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No estamos muy lejos de empezar a mirar la letra de identificación de los billetes de euro

Carlos Montero - Sabado, 10 de Diciembre Mucho hemos hablado de las probabilidades de ruptura en la zona euro, de las medidas que se están tomando para que no se produzca y de las especulaciones sobre el contagio a otras regiones y a otros mercados, pero no hay excesivos análisis de las consecuencias de esta posible ruptura, ¿saben por qué? Porque son inimaginables. Estas son las palabras que los analistas de UBS mencionan para calificar a esta posibilidad, en un reciente informe analítico que recoge Stephen Fidler de WSJ. ¿En cuánto al título del artículo? Lean el informe de UBS y lo comprenderán.

Las rupturas pasadas de uniones monetarias nos proporcionan algunas guías sobre cómo podría terminar la crisis financiera en Europa, si sus líderes no pueden encontrar una solución. Aunque estamos en un caso único.

La historia indica que dos tipos de uniones monetarias sobreviven más tiempo, dice Gabriel Stein, director de la firma de análisis económico Lombard Street Research. Las primeras son aquellas en los que “un pez pequeño está ligado a una ballena”-como el Reino Unido e Irlanda de los años 1920 a 1970 y en Bélgica y Luxemburgo de los años 1920 a 1990. La segunda es cuando las entidades son más o menos del mismo tamaño y forman una unión de tipo fiscal como los EE.UU.

La zona euro no encaja en ninguna de estas categorías.

En un reciente informe los analistas de UBS Investment Research concluyeron que el coste de una ruptura de la zona euro “es tan enorme que es inimaginable”.

Se identificaron cuatro rasgos clave de la fragmentación de las uniones monetarias en el pasado, incluyendo la fuga de capitales desde países percibidos como débiles, a países percibidos como fuertes dentro de la unión.
La evidencia más visible de esto hoy es el “vuelo a la calidad” en los mercados de bonos periféricos, de países como Grecia o España, a aquellos vistos como más fuertes como Alemania.

De manera más sutil, la gente está retirando su dinero de los bancos de las economías periféricas, principalmente Grecia, y trasladándolos a otras economías de la zona euro.

A medida que la crisis se intensifica, las presiones sobre la unión monetaria pueden crecer. En un estudio de la ruptura de la unión monetaria de la República Checa y Eslovaquia en 1993, los economistas Jan Fidrmuc y Julius Horvath dicen que los importadores y los exportadores se adelantaron al escenario de ruptura, iniciándolo ellos mismos. Esperando una devaluación en Eslovaquia, los importadores del país pagaron sus deudas lo más rápido posible a los exportadores checos, mientras que los importadores checos hicieron lo contrario, esperando una devaluación de la moneda.

En este caso, los economistas dicen que el nacionalismo prevaleció sobre la economía y la unión se rompió, a pesar de que había poco beneficio económico en la ruptura.

Por otro lado, también muestran que no todas las rupturas de uniones monetarias han sido costosas. Un ejemplo de separación de poco coste: La división de Irlanda del Reino Unido en 1979.

Sin embargo, ni la ruptura de Checoslovaquia ni la de Irlanda se realizaron en una crisis económica, que según consenso económico, es el peor momento para la división. “No tiene por qué ser un desastre, pero la forma en la que se está haciendo en Europa va a ser desastrosa”.

Al igual que en Checoslovaquia, y a diferencia de lo que ahora se está proyectando para Europa, algunas uniones monetarias del pasado se disolvieron después de una ruptura política. La unión monetaria austro-húngara tras la Primera Guerra Mundial. La ruptura de la zona rublo en 1992-93 después del colapso de la Unión Soviética.

El caso austro-húngaro es un ejemplo de lo que los economistas de UBS señalan como un segundo rasgo común en la fragmentación de las uniones monetarias. Los gobiernos usan la división como una oportunidad para aumentar los ingresos por incautación de bienes de sus ciudadanos. Algunos estados resultantes forzaron la conversión de los depósitos de un más de un cierto límite, en bonos.

Un tercer rango común de las rupturas es que por lo general vienen acompañadas de feriados bancarios y controles de capital, para parar el vuelo de capitales. En el entorno actual, las páginas web bancarias tendrían que oscurecerse durante el ajuste a la nueva divisa doméstica.

La perspectiva de ruptura puede desencadenar incluso la ansiedad entre los tendedores de billetes de euro. Cada billete se identifica con un marcador nacional antes del número de serie (en el caso griego es la Y). La gente puede percibir que los billetes griegos pueden tener un valor inferior a aquellos alemanes (marcados con la letra X).

Las devaluaciones forzarían a los bancos de los países que no devaluaron a amortizar sus activos, probablemente forzando a los gobiernos a intervenir para salvarles. Las instituciones financieras en Alemania y otros países fuertes, sufrirían el golpe por sus activos en economías más débiles.

Una integración financiera fue evidente entre Noruega y Suecia en su unión monetaria con Dinamarca, rota en 1905. Pero entonces, los contratos de negocios conservaron sus respectivas monedas, y los países continuaron emitiendo billetes por separado.

En vista de esto, el antecedente más cercano de una unión monetaria sin una unión fiscal fue la Unión Monetaria Latina, basada en el tratado entre Bélgica, Francia, Italia y Suiza. Se basaba en doble patrón de oro y plata, transformándose en un patrón exclusivamente oro en 1878. Pero según señalan los economistas de UBS, “no fue una unión monetaria en el sentido moderno de la palabra”.

UBS identifica un cuarto rasgo y final asociado a una ruptura: La población se sintió profundamente insatisfecha. “Las circunstancias económicas que rodearon la ruptura de una unión monetaria tienden a ser más graves, porque los costes de una ruptura son altos. Esto significa que al menos una parte de la unión monetaria es probable que esté sujeta a riesgos de disturbios sociales importantes”.




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