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Refugiados, más aún

Santiago Niño Becerra - Viernes, 19 de Febrero

En relación al texto que el 29 de Enero publique aquí recibí en forma de mail una reflexión que reproduzco.

“Interesante su artículo de hoy. Viví 10 años en Suecia (2 en Gotemburgo y 8 en Estocolmo) y el tema de los inmigrantes, refugiados o como se les prefiera llamar, se vive muy de cerca o muy de lejos, dependiendo del punto de vista y las ganas. Estadísticamente se ven muy claramente los efectos de la inmigración en barrios y diferentes clases sociales.

Lo que es obvio es que en su gran mayoría son gente inadaptada, en paro eterno (los somalíes, por ejemplo, “disfrutan” de una tasa de paro de casi el 90%) o en trabajos de muy poca cualificación (las pizzerías, las peluquerías y trabajos “ficticios” en las administraciones públicas son un ejemplo claro de cuál es el futuro de la mayoría de los inmigrantes no occidentales en Suecia). Tengo muchas dudas de que en un país como Suecia lo que esta gente aporte a la economía sea más que lo que reciben a través de rentas de subsistencia, vivienda subvencionada, etc. Por ejemplo, el negocio de la limpieza industrial se basa fundamentalmente en mano de obra inmigrante: los sueldos son mínimos y muchas veces pagados en negro. Eso sería otro tema interesante: el establecimiento del salario mínimo mediante métodos “informales” (fuerzas del mercado + rentas de subsistencia) y no por ley, que hace que mucha gente defienda la idea de que en los países nórdicos no existe el salario mínimo, simplemente porque no esté establecido por ley…

Curiosamente, Suecia ha acogido 160k inmigrantes, de los cuales van a tener que expulsar a 80k porque no son considerados refugiados. Eso lo han admitido públicamente esta semana. La BBC, por ejemplo, se ha hecho eco de ello. Y esto es algo que está disparando muchas alarmas: recibir a 100 para tener que echar a 50? No sería más sensato hacer una selección previa? Quienes vienen? Que educación tienen? Estadísticamente, que posibilidades reales de integración existen? Así como los daneses y los finlandeses son “gente de acción” (la ley que “desvalija” y que impone un plazo de espera de tres años para la reunificación familiar expone claramente cómo se las gastan los amigos daneses cuando notan que un problema se les puede ir de las manos), el sueco es un animal político. Y más concretamente, un animal políticamente correcto, dando muchas veces prioridad al “postureo y pasteleo” sobre un análisis racional y funcional de situaciones sociales complicadas.

Un tema que no se suele mentar es el de la “industria del inmigrante”. De los 80k que los suecos planean expulsar, 79999 ya se están buscado un abogado, se han puesto en contacto con trabajadores sociales, ONGes diversas y toda la farándula que, en general, cobrando de una forma u otra del estado, viven del fenómeno de la inmigración. Y, por supuesto, no hay que olvidarse de todo el personal del departamento de inmigración que probablemente este tocando tambores de guerra y preparándose para hacer inmensas horas extras (pagadas, como es lo normal en Suecia) junto a la policía para expulsar a los 80k de marras. Sin olvidarnos del negocio del alojamiento de los refugiados, que ha llegado a producir cerca de 40 millones netos para un solo empresario durante el año 2014.

Y podría seguir con temas como los de los “programas” por parte de empresas con mucha repercusión a nivel de la calle, como la cadena de supermercados ICA. Ya han hecho público su compromiso por la integración y el empleo, preparándose para recibir a 100 refugiados en su fuerza laboral de 8200 personas. Lo que no dicen es que cada vez se les hace más difícil encontrar gente interesada en trabajar a pie de tienda: los suecos consideran que es un trabajo poco “guay”, mal remunerado, solución para estudiantes y gente con problemas sociales varios…

No sé, creo que el periodo 2016-2017 va a ser muy duro para la gente de la calle en toda Europa (ahora vivo en Lituania; una semana de cada mes experimentamos el fenómeno de la “desaparición de coches” de las calles de la ciudades, reduciéndose el trafico un 30-35% como mínimo; no hay dinero para gasolina) y el asunto de la inmigración tal y como se está planteando va a acabar de poner el último clavo en nuestro ataúd de la “nueva normalidad””.

Mi respuesta:

“En estos últimos diez años se está produciendo un fenómeno a cuatro bandas que los historiadores de mañana tendrán que analizar: la crisis, el desempleo y subempleo rampantes, la imparable reducción de la demanda de trabajo y la pérdida de importancia del papel del Estado. Todo ello combinado con un creciente malestar social, el crecimiento de la desigualdad y el aumento de la tasa de exclusión. ¿Cómo encaja en todo ello las crecientes oleadas de refugiados que están llegando a Europa? (Subrayo Europa)”.

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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