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Noruega, más aún

Santiago Niño Becerra - Viernes, 01 de Abril

Ya les he comentado sobre una amiga que desde hace años reside en Noruega. Hace unos días le remití un mail:

“Lo habrás visto:
http://economia.elpais.com/economia/2016/03/09/actualidad/1457520999_091030.html

Ya te lo pregunté, pero hace meses: ¿hay debate en la calle? ¿Informa el Gobierno? ¿Has podido hablar con alguien de la era pre-petróleo, con alguien que viviese la situación social y económica antes de 1979?”

A lo que ella me respondió:

“Lo dicho. Debate, debate, en la calle, (tal como lo entendemos en los países mediterráneos) no hay. Hay una cierta inquietud, preocupación, si tu quieres, pero la gente no está desesperada ni se pasa el día lamentándose y llorando por los rincones.

Los motivos son varios: primero, porque el noruega no es de lamentarse mucho ni hacer un drama de sus problemas. Tienen un problema, lo resuelven y sino a otra cosa. Son muy pragmáticos, muy de mentalidad "calvinista" tal como tu apuntabas el otro día en el programa. Segundo, la situación es preocupante en comparación a hace unos años, ha ido empeorando, pero no es desesperada. Dinero en el fondo todavía hay y aquí, quieras que no, hay cuatro gatos así que de momento las consecuencias se sienten pero podríamos decir que no se padecen demasiado (aun).

El Gobierno informa? Sí, sin problemas. No hay secretos, todo es muy limpio y transparente. La corrupción y la cultura de la picaresca y el "si puedo y no te enteras, te la meto doblada" es prácticamente inexistente. No se estila, está mal visto, no está en sus genes simplemente. Por lo tanto aquí las noticias de este tipo se dicen, se escuchan y listo. Tampoco hay 400 reality shows de televisión cada día analizando, metiendo el dedo en la llaga, repitiendo hasta la saciedad lo desgraciados que somos y los grandes problemas que tenemos y revolcándose en la desgracia però sin resolver nada, de nada...Esto es muy mediterráneo, católico y apostólico también..

Por lo que se refiere a los de la era pre-petróleo, al menos, con los que yo he hablado, existen básicamente dos posturas al respecto:

1. Los escépticos, generalmente la gente más ligada a actividades tradicionales (pesca, explotaciones agropecuarias, granjeros, trabajadores del campo, etc.): su lema es hay que apretarse el cinturón y repartir los beneficios (aunque sean pocos) porque ya sabíamos que esto no iba a durar para siempre. Es lo que hay, ya lo hemos vivido antes.

2. Los optimistas (ocupados generalmente en el sector Servicios y/o en actividades "de despacho" como se llama aquí): tienden a pensar que estamos en un cambio de ciclo (algo más extenso que los anteriores) y hay que resistir hasta que la economía vuelva a remontar un poquito. Ninguna situación es eterna y esta tampoco lo será pero hay que adaptarse al cambio, esto es indispensable”.

Yo le respondí:

“Mentalidad práctica, calvinista; de una población que lo ha tenido muy difícil en unas condiciones muy duras. De todos modos, y si sucede, retroceder es complicado. Aquí sabemos de eso: durante el siglo XVI España se convirtió en el único proveedor de plata de Europa, y España gastó el metal en construir palacios, conventos, catedrales, en importar bienes de lujo y en pagar a los Tercios de Flandes. Y así le fue”

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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