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Población potencialmente activa

Santiago Niño Becerra - Lunes, 15 de Junio

Hace unos días recibí un mail de un lector:

“Ayer hablaba con un amigo sobre el empleo precario .

Él es de la "vieja escuela", de los que creen que al buen trabajador nunca le falta trabajo. Es un falso autónomo (camionero. Estuvo un año entero parado, pero pagándose las cuotas de autónomo, seguros del camión, etc ... . Ya no piensa como al inicio de este párrafo .

Yo le decía que nadie fríe más filetes de los que se van a comer a mediodía . El trabajo precario viene a ser eso, como lo demuestra esto (independientemente de su carga cruel):  http://www.abc.es/economia/20130810/abci-contrato-cero-horas-201308091746.html

No me suele "gustar" eso que usted tanto repite de que las revoluciones no están de moda. Pero es verdad . La gente tiene algo que perder: ¿la esperanza?.”

Mi respuesta:

“Lo había leído. Su amigo, hoy, no tiene razón, en los 60 y 70 la hubiese tenido. En relación al empleo hay dos cosas de las que, por separado, se habla poquísimo y juntas jamás. Una: la oferta de trabajo medida en horas potencialmente efectivas es muy superior a la demanda. Dos: La tecnología, al ser cada vez más sofisticada, más barata y más fácil de utilizar reduce la demanda de trabajo. Lo que da la suma de ambas cosas es la necesidad de disponer del trabajo que se necesita, durante el tiempo que se necesita, es decir, el contrato de cero horas o la versión alemana: los minijobs, o la española de hace un montón: el contrato por obra y servicio o la versión arcaica: la tría de jornaleros en la plaza del pueblo. Llámese como quiera pero la tendencia de tal tipo de ‘contrato’ es creciente debido a la evolución de las dos cosas dichas.

Una salida a eso sería fijar un precio mínimo por hora trabajada, un precio que permitiese a un trabajador medio que trabajase un número medio de horas, una renta suficiente; pero entonces los costes aumentarían y a muchas empresas les saldría a cuenta aumentar su inversión a fin de sustituir factor trabajo por capital, con lo que aumentaría el desempleo.

Existe un excedente de oferta de trabajo y unas posibilidades tecnológicas que sólo están esperando a que alguien las desarrolle. El crecimiento tecnológico no se va a frenar porque es imposible detener el desarrollo tecnológico ya que es consustancial a la especie humana, luego, o la masa trabajadora pone en marcha la revolución contra el capital, o la miseria será creciente entre una creciente parte de la población, o se instaura la renta básica a fin de evitar la miseria absoluta y mantener el orden público. La primera no está de moda, la segunda no es conveniente, queda la tercera.

Habría otra posibilidad, claro, que un cataclismo hiciese retroceder a la población mundial al siglo XIV; entonces habría trabajo para todo el mundo, pero la miseria y las carencias serían bíblicas. En consecuencia, y teniendo en cuenta que la evolución tecnológica no se puede detener, es obvio que la tendencia a largo plazo debe ir hacia la planificación del crecimiento demográfico.

De la desigualdad, ese tema hoy tan de moda, mejor no hablamos”.

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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