer alguna compra especial iban a otras tiendas “más-más” aunque, en el fondo, continuaban siendo de barrio. Claro que algunas iban mejor que otras, pero existía un cierto equilibrio y todas iban tirando, en unas ocasiones bien, menos bien en otras. Ese modelo empezó a resquebrajarse con la aparición de “las grandes superficies” y me importa un bledo la definición técnica que tengan: aquí, “gran superficie” = “no tienda de barrio muy grande”.

La aparición de las grandes superficies en adición a las tiendas de barrio fue llevando el comercio al detall a una sobreoferta de puntos de oferta ilógica e insostenible (para colmo, se multiplicó el número de tiendas de barrio). Para hacerla viable se concedió a la gente, al pueblo, a quienes tenían que consumir en las tiendas de barrio y en las grandes superficies, la posibilidad de que se endeudasen hasta donde les diese la gana; a partir de ahí desapareció, como por ensalmo (de hecho así fue), el exceso de puntos de oferta.

El problema de este proceder es que es factible mientras no se agote la capacidad de endeudamiento, cosa que ya ha sucedido. (Agotamiento de la capacidad de endeudamiento + Fin del crédito fácil + Fin del dinero barato + Aumento de desempleo + Enlentecimiento de la actividad económica) = Muchas cosas + Superexceso de puntos de venta.

Pero, ¡pero!, las tiendas de barrio ocupan a personas que pagan tasas e impuestos municipales y regionales, personas que suelen votar siempre a las mismas opciones, personas a las que hay que proteger de la “competencia salvaje y desalmada” de las grande superficies. Pero, ¡pero!, las grandes superficies emplean a un porrón de gente, por lo que si reducen actividad o no la crean, ese porrón de gente dejará de estar empleado (al margen de que también pagan sus buenos impuestos y tasas).

¿Complicado, verdad?, sobre todo si las cosas se van llevado de Herodes a Pilatos. Lo de los polvos y los lodos, sí.

Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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