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Porvenir

Santiago Niño Becerra - Martes, 07 de Marzo

Hace unos días recibí un mail.

“Hace un año creo que estuvimos hablando de toda esta revolución en la que estamos inmersos y que se denomina Industria 4.0. En este año seguimos viendo cómo van evolucionando los temas. Como creo te comenté trabajo en un Centro Tecnológico, se llama (nombre). Alineado con la innovación te voy a contar una anécdota que me ocurrió a mí, es decir esto no es una historia que me han contado, es una cosa que he vivido.

Resulta que nuestro trabajo consiste en estar continuamente transfiriendo tecnología hacia las empresas para que cada vez el tejido industrial sea más competitivo. Por lo que viajamos mucho como “perros sabuesos” buscando soluciones entre diferentes proveedores y vemos cómo podemos aplicarlo en nuestra cartera de clientes. En una de mis visitas a un país del este de Europa, (donde hay buenos científicos), encontré un material que en principio tenía unas propiedades superiores a los que usamos habitualmente en la parte occidental.

Acordé con el laboratorio que iba a testear el material en condiciones reales (en alguno de mis clientes) y que ya hablaríamos en función de los resultados. Aquí comienza la anécdota. Tras acuerdos de confidencialidad y propiedad compré 4000 euros de material, el precio era competitivo.

De vuelta a España, me fui a un (utilizador de materiales de esa tipología), con él que ya trabajaba. Le hablé del material, le conté lo que yo esperaba y le propuse hacer una prueba en su máquina. Le propuse cubrir los costes de la prueba al 50% entre ambos. Es decir yo le ponía el material y el fabricaba la herramienta. Contestación del CEO: “no me veo con fuerza de proponer al consejo gastar 4000 euros en una prueba de este tipo”. Ten en cuenta que la empresa andará por los 20 millones de euros de facturación.

Como soy un tipo muy optimista me fui a otro cliente. Este también (del mismo tipo) pero en este caso la facturación se triplica respecto del anterior para que el “impacto” del coste de la prueba no les frenara. Contestación (prepárate que este es fuerte): ‘Yo en estas cosas no creo’.

Tras pensarlo, me fui a otro competencia de los dos anteriores pero esta vez en Alemania. Y les hice la misma propuesta. Contestación: A los 20 minutos de enviarles el e-mail. “Ok, no hay problema. Vamos a probar ese material. Solo te pedimos una condición. Si este material funciona y la mejora es sustancial queremos exclusividad de uso en nuestro sector por 3 años, es decir nuestros competidores no tendrán acceso a este material por tres años”.

Esta historia me viene muchas veces a la cabeza, y no tengo respuesta a la pregunta, ¿Dónde está la diferencia?, mismo sector, mismos procesos……la única diferencia es el país de origen. Por lo que debe haber algo cultural o educacional que hace que no funcionemos. Y sean otros lo que se aprovechan de ciertos desarrollos. Y aquí es donde nuevamente te muestro mi preocupación por la oportunidad que podemos dejar pasar alrededor de la Industria 4.0. Las empresas no están listas para acometer los procesos que se vienen encima”.

Mi respuesta fue:

“Confidencia por confidencia. (Y lo mío es más gordo y también lo viví). Hace años, es decir, no es de ayer, un director de control de calidad de una compañía industrial española líder nacional en su sector me dijo: 'Cualquier inversión que proponga hacer en mi laboratorio, sea cual sea el importe, he de demostrar que podrá ser amortizada en seis meses'.

España no está en la liga que Ud. apunta. Es un mix de falta de recursos, miedo a equivocarse, falta de horizonte, ... Hace un par de años, una alumna muy buena, unos días antes de graduarse, me dijo: 'El turismo, no nos engañemos, esa es la posibilidad de España,  cualquier otra cosa es utopía'”.

Me respondió:

“En innovación hoy en día retornos de inversión menores a un año son el pan nuestro de cada día. A mis clientes siempre les digo: “Imagina que yo tuviera algo impresionante que impactará brutalmente en tu negocio y con retorno de inversión inferior al año, ... No se llamaría proyecto de innovación, se llamaría startup que amenazaría seriamente la supervivencia de tu negocio, así que ten cuidado con lo que deseas”.

Por eso insisto, es vital un sistema educativo y un cambio de valores radical. Y no veo a los  que deben cambiar estos temas en sintonía... De esto hay que hablar si queremos que nuestras pensiones sean sostenibles. Yo no me resigno a que esto siga así, aunque nuestra peregrinación sea en el desierto”.

Le respondí:

“Pienso que, como apuntó Rifkin, hacia lo que vamos es hacia un 5% que genere el 100% del PIB y el resto renta básica, marihuana legal y mucho ocio casi gratis. Cualquier otra cosa no la veo sostenible”.

Y me repondió:

“Comparto tu visión, aunque hasta cierto punto soy un romántico y me quiero resignar”

Uds. mismos.

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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