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Selección de personal

Santiago Niño Becerra - Miercoles, 30 de Marzo

Lo que viene a continuación no es algo que me ha contado uno que conoce a otro que es amigo del ‘cuñado del hermano de la madre del capataz del rancho’ como decía una viñeta del genial Forges. Lo que sigue le ha sucedido a la hija de unos amigos hace un par de semanas.

Esta chica tiene una licenciatura, un postgrado es una especialidad de su licenciatura, domina dos idiomas y estaba trabajando muy bien y muy contenta en una compañía que iba económicamente muy bien. Por una serie de razones personales abandonó la empresa y no estuvo trabajando durante dos años.

Al cabo de ese período empezó a buscar, y a buscar, y siguió buscando. Recurrió a contactos, amigos, conocidos, familiares y excolegas. Y nada. Menos para limpiar fachadas y para señorita de compañía aplicó a casi todo. Pero nada. El problema terrible era que ‘de lo suyo’ estaba todo ocupado, y para tareas inferiores no porque ‘cuando encuentres algo de lo tuyo te irás’. Un día, de una de las tropecientas solicitudes que había cursado, le llamaron. Era para hacer una tarea que muy poco tenía que ver con lo que era su profesión y la remuneración nada con la que había percibido; es decir, era un subempleo subremunerado; pero dijo que si.

De pronto, seis meses después, un día, el milagro. Alguien le habló de algo que encajaba en su perfil, y allí fue. Tras mil entrevistas, cuatro mil supuestos prácticos, ocho mil simulaciones, y casi, casi, tener que hacer la vertical en la barandilla de la azotea del edificio de la compañía a la que optaba, le dijeron que si. Telefoneó a todo el mundo para comunicarlo, envió toneladas de mails, de SMSs, de whatapps para hacer partícipes de su alegría a sus amigos y conocidos. Cuando te lo contaba lloraba y reía a la vez. ¡Al fin lo había conseguido!.

Fue a la dirección de RRHH de la empresa donde trabajaba y dijo que se iba porque había encontrado un empleo que encajaba con su formación, y dijo que daba el plazo que creyesen conveniente hasta que encontrasen a otra persona. Menos bonita le llamaron de todo, y ese todo giraba en torno a ‘¡Claro! ¡A la que has encontrado algo de lo tuyo te vas!’. Le dolió porque durante el tiempo que había estado realizando las tareas que le había encargado lo había dado todo.

Un día antes de que finalizase el plazo que había acordado con su ya exempresa, recibió una llamada de una de las personas de la que iba a ser su siguiente empresa y que había participado en las pruebas de selección. Le dijo que lo sentían mucho pero que la selección que habían hecho y por la que había sido elegida se había hecho mal y que la persona escogida era otra.

La hija de mis amigos dijo lo que Uds. están suponiendo: que hacía un mes que le habían comunicado que ella era la escogida, que ya se había despedido de su anterior trabajo, que hoy era su último día, …. Desde el otro lado de la línea le dijeron que sí, que muy bien, que era terrible, pero que mañana sería otro día y que adiós.

Mientras me lo estivo contando su madre: mi amiga, no dije nada, sólo pensé una cosa: si ya estaba sucediendo esto, si la demanda de trabajo ya estaba actuando así, podía suceder cualquier cosa y la demanda de trabajo podía actuar literalmente como le diese la gana. Y cuando acabó de contármelo, yo concluí: ya hemos llegado aquí.

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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